Parecía que el vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, había pasado por el aro e iba a tragar con algunas de las líneas rojas impuestas por el ala moderada del PSOE. Sin embargo, pese a que Iglesias ha dejado de hacer ruido respecto a una de ellas (la derogación íntegra de la reforma laboral), ha azuzado a los independentistas catalanes y vascos para que dejen entrever que abandonarán al Gobierno de coalición si no cumplen lo prometido en campaña, que no es otra cosa que tumbar la reforma laboral del expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. Sin embargo, el despiste de esta semana con la votación para derogar la reforma laboral ha hecho saltar las alarmas en las formaciones independentistas.
«Como dice Gabriel Rufián, el PSOE no hace, hay que obligarle a hacer. Por eso hasta que no se derogue la reforma laboral habrá que decir #PSOENoCumple», ha asegurado Oskar Matute, diputado de EH Bildu. Desde que Pedro Sánchez dejó entrever al poco de tomar el poder que no derogaría la reforma laboral en su totalidad, un torbellino arrasó la relación entre Unidas Podemos y el PSOE. Iglesias se dedicó sin ningún pudor a salir en los medios de comunicación contradiciendo las palabras de la otra vicepresidenta Nadia Calviño mientras Sánchez guardaba silencio. Sin embargo, la estrategia de Podemos cambió después de que el PSOE dejó claro que la derogación íntegra era un tema que tendría que pausarse.
Sánchez, Calviño y algunos ministros socialistas se niegan a derogarla de forma íntegra no porque estén convencidos de que sea más o menos eficiente, sino por el hecho de no enfrentarse a los socios europeos. Sin embargo, Iglesias, pese a que calla frente a sus compañeros de Gobierno, su posición está abiertamente con la declarada por ERC y EH Bildu: hay que derogar de forma íntegra la reforma laboral.
El pasado miércoles, el PSOE tuvo que rectificar el voto de las enmiendas del grupo de trabajo para la reactivación económica después de haber apoyado una que incluía la derogación de la reforma laboral de 2012 como parte de las propuestas para la reconstrucción económica y social tras la crisis. Esa enmienda que el PSOE apoyó al principio y luego rectificó fue propuesta por EH Bildu. Y claro, ese cambio de opinión no gustó en la formación independentista.
En un principio, cuando los socialistas votaron sí a derogar la reforma laboral, EH Bildu entendió que se estaba haciendo lo acordado, que el PSOE había pasado por el aro y estaba cumpliendo con todas las directrices marcadas en la negociación de la investidura. Pero cuando cambió de criterio, desató el enfado en el seno del partido nacionalista vasco.
Iglesias en todo esto ha mantenido un perfil bajo, un papel no muy relevante ya que tuvo que asumir en las reuniones previas a la comisión de reconstrucción que la derogación «íntegra» de la reforma laboral tendría que esperar para no enfrentarse ni con los socios europeos ni generar fisuras en el gobierno de coalición. Pero el vicepresidente no parece haber tirado la toalla en este supuesto y ahora busca recuperar el apoyo de determinados partidos para presionar en este sentido.
El gesto del PSOE al votar a favor y luego exigir que se repitiera el proceso para votar en contra no ha gustado, pero ha dejado claro el enfrentamiento que hay dentro del partido. Sin embargo, el presidente es consciente de que no es el momento de derogar una reforma que gusta en Europa y que puede ayudar a negociar la concesión de créditos y subvenciones para paliar las consecuencias de la crisis del coronavirus.
Entre tanto, Iglesias seguirá en sus trece y con él todos los ministros de Unidas Podemos. Incluida Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo y quien podría ser más susceptible de asumir las tesis de Calviño. Pero sus palabras sobre este asunto dejan clara su posición: «Los acuerdos han de cumplirse, sobre todo, porque los ciudadanos y ciudadanas han confiado».