En este país la dieta alimentaria se basa en dulces y, aunque los nutricionistas no están de acuerdo con este método de alimentación, muchos se encuentran felices con ello. El país es República Checa donde existe la costumbre de consumir postres como cena y almuerzo.
A pesar de que existen carnes, verduras y alimentos salados son parte del menú habitual, en este sitio los habitantes son capaces de comer una tarta entera en los diversos momentos del día sin ningún tipo de culpa y remordimiento por romper la dieta.
Por qué en este país comen postre durante una semana
Aunque los platos más exquisitos de este país incluyen carne, en República Checa existe la hermosa costumbre de comer dulces todo el tiempo. Según informaron desde la cuenta de Tik Tok @gemelosviajeros, en esta nación ingieren dulces toda la semana y existe un día completo en el que sólo comen este tipo de alimentos. Los influencers aseguraron que estos platos no son pequeños sino que pueden ser enormes y muy abundantes.
Entre los dulces típicos de República Checa se distinguen el indiánek (pequeño indio) checo que era servido en el siglo XIX cuando un mago indio lo servía después de representaciones teatrales e incluye mantequilla, azúcar y ganache de chocolate. Hořické trubičky (tubos de Hořice) es otro de los postres tradicionales de este país que son tubos finos entrelazados con azúcar, canela, miel y cacahuetes.
Postres típicos de este país que puedes comer todo el tiempo
Para los amantes de los dulces la gastronomía checa tiene opciones deliciosas con los más ricos ingredientes. A pesar de que el goulash y pato con col es uno de los predilectos de la cocina en este país, los postres se llevan la atención de los turistas. Además de los mencionados anteriormente, existen otras delicias que se ubican en el top ten de los predilectos por los checos.
El pastel de fruta Valašský frgál es una comida tradicional del área de Beskids de Moravia al este del país. Tradicionalmente se rellena con queso crema, semillas de amapola y mermeladas de ciruela y pera. Las obleas Karlovarské oplatky son las preferidas de los turistas que se presentan en sabores como avellanas y cacao. Štramberské uši (orejas de Štramberk) son los más particulares porque emulan a la oreja humana. Estos pasteles de miel son parte de una tradición de hace más de 800 años que adquiere esta peculiar forma una vez que se sacan del horno.
