La reconstrucción de Valencia y de otras zonas afectadas muestra un Estado colapsado, superado por la catástrofe. La Administración falló a todos los niveles en el antes de la llegada de la peor DANA del siglo, durante la riada e incluso en el después, con un envío de recursos tardío, sin coordinación –sargentos y cabos mandados por bomberos o policías locales, como ha podido comprobar este medio- y con un ejército de voluntarios con toda la ayuda en el corazón, pero sin poder exprimir todo el potencial desde el inicio por la falta de maquinaria pesada para retirar vehículos, enseres inservibles y toneladas de barro y lodo.
La tardanza en la llegada de recursos generó una profunda herida entre los 76 pueblos valencianos afectados, sin olvidar las duras críticas en Letur (Albacete) y Mira (Cuenca), donde tampoco hubo avisos a la población. Después de la devastación, ninguno de los principales responsables de los 217 muertos y 14 desaparecidos se encontraba en un sitio de emergencias. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, se daba un baño de masas en India; Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, preparaba su examen para ser comisaria desde Bruselas; mientras los máximos responsables de Emergencias y Protección Civil visitaban Colombia y Brasil para hablar de respuestas frente a inundaciones.
Al día siguiente, el Congreso no se paró y los diputados de PSOE, PNV, Junts, ERC, Bildu, BNG y CC votaron a favor de modificar de «urgencia» el cambio en el Consejo de RTVE. Compromís, Vox y PP tuvieron la dignidad de no participar en la polémica votación, un ejemplo de lo alejado que se encuentra la política y el pueblo.
En cuanto al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, falló a la hora de alertar a la población y su polémica comida con una periodista para ofrecerle el puesto de directora en la televisión autonómica retumbó con fuerza en Les Corts. También fueron desafortunadas las declaraciones de dos de sus consejeras, Interior y Turismo, por su falta de conocimiento y sensibilidad con las familias. La delegada del Gobierno en Valencia tampoco se libra al ser la representante del Estado en el CECOPI, el centro de emergencias coordinado cuando se sitúa la alarma en nivel 2 o 3.
Tanto Gobierno central como autonómico se mantienen invariables tras los duros enfrentamientos, mientras la Confederación Hidrográfica del Júcar, presidida por Miguel Polo, continúa echando la responsabilidad a Emergencias y a cualquiera que pasara por allí al no asumir ni un solo error.
No hubo avisos por las riadas, sí por lluvias pero también fallaron todas las previsiones, no se avisó a todos los municipios cuando se abrió la presa de Forata ni tampoco por el desbordamiento de algunas presas, por no mirar no se miró ni al Turia ni a los barrancos del Poyo, Pozalet, L’Horteta, Rambla Castellana y no se avisó de las rupturas del trasvase Júcar-Turia, roto tal y como ha mostrado la Confederación Hidrográfica del Júcar, pero como el que oye llover, la culpa será de otro.
A pesar de todo, tras una catástrofe nunca hay un solo responsable, pero sí cabezas de turco, especialmente técnicos e ingenieros, cuando del agua se trata. El ejemplo más claro fue con la pantanada de Tous, donde el único señalado fue el ingeniero de la presa en la Audiencia Nacional. Ni un solo político, ni el presidente de la Junta Hidrográfica del Júcar ni tampoco imputados en el Ministerio de Medio Ambiente. La cacería estaba servida.
Tras la devastadora DANA y posterior riada, que rompió pluviómetros y caudalímetros, así como puentes, carreteras, líneas férreas, casas y originó 217 fallecidos, la izquierda se empeña en sacar rédito político de la tragedia al ofrecer al PP un gobierno de coalición y elecciones posteriormente. «Este es nuestro momento», apuntó Ana Redondo, ministra de Igualdad, en una reunión para dar una visión de género a la tragedia. No había escrúpulos en enseñar públicamente las directrices del Gobierno: «El negacionismo climático=mata», escribió de su puño y letra en un folio.
Con todo, en la reconstrucción, el ministro de Transportes, Óscar Puente, ha realizado la quizá mejor operación de marketing de todo el Ejecutivo y una serie de logros, como arreglar la vía del AVE entre Valencia y Madrid «en tiempo récord», así como carreteras, viaductos y puentes. No obstante, algunas de las imágenes subidas a su red social preferida -a cuyo perfil no puede acceder la mitad de los usuarios por estar bloqueados- son de abril de 2023. La instantánea se subió el mismo día de su cumpleaños junto a otra imagen en la que un reflejo mostró la soledad del ministro a la hora de celebrarlo.
