jueves, 21 noviembre 2024

El Papa llama a los católicos de Luxemburgo a no «resignarse» ante el desafío de la secularización

En un mundo cada vez más secularizado, la Iglesia Católica se enfrenta a un gran reto: mantener su relevancia y su capacidad de evangelización. El Papa Francisco, en su reciente visita a Luxemburgo, ha hecho un llamado a la comunidad católica de este pequeño país a no ser una iglesia resignada y resentida, sino a aceptar el desafío de reponerse de la secularización de la sociedad.

El Pontífice ha señalado que los «cristianos tristes y con caras largas hacen daño a la Iglesia». En una sociedad secularizada, la Iglesia no debe replegarse en sí misma, sino aceptar el reto de redescubrir los caminos de la evangelización, manteniendo fidelidad a sus valores y adaptándose a los nuevos tiempos. Esta es una llamada a la renovación espiritual y a la apertura hacia los demás.

La Invitación a Ser una Iglesia Acogedora y Misionera

En su mensaje a la Iglesia luxemburguesa, el Papa Francisco ha instado a que ésta se convierta en «una casa acogedora para cualquiera que llame a vuestra puerta pidiendo ayuda y hospitalidad». Esto implica no solo brindar asistencia material, sino también acompañar espiritualmente a quienes buscan un refugio en la fe.

Además, el Pontífice ha reiterado la necesidad de una «Europa, y un mundo, en los que el Evangelio se comparta en la palabra del anuncio unida a los signos del amor». Esto supone que la Iglesia debe ir más allá de la simple atención pastoral, para abrazar una vocación misionera que lleve la alegría del encuentro con Cristo al mayor número posible de personas.

El Desafío de Crecer como Comunidad Evangélica

El Papa Francisco ha enfatizado que lo importante no es «hacer números ni proselitismo», sino dar a conocer al mayor número posible de hermanos y hermanas la alegría del encuentro con Cristo. Esto implica que la Iglesia debe crecer en comunidad, superando el miedo a emprender nuevos caminos y acogiendo con gratitud la aportación de todos los fieles.

Al abrirse al mundo y a las nuevas formas de evangelización, la Iglesia Católica se enfrenta a un desafío crucial: mantener su identidad y sus valores mientras se adapta a las realidades cambiantes. Esta tarea requiere valentía, creatividad y un profundo compromiso con la misión evangélica, para que la Iglesia pueda seguir siendo una fuente de esperanza y de transformación en un mundo cada vez más secularizado.