En el tapeo de una barra cualquiera o en la mesa de un restaurante con pretensiones innovadoras, las torrijas siempre encuentran su momento de gloria durante la Semana Santa. Pero, ¿se pueden renovar estas delicias de la repostería tradicional? La respuesta es un rotundo sí con la versión al vino, que promete una experiencia gastronómica sumamente placentera.
Nuestra propuesta de hoy no solo busca retomar la herencia culinaria sino que la enriquece con el aroma y el sabor de un buen caldo de la tierra. ¡Te invito a que sigas leyendo y descubras el paso a paso exquisito y fácil para preparar torrijas al vino!
1LA BASE PERFECTA: EL PAN Y EL VINO SELECCIONADO
El primer fragmento esencial en nuestra receta es, sin duda, la elección del pan. Si quieres obtener una torrija excepcional, busca un pan de miga densa y corteza crujiente. Una barra del día anterior proporcionará la textura ideal, absorbiendo los líquidos sin desmoronarse. En cuanto al vino, la pieza central de esta variante, opta por un vino tinto de cuerpo medio, que no sobrepase con su carácter la esencia del dulce. Un Rioja joven o un Ribera de Duero son dos excelentes opciones. No subestimemos el papel del alcohol; este debe ser de calidad, ya que impregnará cada rebanada con su perfil gustativo y enológico.
La proporción de vino y leche, otro ingrediente clásico en la preparación de torrijas, es decisiva. Los puristas quizás prefieran un toque sutil del vino, mientras que los más aventureros pueden optar por una versión más atrevida y cargada. No obstante, un equilibrio entre ambos líquidos garantizará que el pan se emborrache de sabores de forma equilibrada. La especiación también juega un papel primordial: canela en rama y cítricos como la naranja o el limón son adiciones comunes que realzarán la sinfonía de sabores.