Yoga es una actividad milenaria que, con el correr de los años, se convirtió en fundamental para el desarrollo físico y mental. El yoga es una práctica que puede realizarse en cualquier momento y lugar, pero requiere de una correcta supervisión de expertos y profesionales.
Entre sus múltiples beneficios, el yoga ayuda a reducir la presión arterial y su frecuencia cardíaca, el estrés, la coordinación y mejorar su concentración. También contribuye al descanso y una mejor digestión y, según estudios recientes, los que la llevan a cabo representan cambios significativos en su corteza cerebral.
Las posturas de yoga para hacer en la silla
La práctica de yoga es ideal para realizar en casa y no requiere de mayores elementos para llevarse a cabo. La silla puede ser uno de los instrumentos que sólo se necesitan para estos ejercicios, que ayudan a mejorar la postura corporal.
Entre los tres ejercicios básicos en la silla se puede realizar el levantamiento de brazos que ayuda a la elongación y liberar las vértebras de la compresión. El estiramiento lateral es ideal para quienes sufren de escoliosis y hernias. Este ejercicio consiste en estirar un brazo hacia el techo, con las manos extendidas. La tercera postura consiste en realizar torsiones. Esto mejora los trastornos como el insomnio y el estreñimiento o irritaciones digestivas y cutáneas.
Practicar yoga: los cambios neurológicos de esta actividad
Desde la Universidad de Harvard elaboraron una serie de estudios que revelan los beneficios y transformaciones que puede generar el yoga para quienes lo llevan a cabo. Sara Lazar, neurocientífica del Hospital General de Massachussetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, confirmó que esta actividad elimina el estrés y la ansiedad, así como ayuda a la flexibilidad y la fuerza muscular, además del equilibrio y la coordinación. La especialista aseguró que las personas que llevan a cabo este ejercicio milenario “tienen más materia gris en la corteza sensorial”.
Además, la investigadora destacó que tener materia gris en el cortex central, está asociado a la memoria del trabajo y a la ejecución de decisiones. Entre los resultados de sus estudios, también se resaltaron “que el grosor de la corteza cingulada, parte del sistema límbico, había aumentado”. Este segmento del cuerpo humano sería el responsable de la mayoría de los sentimientos, como la emoción, la atención, el aprendizaje, la memoria y la percepción del dolor. Los cambios también se percibieron en el hipocampo izquierdo, imprescindible en el aprendizaje, las capacidades cognitivas, la memoria y la regulación de las emociones.
