En las tierras de Galicia, un ancestral plato asoma cuando llega el momento de la matanza: la zorza, un manjar emblemático en esta comunidad autónoma del noroeste de España. Este preparado, no solo se nutre de la riqueza cárnica de los cerdos, sino que es sazonado con pimentón, ajo y otras especias que subliman su sabor. Además, la zorza no solo representa un platillo exquisito, sino un evento social y cultural que se celebra en familia o comunidad, siendo una parte vital de la tradición gallega.
La zorza suele prepararse con carne de cerdo picada o cortada en pequeños trozos, que se adereza con pimentón, tanto dulce como picante, ajo y sal. Estos ingredientes básicos pueden variar según la zona y los gustos personales, y algunos cocineros incluso le añaden orégano u otras hierbas. Uno de los secretos esenciales para una buena zorza es el maridaje perfecto entre la carne y sus condimentos, logrando que los sabores se impregnen adecuadamente antes de cocinarla.
1ENTRANDO EN LA COCINA GALLEGA: LA ZORZA
Además de servir como plato principal, la zorza también es el relleno básico de los famosos chorizos y empanadas gallegas. En este contexto, la calidad de la carne es fundamental, y muchas familias todavía prefieren el cerdo criado en casa, alimentado con una dieta tradicional que garantiza una textura y sabor inigualables. La preparación es un ritual en sí mismo, donde el tiempo y la paciencia son ingredientes imprescindibles.
El proceso comienza con el adobo, en el cual la carne se deja reposar junto con los condimentos para que estos penetren profundamente. La duración de este proceso puede variar, pero muchas recetas aconsejan dejar adobar la carne durante al menos 24 horas. El adobo perfecto es aquel que consigue un equilibrio entre el sabor del pimentón, el picor del ajo y la robustez de la carne.
Una vez adobada, la carne se puede cocinar de diversas formas: frita en su propia grasa, asada o incluso a la parrilla. La zorza se sirve tradicionalmente con patatas cocidas o fritas y pimientos de Padrón, lo que constituye un plato bastante completo y nutritivo. Para los gallegos, consumir zorza no es solo una cuestión de alimentación, sino un auténtico acto de comunión con su cultura y su tierra.