La Fiscalía de la Audiencia Nacional pide 22 años de cárcel para Pompeyo González, un jubilado anarquista burgalés que fabricó y envió cartas bomba a diversos organismos. La Fiscalía ha calificado aquellos hechos como delitos de terrorismo con lesiones, en el caso de un trabajador de la embajada de Ucrania que recibió y abrió uno de los sobres y varios más por delitos de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos, inflamables o incendiarios con finalidad terrorista. Por el primero de los delitos pide 10 años de prisión y 12 por el segundo. Se apoya fundamentalmente en siete pruebas recabadas por la investigación policial.
En total piden 22 año de cárcel para él, aunque la Fiscalía advierte que el tiempo de cumplimiento de prisión efectiva es de 20 años en nuestro Código Penal. También se pide que Pompeyo González indemnice al herido en la embajada con 1.500 euros por las quemaduras en una de sus manos.
Para la Brigada de Información de Policía Nacional que investigó el caso parece probado que este jubilado de Miranda de Ebro (Burgos) fabricó y envió cartas explosivas por correo ordinario el 24 de noviembre de 2022 a la Presidencia del Gobierno de España, el 30 de noviembre a la embajada de Ucrania en Madrid y a las instalaciones de la empresa de armamento Instalaza en Zaragoza y otras dos el 11 de diciembre de 2022 al ministerio de Defensa y a las Instalaciones de la OTAN en Madrid. En total fueron cinco artefactos explosivos.
SIETE PRUEBAS
Las principales pruebas acumuladas contra Pompeyo, detenido el 25 de enero de 2023 a las 7 de la mañana cuando 20 agentes irrumpieron en su domicilio, son siete. La primera son las imágenes grabadas en los centros de transporte y distribución de Correos en Valladolid que permitieron ver los paquetes enviados. Además, los sobres que no hicieron explosión conservaron el matasellos del CTA de Valladolid lo que acotó la búsqueda de los investigadores a una zona concreta del norte de España, sellada con el código 47, que corresponde a la provincia de Burgos.
Los sellos estampados «Disello cat. General 0,75 euros» y «Monte Santa Trega 2,70 euros» permitieron «determinar que las dos únicas expendendurías donde se pudieron comprar eran los estancos en las calles San Pablo y Sombrerería, ambas de la ciudad de Burgos», según consta en el atestado policial.
Las características de los sobres condujeron a una empresa vía web que comercializa este tipo de sobres. «De la información solicitada a esta empresa comercializadora sobre todas aquellas personas físicas y jurídicas que adquirieron este tipo de sobres, destaca Pompeyo González (…) que adquirió 25 sobres de estas características».
«UN KILO DE NITRATO POTÁSICO, CABLE CON MECHA y FILAMENTOS DE COBRE», FUERON ALGUNAS COMPRAS DE POMPEYO
La Policía también requirió información a Amazon «sobre las compras efectuadas por Pompeyo González Pascual» que «resulta que entre los meses de junio y julio adquirió un kilo de nitrato potásico puro, cable con mecha, interruptores, filamentos de cobre y bombillas incandescentes y entre los meses de octubre y noviembre de 2022 adquirió pegatinas adhesivas de 100 X 50 mm, bisagras de 25 X 23 mm, toda clase de tornillería, brocas de precisión, plantillas para dibujar los números y el abecedario…».
Con toda esa información la Policía Científica constató que «las etiquetas autoadhesivas de color blanco eran del mismo tipo que las que se colocaron en el dorso de los sobres donde se anotó el destinatario y su dirección» y que la utilización de plantillas para escribir las notas denotaba «una evidente falta de espontaneidad y de sinceridad, lo que se demuestra por el sistema de construcción empleado, trazo a trazo, con predominio del formato versal, paradas frecuentes, reenganches y correcciones, elementos todos ellos que pueden indicar un intento de ocultar el estilo habitual de escritura», según los instructores del caso.
Los investigadores también siguieron el rastro en Internet de las compras y concluyeron que «las compras realizadas desde la IP del ordenador coincide con el número de IP desde la que se consulta la página web del ministerio de la Presidencia, de Defensa…», todos lugares que recibieron los sobres con explosivos.
EL ADN LE SEÑALA COMO CULPABLE
La séptima prueba contra Pompeyo González fueron «los diferentes vestigios de ADN encontrados en los artefactos enviados a las embajadas de Ucrania y EEUU, al SatCen (Centro de Satélites de la UE), a los ministerios de Defensa y Presidencia y de la mercantil Instalaza, aparece un mismo perfil genético correspondiente a un varón». Como no había manera de comparar ese ADN con la muestra del sospechoso la Policía estableció un dispositivo de vigilancia frente a la casa de Pompeyo y el 18 de enero de 2023 «fue recogida una bolsa de residuos que aquel depositaba en un contenedor cercano a su domicilio». Luego, sólo fue necesario que Policía Científica cruzase las muestras y constatase que el perfil genético de Pompeyo González era el mismo que el obtenido de la saliva en los sellos de las cartas.
Tras la detención de Pompeyo González y el registro en su domicilio se descubrieron otras pruebas en casa del jubilado, de 74 años. Entre estas pruebas había numerosos recortes de prensa y libros. En el salón de su casa encontraron un ejemplar de «El Capital», de Karl Marx y en su coche «República, guerra y campos de concentración. Memorias de un anarquista bilbaíno» de Félix Padín Gallo y entre los recortes de Prensa llamó la atención de los policías uno con la crítica del libro «Matar al Rey», de José Luis del Corral.
PUTIN, LENIN Y EL CHE GUEVARA
Pompeyo era un nostálgico de la Rusia de Putin y de la Segunda República española. Nada que ver con los ultraderechistas a los que al principio acusó el Gobierno de Pedro Sánchez de estar tras la autoría de las sobres explosivos. Al final el Unabomber español resultó ser un anarquista de 74 años, que cobraba una pensión del Ayuntamiento de Vitoria, guardaba en su armario un póster de La Pasionaria y otro del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En el salón también había una veintena de tubos cilíndricos de metal, un marco de madera con la imagen del líder comunista ruso Lenin, un llavero de metal de la cara del Che Guevara de color rojo con la leyenda «Hasta la victoria siempre» y varias páginas del diario oficial cubano Gramma.
Además, el jubilado anarquista guardaba en un armario 14.800 euros en metálico en tres sobres, en concreto en billetes de 50 y 20 euros. En el primero había 4.800 euros, 5.000 en el segundo y otros 5.000 en el tercero. Cuando le preguntaron dijo que «no confiaba en los bancos». A pesar de su edad, Pompeyo era un seguidor de los últimos avances en tecnología y guardaba cuatro tarjetas de memoria, una cámara de vídeo Samsung, otra cámara de vídeo Sony con sus respectivas tarjetas SIM, un ordenador portátil, cinco memorias pendrive, un teléfono móvil y un dron con una tarjeta de memoria incorporada con el que incluso podía grabar imágenes.