El hambre en el mundo: una crisis provocada por conflictos
El informe de Oxfam sobre la crisis alimentaria global destaca cómo los conflictos han llevado el hambre a niveles insostenibles, afectando a millones de personas. A través de un análisis detallado de los países en guerra, se evidencia cómo la violencia no solo destruye vidas, sino que también utiliza la alimentación como un arma devastadora.
La situación actual del hambre en el mundo
El informe de Oxfam Intermón revela que el hambre provocada por los conflictos ha alcanzado un punto crítico, cobrando entre 7.000 y 21.000 vidas diarias en todo el planeta. Este fenómeno afecta a alrededor de 281,6 millones de personas que sufren de hambre aguda en 54 países en conflicto. Las guerras no solo han incrementado el número de personas hambrientas, sino que también han ocasionado desplazamientos forzosos que superan los 117 millones de personas.
Es importante señalar que el hambre no es solo el resultado del conflicto. Las partes en guerra están utilizando los alimentos como un arma, atacando deliberadamente las infraestructuras alimentarias y bloqueando la ayuda humanitaria. Emily Farr, responsable de Seguridad Alimentaria y Económica de Oxfam, afirma que «en un mundo marcado por conflictos, el hambre se convierte en un arma letal», lo que contradice las leyes internacionales y aumenta el sufrimiento humano.
Causas profundas de la crisis alimentaria
Las crisis alimentarias que se experimentan en la actualidad son en gran medida producidas por acciones humanas. Por ejemplo, en Gaza, menos del 17% de la ayuda alimentaria necesaria está llegando a la población. En Sudán, más de 750.000 personas están enfrentando la muerte por hambre como consecuencia de los efectos devastadores de la guerra. Este patrón demuestra que las consecuencias de los conflictos no solo provocan daño inmediato, sino que generan efectos que pueden persistir por generaciones.
Recursos naturales y conflictos
El informe de Oxfam también revela que 34 de los 54 países analizados tienen abundantes recursos naturales, pero su dependencia de la exportación de materias primas a menudo conduce a la miseria, la violencia y el hambre. Por ejemplo:
- El 95% de los ingresos por exportaciones de Sudán provienen del oro y el ganado.
- El 87% de los ingresos de Sudán del Sur derivan de productos petroleros.
- El 70% de los ingresos de Burundi se generan gracias al café.
América Central también está experimentando conflictos provocados por la explotación de recursos naturales, especialmente a raíz de operaciones mineras que han forzado el desplazamiento de comunidades enteras.
Consecuencias de las políticas económicas
Oxfam advierte que las iniciativas actuales para la paz y la reconstrucción suelen centrarse en fomentar inversiones extranjeras y economías de exportación. Sin embargo, estas políticas a menudo perpetúan desigualdad y sufrimiento, lo que puede reavivar los conflictos en lugar de resolverlos. Los países ricos en recursos naturales son los que más sufren estos efectos, donde la explotación de materias primas puede generar más violencia y provocar nuevos conflictos.
Emily Farr enfatiza que «las inversiones privadas a gran escala frecuentemente agravan la inestabilidad política y económica», ya que los inversores tienden a monopolizar los recursos hídricos y la tierra, obligando a las comunidades locales a abandonar sus hogares.
Factores adicionales que agravan la inseguridad alimentaria
Los conflictos también influyen en otros factores como el cambio climático y las desigualdades económicas. La crisis alimentaria en África Oriental ha sido exacerbada por fenómenos como sequías e inundaciones, así como por el aumento de los precios de los alimentos a nivel global, resultado de interrupciones de la cadena alimentaria relacionadas con conflictos bélicos.
Testimonios de desplazamiento
Uno de los impactos más desgarradores de estos conflictos es el desplazamiento forzado. La historia de Aisha Ibrahim, mother de cuatro hijos, destaca esta realidad. Aisha tuvo que caminar durante cuatro días con sus hijos desde su hogar en Sudán hasta Sudán del Sur, dejando atrás a su marido para proteger su hogar. «Nunca me habría imaginado estar en esta situación», reconoce Aisha, evidenciando el sufrimiento que viven muchas familias en esta crisis.
La necesidad de un cambio en la comunidad internacional
El compromiso de la comunidad internacional para alcanzar el objetivo de «hambre cero» para 2030 parece, en la actualidad, poco realista. Oxfam sostiene que los estados y las instituciones globales, incluido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, deben responsabilizar a los culpables de los «crímenes de hambre» según el derecho internacional.
Rompiendo el ciclo de la inseguridad alimentaria
Es fundamental abordar las raíces del problema: el legado colonial, las injusticias, las violaciones de derechos humanos y las desigualdades. En lugar de soluciones a corto plazo, es necesario adoptar enfoques holísticos que busquen resolver los problemas fundamentales.
Los esfuerzos por lograr la paz deben complementarse con inversiones en protección social y en cohesión social. Las políticas económicas deben priorizar el comercio justo y fomentar sistemas alimentarios sostenibles que beneficien a la población, en lugar de contribuir a su sufrimiento.
La crisis del hambre en el mundo es un fenómeno complejo que afecta a millones de personas y que se ve agravado por conflictos y políticas económicas desiguales. Las iniciativas para aliviar el sufrimiento deben ir acompañadas de un verdadero compromiso para abordar las causas subyacentes del hambre y la pobreza. Solo así se podrá romper el círculo vicioso de inseguridad alimentaria y violencia que ha dejado a tantas personas en una situación desesperada. La comunidad internacional tiene un papel crucial que desempeñar en la búsqueda de un mundo donde el hambre no sea una herramienta de guerra, sino un problema resuelto para todos.