Sigue en la Audiencia Provincial de Madrid el mediático juicio por el asesinato de Juana Canal. En la cuarta jornada de la fase oral del juicio ha intervenido la hermana de Juana. Ella ha confirmado que en las sospechas de la familia siempre había estado Jesús Pradales, el acusado y asesino confeso.
Según la hermana, desde la familia trasladaron a la Policía Nacional la creencia de que detrás de la desaparición de Juana estaba Pradales, pero los agentes no le dieron credibilidad porque no creían que Jesús con «esa cara de pánfilo» y de «gilipollas» pudiera asesinar a nadie.
Durante las testificales, los allegados de la víctima han desmontado, además, la versión del procesado, quien se presentó en su declaración como víctima de maltrato enmarcado en los supuestos episodios violentos que protagonizaba Juana por su presunto alcoholismo. Lejos de ese escenario, la familia describe a la fallecida como «muy cariñosa», «soñadora», «frágil», nada violenta y como una persona que era «una enamorada del amor».
«LA GENTE DESAPARECE SIN MÁS»
La sobrina de la fallecida, con 15 años en el momento del crimen, acudió dos días después al piso de la calle Boldano en Ciudad Lineal, donde sucedieron los hechos, y pudo ver cómo estaba la casa de desordenada, con cuchillos tirados en el suelo de la cocina y los cajones tirados.
«Siempre tuvimos en la cabeza que esa noche pasó algo. Era confuso el pensamiento hacia él», ha subrayado a preguntas formuladas por el propio jurado. Además, ha comentado que la Policía les dijo que «cómo con esa cara de pánfilo, Jesús iba a ser capaz de algo». «!– /wp:paragraph –>
A la calle Boldano también acudió Sofía, una de las hermanas de la víctima, relatando que cuando ésta desapareció en la vivienda estaban todas sus pertenencias como su móvil y su cartera.
El hijo menor de Juana, con 17 años en el momento de la desaparición, nunca dudó de que Jesús estaba detrás de lo ocurrido. «Vivía en Denia y mi hermano me llamó y me dijo: mamá no está, este tío le ha hecho algo. Estuve convencido desde el primer momento que tenía algo que ver», ha dicho, agregando que la Policía les comentó que cómo con esa cara de gilipollas, Jesús «iba a cometer dicho acto».
LA POLICÍA DESMONTÓ SU VERSIÓN
En la anterior sesión declararon los agentes de la Policía encargados del crimen. Los investigadores consideran que el relato de Pradales sobre lo ocurrido en la noche de febrero de 2003 en la que Juana perdió la vida no encaja en algunos puntos. Ente ellos la premeditación. Jesús limpió la escena para que no quedara rastro del descuartizamiento en el piso de Ciudad Lineal (Madrid), lo que resta espontaneidad en la idea, tal y como él declaró ante el mismo tribunal.
«En un plazo de 26 horas, mata a Juana, la descuartiza, la traslada a 170 kilómetros de Madrid, excava dos hoyos profundos, vuelve a Madrid, tira las maletas en varios contenedores, deja una nota manuscrita a sus hijos… Eso no encaja en una persona presa del pánico con miedo insuperable», detalló en el juicio el Inspector Jefe del Grupo de Homicidios de la Comisaría de Policía Judicial.
El inspector desgranó al jurado popular y al tribunal la investigación que cercó al asesino confeso: desde su vinculación directa al paraje de Ávila donde unos senderistas hallaron los restos óseos de la fallecida hasta los pinchazos telefónicos, que demostraron «las mentiras» que había contado a su familia y en las que se refería a Juana como «la Mellada».
El Inspector Jefe llamó la atención en que el desmembramiento del cuerpo no es tarea fácil y se «lía» por las proyecciones y salpicaduras de sangre que se producen por los cortes, que pueden llegar hasta el techo. «Que no tenga descuidos es sospechoso. Los restos hay que meterlos en bolsas y eso chorrea. Hay casos en los que están horas limpiando. Cortar el tronco a la mitad… Eso no lo había visto nunca», apostilló.
Según la versión del acusado, desmembró a la víctima con un cuchillo en dos trozos a la altura de la cadena e introdujo su cuerpo en dos maletas para sacarlo de la vivienda en la madrugada del 23 de febrero de 2003.