Los empleados de Nummaria se desvinculan de ilegalidades y señalan a Peña como líder del despacho

En el corazón de Madrid, un caso judicial de gran envergadura ha captado la atención de los medios y la sociedad española. El juicio contra el despacho Nummaria, acusado de crear una compleja estructura societaria para evadir impuestos, está develando una intrincada red de operaciones financieras que involucra a figuras prominentes del mundo del espectáculo y los negocios. Este proceso legal, que se desarrolla en la Audiencia Nacional, pone de manifiesto la delgada línea entre la planificación fiscal agresiva y las prácticas ilegales.

La investigación liderada por la Fiscalía Anticorrupción ha destapado un entramado de más de 200 sociedades, tanto en España como en paraísos fiscales, presuntamente utilizadas para ocultar patrimonio y reducir la carga impositiva de los clientes del despacho. El caso Nummaria no solo cuestiona las prácticas de una asesoría fiscal, sino que también pone sobre la mesa el debate sobre la responsabilidad de los profesionales financieros y la ética en la gestión patrimonial de personalidades públicas.

El papel de los trabajadores en el entramado fiscal

Las declaraciones de Pedro Mena y Blanca Doz, dos de los encausados en el caso Nummaria, han arrojado luz sobre la estructura interna del despacho y el papel que desempeñaban sus empleados. Ambos han coincidido en presentarse como meros trabajadores contratados, desligándose de la toma de decisiones y negando cualquier participación consciente en actividades ilícitas. Esta estrategia defensiva busca concentrar la responsabilidad en las figuras de mayor jerarquía dentro de la organización.

Mena, quien se describió a sí mismo como un profesional dedicado a la contabilidad y auditoría de cuentas, ha insistido en la legalidad de sus trabajos y ha derivado la responsabilidad sobre Fernando Peña, señalado como el principal encausado y jefe del despacho. Por su parte, Blanca Doz ha enfatizado su condición de empleada subordinada, indicando que todas las órdenes provenían directamente de Peña, a quien ha caracterizado como una figura autoritaria que no admitía cuestionamientos.

La defensa de estos trabajadores se centra en su supuesta falta de autonomía y poder de decisión dentro del despacho. Argumentan que su participación en las operaciones cuestionadas se limitaba a seguir instrucciones, sin tener conocimiento pleno de las implicaciones fiscales o legales de las mismas. Este planteamiento busca dibujar un escenario en el que la responsabilidad penal recaería principalmente sobre los altos mandos de Nummaria.

Clientes de alto perfil y sus implicaciones legales

El caso Nummaria ha ganado notoriedad pública no solo por la magnitud de la presunta defraudación fiscal, sino también por la implicación de clientes de alto perfil, entre los que destacan figuras del mundo del espectáculo como Ana Duato e Imanol Arias. La participación de estas celebridades en el entramado fiscal ha añadido un componente mediático al proceso judicial, elevando el interés público y las repercusiones sociales del caso.

Ana Duato, conocida actriz española, se ha visto envuelta en el escándalo tras ser señalada como cliente del despacho. Durante el juicio, se han examinado aspectos específicos de su situación fiscal, como la elaboración de un contrato laboral con el Grupo Ganga, empresa familiar que compartía con su marido. La defensa de Duato ha optado por descargar toda responsabilidad sobre Fernando Peña, alegando una confianza plena en su asesoramiento y un desconocimiento de las complejidades fiscales.

Por otro lado, el actor Imanol Arias ha adoptado una postura diferente al reconocer los hechos que se le imputan. Esta admisión de culpabilidad por parte de una figura pública de su calibre ha añadido un giro significativo al caso, planteando interrogantes sobre la responsabilidad individual de los clientes en esquemas de evasión fiscal. El contraste entre las estrategias defensivas de Duato y Arias refleja la complejidad del caso y las diferentes aproximaciones legales adoptadas por los implicados.

Implicaciones y alcance del caso Nummaria

El juicio contra el despacho Nummaria trasciende el ámbito meramente legal para convertirse en un caso de estudio sobre las prácticas fiscales en España y la ética profesional en el sector financiero. La Fiscalía Anticorrupción sostiene que el despacho creó una estructura societaria cuyo único fin era evitar la tributación de los ingresos generados por la actividad profesional de sus clientes y mantener oculto el patrimonio acumulado.

Este entramado, que incluía sociedades en países como Inglaterra, Costa Rica, Canadá, Uruguay y Luxemburgo, no solo buscaba la opacidad fiscal frente a la Hacienda Pública española, sino también frente a terceros que pudieran ostentar derechos de crédito contra los encausados. La complejidad y alcance internacional de estas operaciones ponen de manifiesto los desafíos que enfrentan las autoridades fiscales en la era de la globalización financiera.

El caso Nummaria también plantea interrogantes sobre la responsabilidad de los asesores fiscales y la línea que separa la planificación fiscal legítima de las prácticas fraudulentas. La defensa de los acusados argumenta que sus acciones se enmarcaban dentro de la legalidad, mientras que la fiscalía sostiene que eran conscientes de estar facilitando actividades delictivas. Este debate jurídico y ético tiene implicaciones significativas para el sector de la asesoría fiscal y podría llevar a un replanteamiento de las regulaciones y prácticas en este ámbito.

Finalmente, el impacto mediático del caso, amplificado por la implicación de figuras públicas, ha generado un debate social sobre la evasión fiscal y la responsabilidad de las élites económicas. La resolución de este juicio no solo tendrá consecuencias legales para los implicados, sino que también podría influir en la percepción pública sobre la justicia fiscal y la igualdad ante la ley, temas de creciente relevancia en el contexto económico y social actual.