Pedro Sánchez ha finalizado los pasos para introducir a su personal de confianza en puestos clave del poder. El último movimiento ha sido el de la subgobernadora del Banco de España, Soledad Núñez, exsecretaria del Tesoro durante la crisis de deuda de 2008 con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El penúltimo movimiento fue el nombramiento de José Luis Escrivá al frente del Banco de España, una institución clave no solo para vigilar a la banca, sino también por sus servicio de estudios y análisis, claves para determinar las debilidades económicas y financieras. La última vez que el PSOE apostó por un candidato de partido y afín al presidente del Gobierno fue en 2006, con Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), que no alertó de la crisis que tuvo lugar hace 16 años.
NADA IGUAL DESDE MAFO EN 2006
Con estos nombramientos, la independencia del servicio de estudios del Banco de España queda en entredicho, especialmente por los efectos de las reformas aplicadas por Escrivá durante su etapa en el Ministerio de la Seguridad Social, como la de las pensiones o la reforma laboral o la parte que afecta directamente a los autónomos.
El Banco de España es la última institución fagocitada por el PSOE y su nombramiento se mantendrá durante seis años, es decir, que un cambio de color en el Ejecutivo mantendría a Escrivá sí o sí, sin posibilidad de cambio hasta el fin de su mandato. De ahí la importancia de la independencia de las instituciones, pero el propio Pedro Sánchez pretende gobernar incluso sin tener el apoyo del Congreso de los Diputados, como ha asegurado este martes en unas declaraciones más que sorprendentes.
En este sentido, para mantenerse en el poder tendría que prorrogar los Presupuestos una vez más y se espera un nuevo fracaso en la próxima votación de las cuentas públicas al presentarlas con los mismos términos que el pasado mes de junio y que ya fueron rechazadas. Asimismo, el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo ha apretado el acelerador y ha arrancado un acuerdo con el Gobierno de Canarias para desinflamar la peor crisis de los cayucos de la historia, con una inmigración ilegal desbordada.
LA MAYORÍA PROGRESISTA DEL PSOE SE RESQUEBRAJA
Además, el PP conquistará una nueva victoria al presionar al Ejecutivo para que reconozca la victoria del presidente legítimo de Venezuela, Edmundo González Urritia, exiliado a España tras la represión del régimen de Nicolás Maduro. El PNV desatascará la mayoría del PSOE y del bloque progresista. De continuar esta senda, no se descarta ni mucho menos un entendimiento para poder realizar una moción de censura, un escenario prácticamente imposible antes del verano.
Las voces del PP en el Congreso y en el Senado apuntan que Pedro Sánchez ha acelerado los nombramientos en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Banco de España ante un posible adelanto electoral, protegiendo así a sus infiltrados. Además, dará la batalla por la amnistía, que no se ha ofrecido a Carles Puigdemont.
Mientras tanto, los socios del PSOE se resquebrajan, especialmente ERC, inmerso en una guerra interna con hasta cuatro candidaturas para liderar el partido. De hecho, el Movimiento 1 de Octubre se erige como el núcleo más duro que ha tenido ERC desde su época con Carod-Rovira y tienen fijado hacer cumplir el mandato del 1-O para conseguir la independencia. El resto de cabezas no dejan de ser todas oficialistas y tienen un gran anhelo de poder, como Oriol Junqueras, Marta Rovira y Alfred Bosch.
EL CONTROL DEL PSOE DE PEDRO SÁNCHEZ EN LAS INSTITUCIONES
Sin embargo, Pedro Sánchez es ajeno a estas guerras internas. Su objetivo es otro bien distinto: mantener el control de las instituciones incluso cuando no gobierne. De esta manera, ha entrado de lleno en la lucha del poder al ostentar el Consejo de Estado, el Constitucional, el Supremo, la Fiscalía General del Estado, el CIS, Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el Tribunal de Cuentas, Red Eléctrica, CNMC, CNMV, el INE y todas las empresas públicas. Los cargos están directamente vinculados a exministros y exaltos cargos del PSOE, así como parejas de altos exdirigentes socialistas.
Incluso llegando al poder, el PP tendrá muy complicado modificar algunos de los cargos, más cuando los cambios se han producido tras años de bloqueo en las negociaciones.