Las elecciones en la Venezuela controlada por Nicolás Maduro se han realizado con «opacidad», «obstrucción de testigos» y una «manipulación aberrante», con el rechazo a los observadores internacionales y nacionales que trataron de atestiguarlo a pesar de las amenazas, detenciones, deportaciones y expulsiones del país. Tal es la manipulación que toda la izquierda europea, a excepción del Gobierno de España -la vicepresidenta tercera del Ejecutivo llegó a felicitar a Maduro, así como socios del PSOE como Bildu-, y latinoamericana han pedido el recuento de actas y su publicación.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) aún no ha dado a conocer dichos datos, a pesar de que otras webs gubernamentales sí funcionan correctamente. El CNE proclamó vencedor a Maduro sin haber realizado el recuento, un hecho impensable en un país que se dice demócrata, pero el régimen chavista trata de emular el mismo método que en 2013, cuando evitó reconocer la victoria de Henrique Capriles para después sacar un resultado vencedor. Hubo revueltas entonces, como las hay ahora, y el régimen comenzó a apresar y perseguir a los opositores, señalarles y acusarles falsamente y sin pruebas de idear un golpe de Estado.
Como entonces, Maduro vuelve a señalar y apuntar a la oposición, especialmente a María Corina Machado, inhabilitada para los próximos 15 años bajo falsas acusaciones tras ganar las primarias de la principal alianza opositora y candidata «puntera» en las encuestas.
LA VENEZUELA DE MADURO: DE RESULTADO IRREVERSIBLE A ATAQUE DESDE MACEDONIA DEL NORTE
Ahora, el mismo fiscal general le acusa de liderar un plan de sabotaje desde Macedonia del Norte para tratar de manipular el recuento de las elecciones. El CNE, saltándose toda norma constitucional, dice que la diferencia de votos era «insalvable» e «irreversible» con el 80% de los votos escrutados y con los datos agregados, no estado por estado, ni mesa por mesa, como pide toda la oposición, la UE, Reino Unido, Argentina, Chile, Perú, Brasil, Uruguay, Paraguay y El Salvador, entre otros países.
«Seguimos pidiendo a las autoridades electorales de Venezuela que publiquen resultados de votación completos, transparentes y detallados, incluso por mesa electoral. Esto es especialmente crítico dado que hay signos claros de que los resultados electorales anunciados por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela no reflejan la voluntad del pueblo venezolano tal como se expresó en las urnas el 28 de julio», señaló la Casa Blanca en un comunicado. Perú, por su parte, ha reconocido como vencedor a Edmundo González y por tanto le tratará como presidente de la república venezolana.
Tal es el pucherazo, que hasta el presidente de Brasil, Lula da Silva, ha pedido transparencia y publicación de las actas. Sin embargo, Maduro ha hecho como el que oye llover y se mantiene en el poder a pesar de que las actas de la oposición, con más del 30%, dan una aplastante victoria a Edmundo González con un 70% a 30%, es decir, cerca de siete millones de votos frente a poco más de dos millones cosechados por Maduro.
LA OPOSICIÓN TOMA LAS CALLES EN VENEZUELA
Antaño, las victorias chavistas eran ampliamente celebradas en las calles. En este 2024, tan solo el ejército y los sicarios del régimen de Maduro salieron a las calles para tratar de acallar a los ciudadanos que celebraron la victoria de Edmundo González. Tal es el calibre de la situación que no queda en pie ni una estatua del dictador Hugo Chavez. Todas han caído al suelo como ocurrió con Sadam Hussein en Irak e incluso hay quien apunta que Maduro puede acabar incluso como Gadafi, el dictador de Libia, asesinado a manos de una turba humana harta de tener su pie en el cuello.
El informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) no oculta la situación tras los comicios en Venezuela. El durísimo informe acusa al régimen de Maduro de «distorsionar el resultado electoral» con un proceso «sin garantías». La autoproclamada victoria es «fraudulenta», por más que Yolanda Díaz diga que hay que aceptar el resultado sin rechistar. Es decir, la vicepresidenta del Gobierno acepta un resultado con el 80% escrutado y sin que se publiquen las actas ni los datos mesa por mesa, una deriva peligrosa en caso de copiar esta estrategia en España.
