En Pontevedra, la sección cuarta de la Audiencia Provincial ha condenado a un hombre a 12 años de cárcel por intentar asesinar a su expareja, con la que mantuvo una relación de 25 años. Este trágico suceso es el resultado de una historia de abusos y violencia que se extendió durante años, dejando una huella indeleble en la víctima.
El tribunal considera probado que el acusado sometió a la víctima, desde el inicio de su relación y, con mayor intensidad, a partir del año 2015, a continuas humillaciones y menosprecios en el domicilio común, en presencia de la hija de ambos. Esta situación de control y violencia desembocó en un intento de asesinato el 5 de diciembre de 2018, cuando el condenado irrumpió en la vivienda de su expareja, pese a la existencia de una pena de alejamiento, con la firme intención de acabar con su vida.
Una Relación Marcada por la Violencia
La dinámica de la relación entre el acusado y la víctima estuvo caracterizada por un patrón de abuso y control. Según la sentencia, el hombre la «controlaba con una actitud sumamente celosa y violenta», llegando a romper sus enseres domésticos, empujarla, agarrarla del cuello y propinarle golpes y bofetadas. Esta situación de terror y anulación de la voluntad de la víctima generó un clima de profundo miedo hacia su pareja por su carácter «violento y dominante».
Incluso después de la ruptura, el acusado incumplió las penas de prohibición de aproximación y comunicación que le habían impuesto, demostrando su desinterés por las consecuencias legales de sus actos.
El Trágico Desenlace
El 5 de diciembre de 2018, el condenado, con la firme intención de acabar con la vida de su expareja, irrumpió en la vivienda, recriminándole que lo hubiera denunciado y anunciándole la muerte. En un acto de extrema violencia, el hombre golpeó a la víctima con el cañón de un revólver y le disparó en dos ocasiones, logrando solo arañarle la mejilla y alcanzarle en el cuello, gracias a la resistencia y el forcejeo de la mujer.
Tras este sangriento ataque, el acusado se disparó a sí mismo, aprovechando la situación la víctima para pedir auxilio por la ventana, al haber el condenado cerrado la puerta para asegurar su intención de matarla.
Este caso pone de manifiesto la gravedad y persistencia de la violencia de género, así como la urgente necesidad de seguir trabajando para erradicar este flagelo social y brindar un mayor apoyo y protección a las víctimas.