En las páginas de la historia culinaria, encontraremos infinidad de recetas que han traspasado fronteras y se han convertido en verdaderas leyendas, y entre ellas, destaca la tarta Charlotte. Su origen, tan envuelto en el misterio como lleno de sabor, atrae a cocineros y golosos de todo el mundo.
Pero no es solo su historia lo que cautiva, sino también su versatilidad en la cocina moderna, revelada en cientos de variantes que se adaptan a los paladares más exigentes. En este artículo, vamos a adentrarnos en los secretos de este postre, que continúa encantando a quienes tienen el placer de degustarlo, y no solo eso, revelaremos los pasos de una receta para que puedas llevar el encanto del Charlotte a tu propia mesa.
1¿CÓMO NACIÓ LA TARTA CHARLOTTE?
La leyenda dice que fue nombrada en honor de la reina Carlota de Inglaterra, pero otras fuentes apuntan a Rusia, donde se le habría otorgado el nombre de «Charlottka». Lo que sí sabemos con certeza es que fue popularizada en Francia, donde el chef Marie-Antoine Carême, conocido también como el «Rey de los chefs y chef de los reyes», la elevó a la categoría de postre noble. El Charlotte original se elaboraba con pan rancio y manzanas caramelizadas, y era considerado un postre rústico.
Con los siglos, la tarta Charlotte evolucionó. Los chefs de renombre comenzaron a experimentar con diferentes ingredientes, dando lugar a variantes como la Charlotte Russe, una sofisticada versión inventada por Carême a mediados del siglo XIX. Este postre se distingue por su forma cilíndrica con un relleno de crema bávara o mousse, rodeado de bizcochos de soletilla y decorado de manera artística y deliciosa.
La popularidad de la tarta Charlotte no ha hecho más que crecer con los años. Hoy en día, encontramos Charlottes dulces y saladas, algunas con frutas como manzanas, peras o fresas, y otras con sabores más aventureros como chocolate y licores. La magia de este postre radica en su camaleónica capacidad de adaptarse a diversas culturas y gustos.