EL MINISTRO PUENTE Y LA RECUPERACIÓN A DOS VELOCIDADES
No obstante, el ministro Puente se ha tomado más en serio esta reconstrucción mostrando una celeridad en los concursos públicos sin precedentes. «Se le ha criticado, pero esta vez sí ha puesto toda la carne en el asador», apunta un reputado ingeniero de Caminos a la hora de valorar la actuación de este Ministerio. «Lo ha licitado todo en tiempo y forma, de urgencia», destaca.
Pero una cosa es dar servicio entre la primera y tercera ciudad más poblada de España y otra muy distinta es ver que esa recuperación llegue igual de rápido a los damnificados. En algunos pueblos aún siguen como el primer día de la pesadilla, con obstáculos en las calles, un cabreo fuerte y conviviendo con roedores y ratas, mientras se les corta el agua y no tienen ni electricidad, indispensable para poder almacenar comida fresca.
Estefanía, por ejemplo, solo ha visto la ayuda de voluntarios y amigos que han salido a su rescate para poder ofrecerle una cocina de camping gas de segunda mano, una nevera y toallas, así como detergentes y jabón, que comienza a escasear en Valencia. «Vamos sobrados de comida», acierta a decir, pero necesitamos sábanas, ropa de cama, colchones, sillones, sillas, utensilios cotidianos. Estefanía, con dos hijos y una pareja, lloró al ver entrar la nevera por la puerta. Era la primera vez que veía un electrodoméstico importante en su vivienda después de la catástrofe, aunque admite que mira que siempre haya luz. Hasta esta semana no había aún luz en su vivienda.
Estefanía no es de las personas que se derrumba ante la adversidad y saca fuerzas para continuar adelante para resetear completamente la vida. La DANA ha sido el punto de inflexión para muchos, de albergar una profunda frustración de quienes han perdido todo o una parte, a quienes asisten con impotencia a la soledad y la muerte de un ser querido. Afrontarlo está siendo muy duro para muchos de los afectados y el equipo de psicólogos trabaja todos los días sin apenas descanso. «¿Y para ellos? ¿Quién le da el apoyo a los sanitarios, bomberos, militares, policías y psicólogos», se pregunta otra vecina de un pueblo afectado.
Efectivamente, a pesar de que los mandos enviaron seis días después la orden de actuar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, muchos de los soldados, policías, guardias civiles y bomberos ellos eran incapaces de contener las lágrimas por numerosos motivos. Son también humanos y padecen el sufrimiento. Algunos de ellos, además, venían de zonas muy cruentas como Ucrania e incluso de custodiar los cadáveres de los fallecidos por el COVID-19.
LOS MUNICIPIOS Y BARRIOS AFECTADOS
Aún quedan muchas Estefanías en los barrios de Faitanar, La Torre, Forn d’Alcedo, Castellar-Oliveral, Pinedo, El Saler, El Perelló y El Palmar; Alaquàs, Alaquàs, Albal, Albalat de la Ribera, Alborache, Alcàsser, L’Alcúdia, Aldaia, Alfafar, Alfarb, Algemesí, Alginet, Almussafes, Benetússer, Benifaió, Beniparrell, Benicull de Xúquer, Bétera, Bugarra, Buñol, Camporrobles, Carlet y Catadau. También en Catarroja, Caudete de las Fuentes, Corbera, Quart de Poblet, Cullera, Chera, Cheste, Xirivella, Chiva, Favara, Fortaleny, Fuenterrobles, Godelleta, Guadassuar, Llíria, Loriguilla (solo núcleo urbano junto a la A-3), Llaurí, Llombai, Macastre, Manises, Massanassa, Mislata, Montserrat, Montroi, Paiporta, Paterna, Pedralba, Picanya, Picassent, Polinyà de Xúquer, Real y Requena.
Los medios bautizaron la «zona cero» en Paiporta por encontrarse la mayoría de los cuerpos de fallecidos, pero hay otras zonas donde hasta esta semana no habían llegado los militares con maquinaria pesada, aún muy necesaria.