domingo, 24 noviembre 2024

Hallan huellas dactilares de los narcos en la lancha que mató a dos guardias civiles en Barbate

El laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil ha encontrado huellas dactilares de dos narcos en la narcolancha que sirvió para asesinar a sus compañeros en aguas de la localidad de Barbate (Huelva) el pasado 9 de febrero. El examen de la narcolancha por los expertos de la Benemérita logró obtener dos huellas latentes de dos personas diferentes, una en un bote de plástico y la otra en una lata de conserva de maíz de una conocida marca. Esta prueba se suma a otras muchas como la ropa que llevaban puesta e intentaron abandonar por el camino, los restos de pintura del bote de la Guardia Civil encontrado en la narcolancha y varios testimonios de testigos que presenciaron los asesinatos.

OCHO O DIEZ PUNTOS SON SUFICIENTES PARA ESTABLECER LA IDENTIDAD ENTRE DOS HUELLAS

Pero las huellas dactilares son pruebas objetivas que no pueden ser rebatidas y de ahí su importancia. Tras obtener las huellas a bordo de la narcolancha éstas fueron remitidas para su cotejo en el Sistema Automático de Identificación Dactilar (SAID), que arrojó dos resultados positivos, y en concreto dos índices de la mano derecha de dos de los seis detenidos tras el asesinato de los dos guardias civiles en Barbate.

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Interior de la narcolancha.

«Al objeto de hacer aflorar aquellos fragmentos de huellas que pudieran existir de una forma latente en las diferentes superficies aptas para contenerlas, se han tratado las mismas con las técnicas de revelado idóneas para cada una de ellas, obteniéndose dos huellas en estado latente. El resto de grupos de crestas aparecen empastados, superpuestos o en escaso número, por lo que carecen de valor identificativo», según el informe elaborado por la Guardia Civil para el Juzgado de Barbate que instruye la causa por asesinato.

PRUEBAS EN LA NARCOLANCHA

El citado documento también explica donde se obtuvieron las huellas y se fotografían los objetos donde estaban: «Un fragmento de huella latente sobre uno de los botes de plástico hallados en la caja negra que se localizó en el tambucho de la consola central» y otro «fragmento de huella latente sobre una lata de conservas de maíz hallada en la caja negra que se localizó en el tambucho de la consola central» de la narcolancha.

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En un bote había una huella dactilar.

El 26 de febrero de 2024, dieciséis días después del asesinato de los guardias Miguel Ángel González y David Pérez, el SAID identificó una de las huellas como perteneciente a José Israel A.B., según consta en la base de dato INTPOL, de 39 años y residente en La Línea de la Concepción (Cádiz) y otra a Juan Francisco A.C., de 44 años y también oriundo de La Línea.

El informe de la Benemérita aclara que «aunque no hay un acuerdo internacional sobre el número de puntos característicos exigibles para establecer la identidad entre dos huellas o impresiones (…) en España la jurisprudencia considera que ocho o diez puntos característicos son suficientes para establecer la identidad entre dos huellas o impresiones, siempre que sean idénticos en cuanto a los parámetros topográficos». En este caso, la identificación resultó positiva con el índice derecho de José Israel. Para tener mayor seguridad incluso la Guardia Civil pidió la ficha auxiliar del DNI del sospechoso al Servidor de Imágenes de la Oficina del Documento Nacional de Identidad y había hasta doce puntos característicos entre la huella en la embarcación y la reseña del DNI del detenido.

LA HUELLA DE EL CABRA

La segunda de las huellas investigadas arrojó tras su cotejo con el SAID que pertenecía a Juan Francisco A.C., alias «Kiko el Cabra», de 44 años, conocido por ese apodo debido a la temeridad con la que manejaba las narcolanchas. En este caso fue el bote de maíz el que guardó la huella del índice de su mano derecha cotejada con la base de datos de Intpol, un fichero que recoge todos los datos de detenidos por Policía o Guardia Civil en España. La identidad de El Cabra también fue verificada con la ficha auxiliar de su DNI.

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La otra huella la encontraron en una lata.

Tanto Juan Francisco como José Israel, ambos de Cádiz, y otro ciudadano marroquí llamado Mustafá C. pasaron la noche escondidos tras un carguero en el mar, algo normal entre los tripulantes de las narcolanchas cuando se ven cercados por el Servicio de Vigilancia Aduanera, pues así intentan esquivar el radar.

Horas antes habían dejado a tres de sus cómpinches en Sotogrande donde fueron detenidos. Según las primeras investigaciones estas tres personas eran mecánicos de planeadoras, que habían subido a reparar una avería, pero este extremo todavía no se ha podido comprobar. A la mañana siguiente fueron detenidos El Cabra, José Israel y Mustafá en La Línea de la Concepción tras haber embarrancado su lancha en una playa y huir a pie deshaciéndose de la ropa que llevaban el día anterior.

Juan Francisco, el cabecilla, cuenta con numerosos antecedentes penales por desobediencia, contrabando, resistencia a la autoridad y blanqueo de capitales. El Cabra tiene dos casas, una en la zona denominada Villa Narco, en El Zabal, de la Línea de la Concepción, y otra en el casco antiguo del pueblo. También había sido detenido el año pasado por transportar 40 kilos de hachís, pero se encontraba en libertad a la espera de juicio. Los otros dos detenidos junto a él no tienen antecedentes penales.