El pasado 5 de noviembre el pueblo de Estados Unidos volvió a elegir al polémico y peculiar magnate, Donald Trump, como nuevo presidente del país por delante de la candidata demócrata Kamala Harris. Una elección que a buen seguro impactará, entre otras cosas, en la política exterior española que mira con recelos a la futura relación que el ejecutivo de Trump mantendrá con Marruecos, su gran y casi único aliado real en África. Y por otra parte, complicará los esfuerzos españoles para poder disponer nuevamente del gas argelino.
La preocupación sobre vuela los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores por el apoyo extra que el Reino alauita va a contar desde la administración norteamericana. Un apoyo que envalentonará seguramente en varios aspectos a la política exterior de Marruecos, el primero de ellos la soberanía del Sáhara Occidental, antigua colonia española.
En este sentido, las autoridades españolas creen que con Trump en el poder, el Gobierno Marroquí con su Rey a la cabeza, Mohamed VI, exigirá a los países de la Unión Europea (UE) que sean más resolutivos y asertivos en su reconocimiento. Algo que a la larga puede ser un problema serio para España según Defensa y Exteriores.
LOS ENVENENADOS ACUERDOS DE ABRAHAM
Si hay algo en lo que coinciden todos los expertos en geopolítica y las fuentes ministeriales españolas es la inoportuna llegada de Trump a la Casablanca para los intereses españoles en la zona. Un tablero complicado el del norte de África y el Sahel que el futuro presidente de Estados Unidos ya dinamitó el pasado 10 de diciembre de 2020, cuando en una decisión unilateral, que asombró a propios y extraños, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Algo que fue implícito y de manera sibilina en de Abraham 2020. Unos acuerdos promovidos por Estados Unidos para que parte del mundo árabe se acercase a Israel. Los Estados árabes que participaron en la normalización de las relaciones diplomáticas fueron Emiratos Árabes Unidos (EUA), Baréin, Sudán y Marruecos. Un proceso que fue llevado bajo el partenariado de Trump y su primera administración poco antes de abandonar su cargo en beneficio de Joe Biden, que no veía claro el asunto.
Dichos acuerdos reciben el nombre de Abraham por la importancia de este profeta para las tres grandes religiones monoteístas: el islam, el judaísmo y el cristianismo. Y que supuso una evolución bastante importante nunca vista entre Israel y el bloque árabe a nivel gubernativo, las poblaciones de los países árabes, en su gran mayoría, siguen mostrando un fuerte rechazo a estos acuerdos que ven como una traición al pueblo palestino. Los países árabes reconocían a Israel e establecían relaciones comerciales con ellos y Estados Unidos les proporcionaba serie de beneficios a los mismos.
Está claro que son unos acuerdos sibilinos donde cada parte buscaba una serie de intereses particulares. El primero de ellos Estados Unidos que buscaba acercarse al mundo árabe para sus negocios comerciales y armamentísticos. Con un punto importante sumar a Arabia Saudí a los acuerdos. Estuvo a punto de lograrlo, pero el ataque de Hamás a Israel paralizo este movimiento. Y puso sobre la mesa de los acuerdos la causa palestina. Un punto que dichos acuerdos quería enterrar en el baúl de la historia.
En otro orden de cosas, y con más interés para España, estos acuerdos reforzaban a Marruecos como interlocutor árabe ante USA. Debilitando la posición española ante los norteamericanos y generando un problema con la migración africana. Un elemento usado por las autoridades marroquíes como arma arrojadiza para presionar al Gobierno español a reconocer el Plan de Autonomía Marroquí para el Sáhara Occidental.
Algo que finalmente consiguió y ha supuesto un giro histórico sobre la posición española respecto a su ex colonia que siempre se ha mostrado a favor de realizar un referéndum de autodeterminación, siguiendo los postulados de la ONU. Además, de rebote ha abierto un frente con Argelia, la gran potencia del Magreb, que está por solucionar.
TRUMP UNA LLEGADA INOPORTUNA PARA LOS INTERESES ESPAÑOLES EN EL NORTE DE ÁFRICA
La llegada de Trump comienza a preocupar seriamente a Exteriores y Defensa e incluso a Interior. Estos ministerios ven que la cuestión de la migración puede aumentar la presión sobre las ciudades de Ceuta y Melilla. Con el objetivo claro de obtener más gestos respecto a la cuestión saharaui.
Estos gestos pueden incluir una posición todavía más asertiva sobre la soberanía de Marruecos, la apertura de una embajada española en Dajla, capital del Sáhara ocupado por Marruecos, y la apertura de un Instituto Cervantes en dicha parte del Sáhara, rechazando la petición del Frente Polisario, representante del pueblo saharaui ante la ONU, de abrir una sucursal en los campamentos de refugiados de Tindouf.
A esto hay que sumar posibles compensaciones económicas para agricultores marroquíes tras la sentencia de la justicia europea que declaraba ilegales los acuerdos de pesca y agricultura que varios países de la UE mantenían con Marruecos. Entre ellos España como el más implicado en dichos acuerdos en detrimento de los agricultores españoles que han sufrido la competencia desleal de los productos marroquíes.
Además, esta por ver lo que afectará esta supuesta presión marroquí sobre las políticas españolas y su repercusión con las relaciones con Argelia, rotas desde hace meses y que parecen que estás últimas semanas se podía acercar. Argelia es un socio clave para España para nuestras exportaciones y nuestras importaciones de hierro, gas y en un futuro de petróleo.
Varios expertos ven un peligro para la seguridad en el Magreb que Estados Unidos intente desplazar a Argelia dentro de la zona. Otra escalada de tensiones entre Rabat y Argel puede acabar con un conflicto armado en la zona que involucraría y afectaría a España directamente. De momento hay calma tensa por todas las partes y España deberá lidiar con una patata bastante caliente.