La nadadora española Teresa Perales, ganadora de 27 medallas en Juegos Paralímpicos, recalcó el «tremendo honor» por su investidura este jueves como Doctora Honoris Causa de la UNED y aprovechó la ocasión para recordar al mundo del profesorado y la educación que no duden en dar oportunidades porque «cuando te dicen muchas veces que no puedes, puedes caer en la tentación de creértelo» y porque «el origen no determina el destino».
«No sé si me merezco estar aquí y ser reconocida con este Doctor Honoris Causa, pero lo recibo con tremendo honor, con profundo agradecimiento y quiero compartirlo con todas aquellas personas a las que muchas veces se les juzga sin ninguna razón y no se les da la oportunidad», expresó en su discurso Perales, acompañada en el acto por Pilar Alegría, ministra de Educación, Formación Profesional y Deporte, Miguel Carballeda y SAR la Infanta Elena, presidente y presidenta de Honor del Comité Paralímpico Español, y Luis Cayo, presidente de CERMI.
La zaragozana recordó que «cuando te han dicho muchas veces no puedes y esto no es para ti, puedes quedar en la tentación de creértelo», por lo que pidió cambiar «la historia» con un mensaje mucho mejor de dirigirse a las personas como «un diamante en bruto», como a ella le sucedió con Ramiro, su «primer entrenador» en la piscina y que le «cambió la vida en aquel momento difícil» cuando se quedó en silla de ruedas.
«Yo ponía el foco en que no podía mover mis piernas y él me hizo entender que lo importante era que supiera mover muy bien mis brazos. Me convirtió en una persona excelente en el agua, y eso es lo que me ha movido durante toda mi vida, tratar de lo poquito que sé hacer bien, hacerlo muy bien», añadió.
Por ello, deseó que «ojalá todos los profesores» le puedan decir «en algún momento» de sus vidas a sus alumnos que «son diamantes en bruto que se pueden pulir». «Porque sin quererlo, les podéis cambiar la vida», recalcó la nadadora.
Perales aseguró vivir «un momento muy emocionante» en el que a su cabeza venían sus años de juventud y entonces «nunca» se imaginó que «la vida» le depararía «todo» lo que le ha deparado «en el futuro» y «todo» lo que ha podido «vivir, todas esas grandes experiencias». La aragonesa agradeció el laudato de su madrina, «bonitas palabras que son un recordatorio de vida». «A veces, por pasados parece que son olvidados, pero lo cierto es que siempre permanecen en la historia personal de cada uno y nos hacen ser lo que somos hoy en día», indicó.
Perales habló de su primera etapa en la UNED, cuando su abuelo la acompañaba a sus clases hasta que a los 19 años tuvo la neuropatía que cambió su vida, sobre todo «la altura, algunas perspectivas y algunos proyectos». «Cambió una forma de hacer las cosas de una manera diferente, que no es nada malo, simplemente es un reto. Todo en esta vida depende de cómo vemos las cosas, las aceptamos, las asumimos y las abrazamos», añadió.
«Si somos capaces de entender que al final es un regalo se puede convertir en una puerta abierta a un futuro que puede ser una incertidumbre y la incertidumbre al ser humano, por naturaleza, no le gusta porque nos gusta más el confort y la tranquilidad, pero a mí me va más la marcha, aunque hay alguna vez que digo que igual deberíamos tener un poquito más de sosiego», prosiguió.
La ganadora de 27 medallas paralímpicos no se rindió y quiso «seguir estudiando y yendo a la universidad», pese a las dificultades para llegar a Calatayud por la ausencia entonces de autobuses adaptados y a que su abuelo ya era muy mayor y no la podía llevar. Por ello, y dado que todo se le empezaba a hacer «muy pesado», se topó con otro profesión que le cautivó «mucho más» como Ciencias de la Educación porque siempre ha tenido «vocación de servicio» y pasó a la Universidad de Zaragoza para estudiar Fisioterapia.
Aquellos, «fueron años duros y, a la vez, extraordinarios» para la deportista, que «nunca» ha querido quedarse «con la parte negativa de las cosas». «Me parece aburrido, egoísta, absurdo, es no reconocer un regalo tan precioso y tan maravilloso como es estar vivo», advirtió.
Teresa Perales elogió la figura de su padre y su madre, los cuales le «enseñaron muchísimas cosas, sobre todo a disfrutar de la vida», y no ocultó que el fallecimiento de su padre cuando tenía tan sólo 15 años le hizo percatarse «de que la vida es un juego». «Y por muy difícil que se ponga el camino, y a mí me lo ha puesto y me lo sigue poniendo muy complicado, sigo sin querer rendirme. Esto es quizá uno de los valores que realmente tengo que puede que merezca la pena, las medallas no le veo tanto mérito porque se me ha dado bien», agregó.
«EL ORIGEN NO DETERMINA EL DESTINO»
Tampoco lo encontró fácil en la piscina, donde aprendió a nadar aunque «no estaba garantizado» porque cuando era pequeña le «descartaron» los profesores. «Siempre he pensado qué les habrá pasado por la cabeza a aquellos profesores cuando me hayan visto. Igual no saben ni quién soy ni que pasé por sus manos, pero me encantaría que lo hubieran sabido y que digan ‘La dejamos escapar y no la dimos la oportunidad'», puntualizó.
«Y es que tenemos que tener paciencia para reconocer que las personas necesitamos nuestros tiempos y que tenemos la capacidad y las habilidades. Y esa es una de las grandes responsabilidades en instituciones como la universidad, el dar la oportunidad a alumnos que cuando los tienes delante. Siempre digo que el origen no determina el destino, si el mío hubiera tenido que determinar mi destino, no estaría aquí, no habría hecho prácticamente nada», remarcó Perales.
La zaragozana está encantada de tener la oportunidad de «compartir» su «experiencia» y su «vida», pero no porque la considere «especial» sino porque la ha vivido y la sigue queriendo vivir «con muchas ganas». Además, resaltó que «sólo hay una cosa que de verdad es esencial» y es «la fuerza de voluntad» de las personas. «Tener una discapacidad sólo es algo que te acompaña, pero que no va más allá», aseveró.
Perales entendió que lo suyo era «romper barreras» cuando logró terminar la carrera y después de haberse «‘enfrentado'» incluso a algún profesor que le dijo que no sabía si sería «capaz de acabarla». Por ello, alabó a la UNED por «permitir que, a través de la distancia, muchas personas tengan la oportunidad de seguir estudiando. «Yo aprendí que nunca es tarde para empezar un nuevo rumbo ni para seguir aprendiendo», destacó.
«Necesité muchos años para descubrir que llegaría a ser nadadora y que sería tan amante de la vida que parece que nada me pueda parar. Y que por muchas dificultades que pueda encontrar en el camino, pienso seguir adelante. Lo que intento con cada segundo de mi vida solamente es transmitir esperanza, transmitir y contagiar, en la medida de lo posible, un poquito de felicidad», sentenció Teresa Perales.