El otoño se presenta caliente por la apuesta del líder del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para que Salvador Illa gobierne en Cataluña a costa de destrozar la precaria mayoría socialista en el Congreso, y la consiguiente la tormenta derivada por el acuerdo entre el PSOE y ERC para cambiar el modelo de financiación catalán.
La Moncloa pretende atenuar la ruidera generada en este 2024 por el ‘caso Koldo’ y los problemas judiciales de Begoña Gómez, y Pedro Sánchez quiere consolidar su poder interno a través de un Congreso que será el preámbulo de su intentona de asaltar las federaciones socialistas de Aragón, la Comunidad de Madrid y Andalucía.
Pedro Sánchez, aun sin presupuestos, sueña con llegar en pie a finales de 2027 para desesperación del Partido Popular, que ha rescatado la polémica versión opositora que ya utilizó tras las inesperadas derrotas de José María Aznar en 1993 y Mariano Rajoy en 2004.
El ‘Sindicato del crimen’ noventero y la teoría de la conspiración sobre el 11M agitaron los cimientos del Estado. Y éstos volverán a temblar a cuenta de Feijóo, que quiere sobrevivir al fuego amigo ayusista y al auge de la extrema derecha que España encarnan Vox y Se Acabó la Fiesta.
A falta de propuestas sobre la Vivienda, el PP hace sangre contra la inmigración irregular tras advertir que Santiago Abascal y Alvise Pérez les pueden robar votos relacionando la delincuencia con los migrantes.
LA FINANCIACIÓN CATALANA, EL TALÓN DE AQUILES DEL PSOE
Núñez Feijóo abrió el curso político 2024-25 con una entrevista en ‘Más de uno’ de Onda Cero. Carlos Alsina le interrogó sobre la financiación catalana, y el líder del PP salió en tromba: «El Gobierno central es humillado por sus socios, arrincona a quien no le ha votado y se ríe también de los que le han votado. Intenta censurar al discrepante, divide a los ciudadanos españoles entre ciudadanos de primera y de segunda y, por si fuera poco, además es tibio ante la defensa de la democracia en el mundo; estamos ante un Gobierno que ya está de más, lo saben ellos y lo saben la mayoría de los españoles».
«Este Gobierno tiene más expedientes abiertos por corrupción que leyes aprobadas en el Congreso. Es el Ejecutivo más inestable que hemos tenido en democracia», añade.
LAS DUDAS POR LA MOCIÓN DE CENSURA
El líder de la oposición cree que la moción de censura «está plenamente justificada pero es inviable. El Gobierno debería disolver las Cortes y convocar elecciones pero Sánchez quiere atornillarse en el poder».
«Nadie se cree que el cupo nacionalista mejorará la cohesión entre los españoles. Nadie se cree que avanzamos en la solidaridad entre españoles», asegura.
TEMOR A LA FALTA DE UNIDAD CON LA FINANCIACIÓN TERRITORIAL
En Génova 13 hay pánico porque sus presidentes autonómicos no hagan unidad de acción en relación a las propuestas socialistas sobre la renovación de la financiación territorial, que tendrá novedades a cuenta del pacto en Cataluña.
Feijóo pide la creación de un Fondo Transitorio con el objetivo de reducir la infrafinanciación de las comunidades autónomas y un nuevo modelo de financiación multilateral, con más recursos y que atienda a las particularidades territoriales desde el régimen común.
DARDOS AL PSOE DE PEDRO SÁNCHEZ
El presidente del PP ha advertido que en el PP son contrarios a que el Gobierno central perdone deudas a algunas autonomías, pese a que algunos barones lo desean, y ha visto como la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso exige que Pedro Sánchez convoque una conferencia de presidentes regionales antes de abordar cualquier tipo de negociación.
«No se puede otorgar la independencia fiscal para mantener embajadas y chiringuitos independentistas y, al tiempo, poner obstáculos a quien decida impulsar la actividad económica reduciendo impuestos. No es admisible que este Gobierno pretenda que los españoles vivan de las sobras de sus arreglos con el independentismo», asegura el gallego.
Sobre Sánchez dice que «ya no cuentan los intereses generales, sólo importa el de quien pretende prolongar su estancia en el poder. Ya no cuenta la palabra. Es más, se hace alarde del incumplimiento. Y ya no cuenta el servicio que las instituciones han de hacer a los ciudadanos. Lo que importa es el servicio que puede hacer a la causa personal de quien pretende perpetuarse».