Gran Canaria exige criterios objetivos para la distribución de menores migrantes entre las islas

La migración de menores no acompañados a las Islas Canarias se ha convertido en un tema de creciente preocupación para las autoridades locales y nacionales. El fenómeno ha alcanzado proporciones alarmantes, con más de 6.000 menores actualmente acogidos en el archipiélago, de los cuales casi 3.500 se encuentran en Gran Canaria. Esta situación ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de establecer criterios objetivos para la distribución equitativa de estos jóvenes entre las diferentes islas y comunidades autónomas.

La complejidad del asunto no solo radica en la gestión inmediata de la acogida, sino también en las consecuencias a largo plazo para estos menores. Un aspecto particularmente preocupante es el destino de aquellos que alcanzan la mayoría de edad sin haber regularizado su situación, quedando en un limbo legal y social que los expone a condiciones de vida precarias y sin perspectivas de futuro. Este escenario plantea desafíos significativos tanto para las administraciones públicas como para la sociedad en su conjunto, exigiendo soluciones integrales y coordinadas.

Distribución equitativa de menores migrantes entre islas

La situación actual en Canarias respecto a la acogida de menores migrantes no acompañados refleja un desequilibrio notable entre las diferentes islas. Gran Canaria, en particular, soporta una carga desproporcionada al albergar cerca del 67% del total de menores acogidos en el archipiélago. Esta distribución inequitativa no solo genera presión sobre los recursos e infraestructuras de la isla, sino que también dificulta la provisión de una atención adecuada y personalizada a cada menor.

Ante este panorama, se ha propuesto la implementación de criterios objetivos para la distribución de menores entre las islas. Estos criterios podrían basarse en factores como la población, la renta per cápita, la tasa de paro y la dispersión poblacional, siguiendo un modelo similar al utilizado por el Ministerio de Juventud e Infancia para la distribución a nivel nacional. La adopción de este enfoque permitiría una repartición más justa y equilibrada, facilitando una acogida con mayores garantías y mejorando la calidad de vida de los menores.

Una propuesta concreta en esta línea es la denominada ‘Propuesta Share’, inspirada en un modelo desarrollado por el Gobierno vasco. Esta iniciativa sugiere una ponderación específica para la distribución de plazas de acogida, asignando un 30% de peso a la población, un 50% al PIB per cápita y un 20% a la tasa de paro. La aplicación de este tipo de criterios transparentes y previsibles permitiría una planificación más eficiente y una gestión más efectiva de los recursos destinados a la atención de estos menores.

Desafíos en la transición a la mayoría de edad

Uno de los aspectos más críticos en la gestión de la migración de menores no acompañados es la situación que enfrentan al cumplir los 18 años. En ese momento, muchos de estos jóvenes se encuentran repentinamente en una situación de extrema vulnerabilidad, sin documentación legal, sin posibilidad de trabajar o acceder a una vivienda, y con limitadas opciones para construir un futuro digno. Esta transición abrupta a la edad adulta sin las herramientas necesarias para integrarse en la sociedad los expone a riesgos significativos.

La falta de soluciones efectivas para este grupo de jóvenes no solo representa un fracaso en términos de protección de derechos humanos, sino que también puede tener consecuencias negativas para la cohesión social y la seguridad pública. Es fundamental desarrollar programas de acompañamiento que faciliten una transición gradual y apoyada hacia la vida adulta, incluyendo formación profesional, orientación laboral y asistencia en la regularización de su situación legal.

La búsqueda de alternativas reales para estos jóvenes requiere un enfoque multidisciplinar que involucre a distintas administraciones públicas, organizaciones no gubernamentales y al sector privado. Es necesario crear vías de integración que les permitan desarrollar sus capacidades y contribuir positivamente a la sociedad que los acoge, evitando así situaciones de exclusión social y marginalidad que pueden derivar en problemáticas más complejas a largo plazo.

Perspectivas y desafíos futuros en la gestión migratoria

Las proyecciones para el año 2024 indican un posible recrudecimiento de la situación migratoria en la ruta canaria. Se prevé un aumento significativo en el número de llegadas, con estimaciones que superan las 20.000 personas en lo que va de año, incluyendo un alto porcentaje de menores no acompañados. Este escenario plantea desafíos importantes en términos de capacidad de acogida, gestión de recursos y garantía de derechos humanos.

La mortalidad asociada a los intentos de cruzar el océano hacia las Islas Canarias es otro aspecto alarmante que requiere atención urgente. Las previsiones apuntan a que este año podría ser uno de los más letales en la ruta migratoria, lo que subraya la necesidad de implementar medidas preventivas y de salvamento más efectivas. Es imperativo que las autoridades competentes aborden esta crisis humanitaria con un enfoque integral que priorice la preservación de la vida y la dignidad humana.

En este contexto, es crucial mantener un equilibrio entre la necesidad de gestionar los flujos migratorios y el respeto a los derechos fundamentales de las personas migrantes. Propuestas como la instalación de carpas permanentes en los puertos para acoger a menores han sido criticadas por potencialmente vulnerar derechos básicos. Asimismo, sugerencias de utilizar al Ejército para frenar la llegada de embarcaciones han sido calificadas como inapropiadas y contrarias a los principios humanitarios. El desafío radica en encontrar soluciones que sean tanto efectivas en términos de gestión migratoria como respetuosas con los derechos humanos y las convenciones internacionales.