La receta tradicional de pollo al ajillo que la abuela perfecciona con su truco especial

El pollo al ajillo es un plato tradicional que ha pasado de generación en generación, destacándose por su sencillez y delicioso sabor. Con raíces en la cocina española, este plato combina el sabor del pollo con el aroma inconfundible del ajo. Aunque existen muchas variantes, el pollo al ajillo sigue siendo uno de los platos más solicitados en los hogares y restaurantes gracias a su irresistible combinación de ingredientes.

Preparar pollo al ajillo es un arte que, si se hace con dedicación, logra capturar el paladar de cualquier comensal. No solo se trata de dorar el pollo y añadir ajos, sino que pequeños detalles, como el tipo de corte del ajo o el momento de agregar el vino blanco, son los que marcan la diferencia. La clave de la receta de la abuela reside en estos trucos, que garantizan un sabor único y especial en cada bocado.

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El secreto del ajo: el alma del pollo al ajillo

El secreto del ajo: el alma del pollo al ajillo

El truco de la abuela para un buen pollo al ajillo es trabajar el ajo de manera especial. Para empezar, dos dientes se cortan por la mitad para aromatizar el aceite al principio de la cocción. Otros dos dientes se cortan en finas láminas, las cuales se confitarán durante el proceso, aportando una textura suave. Los dos últimos ajos se pican finamente y se integran en la salsa, casi deshaciéndose, lo que añade un sabor profundo sin ser abrumador.

Este juego de texturas y sabores del ajo es lo que diferencia un buen pollo al ajillo de uno excepcional. El ajo picado se funde en la salsa, mientras que las láminas quedan suaves y cremosas, casi caramelizadas. El equilibrio perfecto entre estas formas de preparación es lo que hace que el plato conserve su autenticidad y encanto, siendo el truco que muchas abuelas conocen y aplican sin titubear.

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