El departamento de Igualdad de Castilla-La Mancha reafirma la realidad de la violencia machista

La violencia machista ha vuelto a golpear con fuerza en España, esta vez en la pequeña localidad de Otero, Toledo. El trágico suceso ocurrido el pasado sábado ha sido confirmado por el Ministerio de Igualdad como un caso de violencia vicaria, una forma especialmente cruel de violencia de género en la que el agresor ataca a los hijos para causar el mayor daño posible a la madre. Este terrible acontecimiento ha conmocionado a la sociedad española y ha puesto de nuevo sobre la mesa la urgente necesidad de combatir la violencia machista en todas sus formas.

La consejera de Igualdad de Castilla-La Mancha, Sara Simón, ha alzado la voz para recordar que, a pesar de los discursos negacionistas que intentan minimizar o negar la existencia de la violencia de género, la realidad es tozuda y los hechos hablan por sí solos. La violencia machista sigue siendo una lacra social que afecta a miles de mujeres y niños en nuestro país, y casos como el de Otero son un doloroso recordatorio de que aún queda mucho camino por recorrer en la lucha por la igualdad y la erradicación de la violencia de género.

La violencia vicaria: una forma cruel de maltrato

La violencia vicaria es una de las manifestaciones más perversas de la violencia machista. En este tipo de agresión, el maltratador utiliza a los hijos como instrumento para causar el mayor sufrimiento posible a la madre. El asesinato de la joven en Otero es un claro ejemplo de esta forma de violencia, que busca no solo dañar físicamente, sino también destruir emocionalmente a la víctima.

Este tipo de violencia revela la mentalidad profundamente machista que aún persiste en nuestra sociedad, donde algunos hombres consideran a sus parejas e hijos como propiedades sobre las que tienen derecho a ejercer su poder y control. La violencia vicaria es, en esencia, una forma extrema de manipulación y abuso emocional que busca perpetuar el dominio del agresor sobre su víctima, incluso después de la separación.

El impacto de la violencia vicaria va más allá del daño inmediato causado a las víctimas directas. Afecta a familias enteras, deja secuelas psicológicas profundas en los supervivientes y genera un clima de miedo y desconfianza que puede perdurar durante generaciones. Es por ello que la lucha contra este tipo de violencia requiere un enfoque integral que aborde no solo la protección de las víctimas, sino también la prevención y la educación en igualdad desde edades tempranas.

La respuesta institucional frente a la violencia de género

Ante la gravedad de los hechos, el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de su consejera de Igualdad, ha reafirmado su compromiso en la lucha contra la violencia machista. Sara Simón ha declarado que seguirán trabajando de forma determinante para construir una sociedad libre de violencia hacia las mujeres, reconociendo que, a pesar de los avances logrados, aún queda mucho por hacer.

La consejera ha destacado la importancia de mantener una postura firme frente a los discursos negacionistas que pretenden minimizar la gravedad de la violencia de género. En este sentido, ha señalado que son más las personas que quieren combatir esta lacra que aquellas que la niegan, lo cual representa un rayo de esperanza en la ardua tarea de erradicar la violencia machista de nuestra sociedad.

Asimismo, Simón ha informado que el gobierno regional está muy pendiente de la evolución de la madre de la joven asesinada, ofreciendo todo el apoyo y asistencia necesarios para ayudarla a sobrellevar esta terrible situación. Esta atención personalizada a las víctimas y sus familias es crucial para proporcionar no solo apoyo emocional, sino también ayuda práctica en términos de asesoramiento legal, apoyo psicológico y recursos económicos cuando sea necesario.

La urgente necesidad de una respuesta social unida

El caso de Otero no es un hecho aislado. Ya son diez los menores asesinados en lo que va de año como consecuencia de la violencia machista, una cifra alarmante que exige una respuesta contundente por parte de toda la sociedad. Cada vida perdida es una tragedia inaceptable que nos recuerda la urgencia de intensificar los esfuerzos en la prevención y erradicación de la violencia de género.

La lucha contra la violencia machista requiere un enfoque multidisciplinar que implique no solo a las instituciones públicas, sino también a la sociedad civil en su conjunto. Es necesario fortalecer los programas de educación en igualdad, mejorar los sistemas de detección temprana de situaciones de riesgo y garantizar una protección efectiva a las víctimas y sus hijos.

Además, es fundamental trabajar en la sensibilización social para romper con los estereotipos y actitudes machistas que están en la raíz de la violencia de género. Esto implica un cambio cultural profundo que debe comenzar desde la infancia y extenderse a todos los ámbitos de la sociedad, desde la educación y los medios de comunicación hasta el entorno laboral y las relaciones personales.