El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha rechazado que la sociedad ahora «reciba lecciones» del independentismo a cuenta de la crisis institucional de la Corona por las informaciones relativas a Juan Carlos I después de que el presidente catalán, Quim Torra, avanzara que su Administración estudia denunciar al Rey emérito, preguntándose si también tiene intención de querellarse contra el expresidente de Cataluña Jordi Pujol y «quitarle las placas» con su nombre en todas las inauguraciones que presidió durante su mandato.
En una entrevista con Antena 3, ha pedido «aclarar las cosas» alrededor de Juan Carlos I «sin dar pábulo al populismo y a la demagogia que aprovecha cualquier circunstancia para intentar romper las costuras».
También ha salido al paso de las declaraciones de los ministros de Igualdad y Consumo, Irene Montero y Alberto Garzón, que en los últimos días se han mostrado muy críticos con la situación del Rey emérito, y ha recordado que ambos dirigentes «juraron cumplir y hacer la Constitución» cuando accedieron al cargo. «Y cumplir es respetar la presunción de inocencia», ha afirmado.
Así, ha indicado que prefiere ver a los ministros «haciendo declaraciones de su competencia», instando a Garzón a «hablar de Consumo, que no estaría mal.
«Si se ha hecho alguna fechoría, que se aclare. Si alguien tiene que tener responsabilidades, que se depuren. Pero hay que ser coherentes en la vida», ha manifestado.
EL SISTEMA CONSTITUCIONAL COMO «CREMALLERA»
Así las cosas García-Page ha considerado que el sistema constitucional en España es «una cremallera», y si se rompe una parte, se rompe entero.
Por ello, ha pedido «prudencia y mesura» a la hora de valorar el papel de Juan Carlos I, y «si alguien ha cometido un delito, que se aclare».
«Pero no se puede aprovechar la ocasión para hacer un cuestionamiento del modelo. No es un problema de modelo. El Gobierno y el Estado se tienen que defender en su conjunto, y el testimonio de Juan Carlos ha sido histórico para el país», ha abundado.
En su opinión, la posible «deshonestidad o gestos personales» del Rey emérito «no manchan su propia trayectoria» y mucho menos la de Felipe VI, «que está teniendo un talante y una actitud honestos, serios y responsables».
Con todo, ha sugerido que si la Casa Real se viera obligada a hacer «algún gesto», sería preferible que fuera «de su propia autonomía. «De tanto pedírsele, si lo hace, parecerá que lo hace a la fuerza, y eso no le hace ningún favor».