La reina Sofía, en un día memorable para su sobrina Teodora de Grecia, se encontró rodeada de cariño y admiración en la Catedral Metropolitana de Atenas. Su presencia no solo era un homenaje a la unión matrimonial de Teodora, sino también una celebración de la historia familiar que se entrelaza con el propio linaje de la realeza. En este lugar sagrado, la reina emérita ya había vivido momentos importantes en el pasado, pues fue aquí donde contrajo matrimonio con Juan Carlos I hace años, un hecho que resuena en el corazón de los griegos y españoles por igual.
1El público demostró el amor por la reina Sofía al recibirla con gran entusiasmo y entonando su nombre
Al llegar la reina Sofía fue recibida con entusiasmo desbordante. Cuando la emérita toco el suelo de la catedral, los aplausos resonaron en el aire, creando una atmósfera de jubilo que envolvió a todos los presentes. Las personas, emocionadas, gritaban su nombre en un unísono que reflejaba la profunda conexión que tienen con la reina. Esta ovación no solo simbolizaba su estatus real, sino también el aprecio que la población siente hacia ella, especialmente en momentos de incertidumbre.
Durante su entrada, la reina Sofía fue acompañada por sus hijas, la infanta Elena y la infanta Cristina, junto con sus nietos, Irene, Miguel y Juan Urdangarin. Juntos, formaban una estampa familiar entrañable que resonaba con la historia de la monarquía. A pesar del bullicio de los vítores, Sofía se mantuvo tranquila, sonriendo y saludando con gracia a quienes la rodeaban. Su elegancia y carisma fueron el centro de atención, y su capacidad para conectar con el público hizo que la gente se sintiera más cercana a la realeza.