Luis es uno de los miles de voluntarios que se han acercado a arrimar el hombro y ayudar a limpiar, desescombrar y tirar enseres devastados por la riada de hace una semana en Valencia. Aquel 29 de octubre de 2024 cambió su vida y su visión para siempre y tan solo ha pasado una semana de la peor DANA de la historia de España, dejando hasta ahora el escalofriante número de muertos, hasta ahora 218, y sin que se haya registrado una lista oficial de desaparecidos.
Luis fue uno de los protagonistas anónimos de la visita del Rey en Paiporta el pasado domingo, la misma que el Gobierno de Pedro Sánchez y sus acólitos se encargan de criticar porque «no tocaba» o «no era el día». Luis fue uno de los pocos voluntarios y vecinos que habló con el Rey Felipe VI cara a cara para descargar la «frustración» y la «desesperación» tras cinco días sin recibir una ayuda adecuada, ni en medios materiales ni humanos. «Falta gente por todos lados, falta maquinaria pesada, falta de todo…», denuncia en una conversación con MONCLOA.
Luis habló con Su Majestad en Paiporta, un vídeo que se ha vuelto viral, y que refleja «esa frustración». Es una pregunta que aún no tiene respuesta: «Por qué no habéis venido antes». Tras rechazar toda violencia, como el lanzamiento de objetos y barro a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y a Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, junto a la Familia Real.
RECHAZA EL RÉDITO POLÍTICO CON LA RIADA
El voluntario afirma que no había nada planificado, ni él pertenece a ningún grupúsculo de la extrema derecha ni tampoco de la extrema izquierda. «Ni soy de ningún partido ni tampoco me gusta la política de este país», prosigue. Lo que pasó el domingo fue «la desesperación de un pueblo que no sabe qué hacer», apunta. En un primer momento, Luis solo vio al Rey Felipe VI y a la Reina Letizia, no fue hasta después de la visita cuando supo de la presencia de Pedro Sánchez. «Luego leí que estaba el presidente allí», ha afirmado.
Luis, como muchos otros afectados por la riada, no entiende el por qué no se ha declarado el estado de alarma, aunque ahora con más calma y visiblemente abrumado, con el corazón compungido por el drama de una riada, no busca entrar en el fango político, donde el PSOE se ha centrado en los últimos días para tratar de sacar un rédito y poder superar a Carlos Mazón, si es que se mantiene en el cargo, en las próximas elecciones.
Su alegato hacia el Rey Felipe VI era un fiel reflejo de esa rabia y frustración tras incansables horas de esfuerzo físico y mental dentro del infierno en el que se ha convertido Paiporta, uno de los municipios donde apenas llovía y más castigados por la riada del barranco del Poyo. En la misma calle donde ha barrido han perecido «al menos 40 personas», según su propio testimonio.
La Unidad Militar de Emergencias, encargada de dar la cifra de fallecidos, mantiene el número total en 217 personas desde hace unos días, mientras se buscan ahora cuerpos en la zona de la Albufera de Valencia, donde han llegado los escombros, sedimentos, coches y maleza arrastrada desde Chiva y el sur de esa localidad.
LOS VOLUNTARIOS, SIN FUERZAS PARA ARRASTRAR MUEBLES PESADOS
Luis describe aún un infierno en Paiporta como en Benetúser, la última línea antes de llegar a la temida Albufera al recoger todo el lodo que arrastró la riada desde Chiva. En este sentido, describe un aire irrespirable y que aunque ha estado horas dando paladas ve el trabajo muy insuficiente.
El motivo es que mover una plancha de madera, completamente hinchada por el efecto del agua, cuesta más esfuerzo y los muebles apenas se pueden arrastrar entre tres personas, todo ello tras andar durante más de una hora para poder llegar a la zona, dado que los puentes que cruzan el nuevo cauce del Turia -salvador de la ciudad de Valencia- se destinan a emergencias y equipamiento pesado. Existe un puente para ciclistas, pero también está cortado dicho paso.
De esta forma, los voluntarios tienen que desviarse cuatro kilómetros adicionales para llegar a la zona. Cabe recordar que Valencia es una de las provincias donde anochece antes, por lo que las labores de los voluntarios deben comenzar a primera hora de la mañana, mientras la gente es consciente que también hay que ir a trabajar para pagar las facturas a fin de mes. La sensación, según indica, es de «impotencia» ante la falta de medios. «Lo que tenemos ahora mismo no sirve. Falta de todo aún y han pasado seis días», lamenta.
Dos manos, como las de Luis y las de otros miles de voluntarios, no son suficientes para vaciar una vivienda y poder retirar el barro. Se necesita maquinaria pesada que retire esos muebles y enseres más pesados que nunca por el dolor que llevan dentro, el mismo que han sufrido miles de familias damnificadas al perderlo absolutamente todo.
LA ENTRADA DE MAQUINARIA, NECESARIO E IMPERIOSO
Luis pide la entrada de esa maquinaria para despejar las calles y llevarse el material a una zona habilitada. Mientras tanto, el ejército de voluntarios los deja junto a las aceras, estrechando la zona hábil de la calzada, un motivo por el que se colapsa el tránsito en las zonas más afectadas, especialmente cuando cruzan camionetas y tractores. «Es insuficiente», se resigna.
Asimismo, ha afirmado que hay «calles donde el fango se hunde casi por la rodilla, lleno de muebles». «Nosotros, al final, los voluntarios, lo único que podemos hacer es coger el cepillo
y tirar el lodo para afuera, o tirar los muebles que están sucios a la calle, ya está», indica, pero es una labor que no es tan fácil en estos momentos.
«No podemos hacer nada más, los coches no podemos moverlos, los muebles pesan una barbaridad, porque además van con agua y llevarlos a cualquier punto afuera de la ciudad, y es, obviamente, inviable hacerlo a mano». Faltan aún medios y manos para volver a la normalidad física en Valencia, la mental va a ser una lucha más larga para todos.