El Buque Escuela Guayas, majestuosa embarcación que representa a la Armada ecuatoriana y sirve como embajador itinerante de su país, ha hecho su entrada triunfal al muelle de Itsasmuseum Bilbao. Este emotivo regreso se produce 47 años después de su construcción en los Astilleros Celaya de Erandio, Bizkaia, marcando un hito en la historia naval de ambas naciones.
La llegada del Guayas ha despertado gran expectación, evocando la fascinación por la navegación a vela y el valor de la tradición marítima. Este imponente velero, con 78,40 metros de eslora total y 23 velas que se alzan hacia el cielo, no solo representa el poderío naval, sino también la unión entre Ecuador y España a través de la historia compartida.
Un Legado Naval que Atraviesa el Tiempo: El Guayas abre sus Puertas al Público
En una emotiva ceremonia que contó con la presencia de destacadas personalidades, como la embajadora de Ecuador en España, Wilma Andrade Muñoz, el comandante del buque, Bernardo Gordón, y la presidenta de Itsasmuseum Bilbao, Leixuri Arrizabalaga, se resaltó la importancia de esta visita. Se destacó el significado histórico del Guayas y su papel en la formación de las nuevas generaciones de marinos ecuatorianos.
La tripulación del buque, compuesta por 154 miembros de la Armada del Ecuador, se ha mostrado entusiasmada por compartir su pasión por el mar con el público bilbaíno. Durante su estancia, se han organizado visitas guiadas a bordo, permitiendo a los visitantes descubrir los secretos de esta joya de la ingeniería naval.
Música y Despedida: El Guayas Zarpa Dejando Huella en Bilbao
El Guayas no solo ha atracado en Bilbao para mostrar su majestuosidad, sino también para deleitar a la ciudad con la riqueza cultural del Ecuador. La orquesta del buque ofreció un emocionante recital de música ecuatoriana en la explanada de Itsasmuseum, cautivando a los presentes con los ritmos y melodías tradicionales de su tierra natal.
Tras una estancia memorable, el Guayas zarpará de nuevo, dejando una huella imborrable en la memoria de Bilbao. Su partida, envuelta en un ambiente de nostalgia y admiración, evoca la despedida que se vivió en 1977, cuando el buque emprendió su viaje inaugural, llevando consigo el legado de la construcción naval vasca y la promesa de una estrecha relación entre Ecuador y España.