Con la «nueva normalidad» se veía venir que habría una continua polémica sobre las reuniones sociales, contagios, medidas de seguridad más o menos cumplidas y culpas a determinados colectivos. Las críticas han tendido a señalar a jóvenes, inmigrantes y de cierta ideología, pero lo cierto es que al final la irresponsabilidad no distingue y se igualan unos con otros. La prueba ha sido el concepto de verano «Cayetano«, referido a reuniones sociales de mayor poder adquisitivo y que se han centrado en toros y conciertos para un público selecto.
Muchos han criticado que mientas se han cancelado conciertos y festivales, se ha cerrado al público el fútbol o se han extremado las medidas en eventos culturales que no favorecen precisamente la afluencia, ha habido barra libre para los toros o conciertos y «los hijos de los Cayetanos», como señalan en Twitter.
Una muestra concreta es un reciente concierto del grupo Taburete, donde se aprecia la nula distancia de seguridad y respeto a las medidas, con la aquiescencia y ánimo de los que por otro lado critican luego actos como el 8M. Es el caso del periodista Javier Negre, que lanzó un tweet de ánimo al grupo y de apoyo a estos conciertos.
Fútbol no, toros sí
También sorprende la incongruencia de criterios, evitando público en cualquier evento deportivo incluido el fútbol, y permitiendo en cambio que se celebren corridas de toros con asistencia. Un ejemplo fue la celebración el pasado jueves de un evento taurino en la Real Plaza del Puerto de Santa María. Salvo por las mascarillas y la seguridad en los accesos, el minuto de silencio tras el paseíllo de Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Pablo Aguado fue casi el único momento en el que se fue consciente de que la crisis sanitaria ya roza los 28.500 muertos y los 310.000 contagiados.
Se colgó el cartel de «no hay billetes», aunque el aforo de la plaza de toros estaba reducido a 6.000 localidades, un 50% menos. Sin embargo, las imágenes demuestran que no se guardó en muchos momentos la distancia social necesaria para atajar el virus.
Las redes sociales denunciaron lo ocurrido y varios usuarios de Twitter afearon la irresponsabilidad de parte del público. Incluso Isa Pantoja se hizo eco del evento y de su oposición a que se celebrara. En cambio, hubo otros, como la eurodiputada popular Isabel Benjumea, que celebraron la corrida de toros:
Las irresponsabilidades no va por barrios
Lo cierto es que por toda la geografía se están produciendo negligencias y relajación, cuando no rebeldía, respecto a las medidas preventivas del Covid-19. No sólo han sido protagonistas personas y actos de un aparente menor poder adquisitivo, sino que se han visto imágenes de fiestas exclusivas y locales de lujo donde no se han respetado las normas y han sido foco de contagios tanto o mayores que en otros casos.
Fue el caso de una macrofiesta pija donde se pagaba 1.100 euros por cabeza y que carecía de medidas de higiene en Sant Andreu de Llavaneras (Barcelona) u otras muchas en zonas turísticas de alto standing como Salou o Ibiza. Toros, conciertos, fiestas… son caballos de batalla para paliar los rebrotes y concienciar sobre las medidas de prevención, pero es habitual que sólo se ponga el ojo en contagios o negligencias de colectivos más desfavorecidos como inmigrantes, barrios marginales o botellones.