Pero para llegar a este punto, el régimen chavista de Maduro ha desplegado una meticulosa estrategia, implementada en el momento crítico de contar los votos. En toda dictadura que se precie, la cuestión no es tanto en la participación y número de papeletas, sino quien cuenta los votos. El control del chavismo de todas las instituciones es total, hasta el punto de designar el presidente de Venezuela quien es el contador de los votos.
LA ESTRATEGIA DE MADURO PARA MANIPULAR LAS ELECCIONES
«Los eventos de la noche de la elección confirman una estrategia coordinada, que se ha venido desplegando durante los últimos meses, para vulnerar la integridad del proceso electoral. La suma de diversos elementos imposibilita otorgarle reconocimiento democrático a las cifras oficiales», destacan desde la OEA, según el informe recogido por este diario.
En este sentido, denuncia la «opacidad del CNE y su resistencia a la observación nacional e internacional, la extrema inequidad en la contienda, la intimidación y la persecución política, la supresión de candidaturas, los ataques a la prensa y al derecho a la información, la demora en la apertura de centros de votación y en la divulgación de los resultados, la renuencia a permitir el ingreso de testigos de las fuerzas de la oposición a las mesas y centros de votación o entregarles la copia del acta de escrutinio, la suspensión en la transmisión de resultados desde distintos centros de votación, la interrupción del servicio de la página del CNE desde la noche del domingo, el anuncio de un supuesto hackeo al sistema de transmisión sin aportar prueba alguna y, sobre todo, la contradicción entre los porcentajes anunciados y los ejercicios de verificación ciudadana que se hicieron públicos al concluir el escrutinio, que además coincidían con los muestreos y encuestas de boca de urna que aplicaron metodologías técnicas».
LAS ACTAS DE LA OPOSICIÓN HUNDEN LOS CÁLCULOS DE MADURO
Las actas de María Corina Machado y Edmundo González apuntan a 6,2 millones de votos para la oposición y solo 2,7 millones para Maduro.
La estrategia de Maduro en estas elecciones se ha implementado por fases. La primera de ellas pasaba por prohibir la entrada de observadores internacionales y aliados de la oposición, como ha pasado con el PP, mientras el PSOE, lejos de condenar la acción del régimen chavista busca ahora conocer de dónde salió el dinero para ese viaje.
Asimismo, la acción violenta, detenciones, inhabilitaciones, trabas burocráticas, el uso del Estado del aparato electoral y la intimidación afloraron antes de los comicios. De los cinco millones de venezolanos desplazados a otros países solo pudieron ejercer su derecho de voto menos de 70.000. Normal, cuando las embajadas están custodiadas por radicales de izquierdas que siguen a pies juntillas las órdenes del régimen.
Todas estas acciones, según la OEA, «buscaron inclinar la balanza a favor del oficialismo, desalentar y amedrentar a la oposición, engañar y confundir al electorado y, en general, burlar la normativa electoral y los acuerdos alcanzados en un amplio proceso de negociación con acompañamiento internacional». «Desafortunadamente, los esfuerzos del oficialismo por controlar el proceso electoral no cesaron el 28 de julio, sino que más bien se intensificaron al cierre de la votación», apuntan. Según se puede observar, numerosos centros de votación permanecieron cerrados durante horas, mientras los chavistas se burlaban de los ciudadanos.
LA ESTRATEGIA DE MADURO PARA AHOGAR A LA OPOSICIÓN
El demoledor informe de la OEA indica que el régimen de Maduro comenzó con esta estrategia el 5 de marzo de 2024. Ese mismo día, el CNE de Venezuela anunció la celebración de las elecciones presidenciales para este 28 de julio de 2024. No obstante, se obstaculizó a los candidatos opositores para poder ser designados como tales. En total, solo diez personas surgieron como candidatos, sin que ninguna mujer fuera cabeza de lista.
