En España, la percepción de la calidad del agua del grifo varía según la región. Mientras que en la Comunidad de Madrid y el País Vasco apenas el 1% de los residentes consideran que el agua es mala o muy mala, en otras zonas como la Comunidad Valenciana, Cataluña y Castilla-La Mancha, este porcentaje supera el 35%.
Esta diferencia en la percepción está directamente relacionada con el sabor del agua, que puede ser desagradable cuando se trata de agua dura, rica en sales de cal y magnesio, o procedente de una desaladora. Los más descontentos con la calidad del agua del grifo son las mujeres, especialmente las más jóvenes.
El impacto económico de elegir agua envasada
Ante esta percepción de la mala calidad del agua, el 41% de los encuestados afirman no beber del grifo en sus domicilios, recurriendo al consumo de agua mineral envasada.
Esto supone un gasto mínimo de 500 euros al año para una familia de cuatro miembros que consume 2 litros por persona, 100 veces más de los 5 euros al año que gastaría si bebiera agua del grifo.
Revertir la Situación: un Esfuerzo Conjunto
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) considera que es posible revertir esta situación con un esfuerzo conjunto de las administraciones enfocado en la mejora de los actuales filtros de sales minerales de las potabilizadoras. Esto mejoraría el sabor del agua y reduciría el impacto medioambiental que supone la recogida y transporte de agua envasada.
Además, la OCU recomienda a los consumidores priorizar el agua del grifo, salvo que el sabor sea desagradable, en cuyo caso aconsejan comprar aguas minerales de manantiales situados en la misma región. Esto reduce el impacto medioambiental generado por el transporte y suele ser más económico.
Por último, la OCU recuerda a los consumidores su derecho a solicitar agua del grifo en los servicios de hostelería, un derecho amparado por la ley, independientemente de la calidad o el sabor apreciado por los residentes.
