sábado, 14 diciembre 2024

Un estudio demuestra que Europa no estaba cubierta por densos bosques antes de la llegada de los humanos modernos

Una investigación liderada por la Universidad de Aarhus de Dinamarca, en la que colabora el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con un total de 37 investigadores e investigadoras de 14 países y cuyos resultados se han publicado en la revista Science Advances, demuestra que Europa no estaba cubierta por densos bosques antes de la llegada de los humanos modernos.

Durante décadas, se ha defendido que Europa estaba cubierta en su mayor parte por densos bosques antes de la llegada de los humanos modernos ‘Homo sapiens sapiens’. Así lo han asegurado los libros de texto tradicionales sobre biología y silvicutura, donde se explicaba que estos antepasados talaron los bosques, drenaron los humedales y cultivaron paisajes abiertos artificialmente, creando las praderas, matorrales y pastos que caracterizaban los paisajes culturales antes del advenimiento de la agricultura moderna.

Sin embargo, este nuevo estudio internacional sugiere que no fue así y muestra que había mucha más vegetación abierta y semiabierta de lo que se esperaba, ha informado el IPE.

La investigadora científica del IPE en Zaragoza y única españolaparticipante en el estudio, Penélope González-Sampériz, ha mostrado su satisfacción al plantearse a escala europea una dinámica de paisaje vegetal que se ha demostrado ya en la Península Ibérica desde hace varios años.

«Parecía –ha explicado– que la Iberia continental iba a contracorriente del resto de Europa, registrando siempre mosaicos de vegetación y paisajes parcheados incluso en los interglaciales –periodo de temperaturas más cálidas entre glaciaciones–, y no densos bosques por doquier, pero finalmente resulta que no éramos la excepción, sino el reflejo de una realidad compleja y diversa».

EL POLEN

Las muestras de polen fósil analizadas en numerosos registros por toda Europa son las que han permitido al equipo de investigación identificar qué plantas crecieron hace más de 100.000 años en el último período interglacial. La aportación española al estudio ha sido la de una secuencia muy particular localizada en el Cañizar de Villarquemado (Teruel) y que recoge los últimos 135.000 años de historia de la vegetación en la Cuenca del Jiloca.

«Nunca antes se había obtenido información de este periodo tan largo en una zona del interior continental de Iberia ni del interior continental del sur de Europa, por lo que su aportación ha sido muy relevante», ha apuntado González-Sampériz.

«Las singularidades que registró el polen fósil de Villarquemado fueron una sorpresa para lo conocido hasta el momento sobre la historia de la vegetación del anterior interglacial. No se veían las grandes formaciones forestales esperables que mostraban otras secuencias europeas, sino un mosaico de vegetación dominado por formaciones abiertas con coníferas, concretamente, sabinas, y en mucha menor medida, árboles caducifolios y mediterráneos», ha subrayado.

Con este nuevo trabajo, en el que se aplican factores de corrección a los estudios existentes a escala europea, los datos aragoneses ya no resultan inverosímiles sino en consonancia con una realidad compleja y un paisaje tipo mosaico extensible a buena parte del continente, en el que las plantas que no prosperan en bosques densos, a menudo constituían grandes componentes de la vegetación.

REEVALUAR LA VISIÓN DE LA NATURALEZA EUROPEA

La , investigadora postdoctoral en el Departamento de Biología de la Universidad de Aarhus y autora principal del estudio, Elena Pearce, ha asegurado que la idea de que el paisaje estaba cubierto por densos bosques en la mayor parte del continente definitivamente no es correcta.

«Nuestros resultados muestran que necesitamos reevaluar nuestra visión de lo que es la naturaleza europea», ha afirmado, mientras que su colega y coautor, el profesor Jens-Christian Svenning, defiende que la naturaleza durante el último periodo interglacial –un período con un clima templado similar al actual, pero antes de la llegada de los humanos modernos– «estaba llena de variaciones».

«Es importante destacar que los paisajes albergaban grandes cantidades de vegetación abierta y semiabierta con arbustos, árboles y hierbas que demandaban luz junto con rodales de árboles de sombra de alto crecimiento», ha añadido.

Según este estudio, no solo es necesario reescribir los libros de biología, sino que los nuevos hallazgos proporcionan nuevos datos que deben considerarse en planes de conservación, gestión y restauración de ecosistemas. Así, estos resultados respaldan que los animales tienen un papel esencial que desempeñar para mantener y fomentar la biodiversidad.

«Ahora sabemos que hubo una gran variación en el paisaje. Muchos indicios sugieren que esta variación, en buena medida, surgió debido a que los grandes mamíferos afectaron la estructura de la vegetación. Muchos animales del periodo interglacial ahora están extintos, pero todavía tenemos bisontes, caballos y bueyes», ha dicho Pierce.

«Sin grandes mamíferos, las áreas naturales quedan dominadas por una densa vegetación en la que muchas especies de plantas y mariposas, por ejemplo, no pueden prosperar. Por lo tanto, es importante mantener la vida animal en los ecosistemas si queremosfomentar la biodiversidad», ha concluido.