La polarización y desconfianza hacia el sistema electoral, implementado por Maduro, eran señas de identidad. No había separación de poderes y el partido oficialista logró controlar todas las instituciones públicas, el poder legislativo, el sistema judicial, el ejército, la policía, el servicio de inteligencia, el CNE y distintos medios de comunicación. Para mantener a salvo el entramado, el régimen de Maduro tiene a sueldo a grupos armados paramilitares -los denominados motorizados-, así como las «avispas negras», soldados y milicianos de Cuba que deambulan por las calles de Venezuela.
En 2018, la oposición no luchó por la victoria y se abstuvo de participar en la contienda presidencial ante las flagrantes irregularidades, dando así seis años más de oxígeno a los chavistas. «La desmedida concentración del poder y la eliminación de los pesos y contrapesos tuvo, de nuevo, consecuencias electorales claras: la detención y persecución de miembros de la oposición y sus colaboradores, la creación de un ambiente de intimidación y amenaza, la aplicación de subterfugios legales para neutralizar fuerzas rivales y marginalizar a segmentos del electorado, el uso de recursos públicos y redes clientelares con fines proselitistas, la falta de transparencia y las restricciones al derecho de información, entre otras», señala la OEA.
UNA OPOSICIÓN UNIDA Y FORTALECIDA POR MARÍA CORINA MACHADO
La oposición negoció para presentar batalla en 2024 y llegó a un acuerdo para encumbrar a Edmundo González, con una María Corina Machado que se ha dejado la piel por pedir el voto y tratar de convencer a los venezolanos para cambiar el rumbo de miseria y ruina en el que ha metido Maduro a Venezuela. Para contrarrestarlo, Maduro dio orden de atenazar a la oposición e inhabilitar a los miembros más visibles.
Las trabas del régimen se materializaron en marzo de 2024. Corina Yoris, la líder escogida por la Plataforma Unitaria para reemplazar a Machado, no pudo inscribir su candidatura por carecer de acceso a los códigos digitales necesarios para el procedimiento. Según denunció, las claves otorgadas a la PUD eran rechazadas por el sistema, situación que no enfrentaron otras fuerzas políticas. Tras una reclamación por abuso de poder, el CNE dio una prórroga a los plazos, apenas unas horas, y se pudo inscribir a Edmundo González.
Los miembros más cercanos a María Corina Machado fueron auditados y perseguidos, mientras que el SEBIN, el servicio de inteligencia, ponía toda la carne en el asador para continuar con su política de hostigamiento y amenazas. 46 arrestos por vender bienes a la oposición y poder sufragar los costes de la campaña. Se han documentado un total de 112 casos y 267 denuncias de violaciones a la libertad de expresión documentadas en 2024 por la ONG Espacio Público. En «al menos 29 casos y 98 denuncias estuvieron relacionadas con el contexto electoral», apuntan desde la OEA.
EL ACOSO DE MADURO A LOS MEDIOS: «SICARIOS DE LA MENTIRA»
Semanas antes de las elecciones, Maduro hizo su advertencia más seria. El 17 de julio, el aspirante a la reelección prometió «un baño de sangre» y «guerra civil» si no ganaba los comicios. Asimismo, inició una campaña de acoso y derribo contra los medios de comunicación, a los que definió como «sicarios de la mentira» y acusó «de orquestar una campaña mediática que, según dijo, forma parte de un plan para desestabilizar su administración y justificar intervenciones extranjeras».
Se trata así de un «relato de ilegalidades, vicios y malas prácticas que se presentaron durante este proceso electoral en particular, pero que son reiterados en procesos eleccionarios recientes en Venezuela».
Por estos motivos y dado que no hay sustento público documental que respalde los datos anunciados por el CNE, y en cambio existe información de diversas fuentes que los contradicen, es el criterio técnico del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral que los resultados oficiales no merecen confianza ni deberían recibir reconocimiento democrático.