Carles Puigdemont y Pere Aragonès han vivido una larga noche electoral. Los líderes de Junts y ERC, respectivamente, salen escaldados pese al ascenso del primero en escaños y votos. Y es que, el independentismo ha dado la espalda a la aritmética, la única fórmula que disponen para mantener a salvo el Govern de la Generalitat en manos independentistas. Eso sí, la abstención ha sido del 50,07%, dejando la participación por debajo de la mitad y el segundo peor registro de todos los comicios.
La victoria del PSC deja a Puigdemont con un sabor agridulce. El residente en el sur de Francia tras seis años en Waterloo ha obtenido casi 100.000 votos más respecto a 2021, tres escaños más y un total de 35 diputados, pero solo la unidad independentista podría hacerle presidente si se cumplen los veto cruzados en la campaña y en la noche electoral.
La aritmética señala que PSC+Junts tienen mayoría absoluta de 77 escaños. El siguiente escenario posible es PSC+ERC+Comuns, con 68 escaños, mientras que PSC+PP+Vox alcanzarían también ese mismo número que marca la mayoría absoluta. El bloque independentista, Junts+ERC+CUP+Aliança Catalana alcanzan los 61 escaños.
De esta forma, Salvador Illa y los socialistas dependen exclusivamente de ERC en la primera vuelta, pero también del PPC si la investidura llegase a la segunda. Y es que, la ley catalana exige que haya más ‘síes’ que ‘noes’.
ILLA TIENE INTENCIÓN DE GOBERNAR PESE A PUIGDEMONT
Si ERC se negara a hacer presidente a Salvador Illa, el PPC podría suplir la abstención de ERC con un voto favorable, mientras que con los Comuns sería suficiente para recuperar la Generalitat una década y media después. Así, PSC (42)+PPC (15)+Comuns (6) suman 63 escaños, que dependerían en este caso de una abstención de los republicanos, suficiente para sortear el rechazo de Junts (35), Vox (11), la CUP (4) y Aliança Catalana (2), cuya suma da un total de 52 escaños.
El PPC de Alejandro Fernández, no obstante, ha impuesto como condiciones a Illa que rompa todos los pactos con los independentistas para obtener sus votos, una exigencia que los socialistas no toman ni en consideración cuando la suma con ERC y los Comuns facilita un «Gobierno progresista».
Con este juego de números, Puigdemont tratará de convencer a ERC para poder conformar una mayoría independentista en la Generalitat, pero para ello tendrá que aceptar los votos de Aliança Catalana y la CUP, los dos extremos de la derecha e izquierda independentista. En caso de conseguirlo, Puigdemont podría gobernar de nuevo, siempre y cuando PSC, PP y Vox no votaran en contra. E Illa no estaría por la labor de permitir, ni con la abstención ni con el voto afirmativo, que Puigdemont pueda volver a la Presidencia de la Generalitat.
LA SEDE DE ERC, UN HERVIDERO
De esta forma, todo queda a manos de ERC, que deberá decidir entre Illa, oposición constructiva o Junts. Sea como fuere, todo pasará por la calle Calàbria, y el bloqueo queda en manos de Pere Aragonès, quien ha asegurado que se mantendrá en el Parlament hasta que la Ejecutiva de ERC tome una decisión. «Sopesa irse, pero también cree que puede liderar la remontada», indican fuentes de los republicanos.
No obstante, las caras largas de Junqueras y el silencio de Gabriel Rufián muestran un ruido de sables interno dentro de la sede de ERC. «Aragonès ha perdido la mitad de los votos elección tras elección y confeccionar las listas a su gusto ha sido un error de novato», afirman. Los críticos, además, piden y exigen no solo responsabilidades, sino también actos. «La dimisión en bloque es una forma de admitir el error en esta estrategia suicida», profundizan.
Nos ha llevado a su terreno, con la reflexión política de Pedro Sánchez, una treta que ha dejado anulada la campaña electoral
«La pinza entre Junts y el PSC ha sido solo fruto de una gestión negligente a todos los niveles. Desde el Govern como a nivel interno en el partido», han señalado.
LOS CRÍTICOS ALZAN LA VOZ CONTRA ARAGONÈS
«Se trata del inicio del fin, solo empezó hace cuatro años cuando Junts y ERC dejaron de hablarse. Estas mismas fuentes consideran que Illa merece el castigo en el Parlament. «Nos ha llevado a su terreno, con la reflexión política de Pedro Sánchez, una treta -dicen- que ha dejado anulada la campaña electoral», han indicado.
Puigdemont, por su parte, sólo tiene una salida. O vuelve al Parlament como presidente de la Generalitat o se marcha de la política. Así lo aseguró en campaña electoral, mientras insiste en dejar fuera a Salvador Illa de cualquier posible pacto que le llevara a la Generalitat. Es decir, no habrá suma entre PSC y Junts porque Puigdemont veta al propio Illa, y viceversa.
De hecho, la única opción del PSC y Ferraz es que gobierne Illa. Otra opción conllevaría una repetición electoral, con resultado muy incierto ya que los electores suelen castigar al que identifican como culpable del bloqueo.
Así las cosas, en ERC preparan su particular carnicería en una lucha entre dos almas muy diferenciadas y los díscolos, apartados, entre ellos cuatro consejeros de la Generalitat. Junqueras y Aragonès tendrán que explicar como Puigdemont les ha devorado por la derecha, mientras Illa les ha arrebatado escaños en sus propios feudos.