Unidas Podemos se rompe, pero no parece que quienes han desgastado el partido estos último años quieran abandonar el barco. El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, ha obtenido un fracaso electoral sin precedentes. Él pidió el voto en Galicia para su candidato, Antón Gómez-Reino, pero no han obtenido ni un diputado en el parlamento gallego. Esto, que casi todos en el partido han entendido como un fracaso estrepitoso de Iglesias, lo quiere usar el líder de Unidas Podemos para quemar a la única persona que se ha ganado el respeto y la admiración de las bases de la formación morada y que ya suena como una posible sustituta para liderar el partido en el futuro: Yolanda Díaz.
Iglesias ha dado orden en Podemos de que se guarde silencio ante el batacazo. Los que llevan tiempo en el partido comentan a las espaldas de Iglesias que o se busca un cambio, o la formación está condenada. Sin embargo, Iglesias no está dispuesto a abandonar el poder al menos hasta que cumpla los cuatro años que quedan de legislatura; razón por la que adelantó la Asamblea Ciudadana para blindarse al frente de la formación y tener, así, una legislatura tranquila y sin exabruptos ni disidencia interna, algo que no soporta el líder de Unidas Podemos.
El problema ha llegado cuando la gestión impecable de Yolanda Díaz se ha cruzado en el camino de Iglesias. Díaz se ha convertido en la favorita de muchos en las bases del partido para liderar la renovación de Unidas Podemos, algo que choca de frente con los planes de Iglesias, quien no está dispuesto a ceder los mandos del partido a alguien que no pertenezca a su núcleo duro. El líder de Podemos no es reacio a la idea de ceder el timón de Podemos, pero tiene que ser a alguien de su confianza y sesgo.
La ministra de Trabajo es de Izquierda Unida, y su llegada al frente de Unidas Podemos significaría que IU ha fagocitado a Podemos, algo que Iglesias no está dispuesto a consentir bajo ningún concepto. Es por eso que el vicepresidente ha visto una oportunidad de oro en la debacle electoral para quemar a su principal amenaza en el futuro próximo.
Díaz, al igual que Iglesias, hizo campaña en favor de Gómez-Reino. Pero el hecho de que la ministra sea gallega y proceda de IU Galicia ha sido interpretado por Iglesias como un filón que pueden aprovechar para acabar con su principal rival y, de paso, evitar un mayor desgaste de Iglesias.
La idea es simple: asociar el fracaso electoral de Galicia con los candidatos y las principales caras visibles de la izquierda gallega. Gomez-Reino no es muy conocido de puertas hacia fuera, pero Díaz sí, algo que Iglesias no piensa dejar escapar bajo ningún concepto. Si se ha fracasado en Galicia no ha sido a causa del líder, sino porque quienes realmente estaban al pie del terreno en la autonomía no han sabido moverse bien ni entender el mensaje que querían los gallegos. Y es ahí donde entra la presunta culpabilidad de Díaz con la que Iglesias quiere quemarla.
Esta obsesión por acabar con Yolanda Díaz, o al menos con su prestigiosa imagen de cara a las bases de Unidas Podemos, viene motivada de que el nombre de la gallega de IU ya se ha puesto sobre la mesa para una posible renovación del partido. Iglesias no sabe qué ocurriría si en otra asamblea Díaz se presentara con su equipo para liderar Unidas Podemos ni conoce hasta qué punto la ministra de Trabajo tiene el respaldo de quienes le auparon al poder que ahora guarda con tanto recelo.
La otra cara de la moneda es la debacle de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Ahora nadie se cree que Montero pueda liderar la formación cuando su pareja deje el cargo. Cada vez son más las voces críticas en Podemos que no se muestran de acuerdo con la gestión del líder. Montero representa la continuidad y su desgastada imagen (que pasa por ser una de las ministras peor valoradas en el Gobierno) tras gestionar su ministerio inventado han alejado a Montero de la posibilidad de sustituir a Iglesias al frente de la formación morada.