Cuando hablamos de sexo, lo llevamos al término del placer. Hasta no hace mucho, se relacionaba mucho con tener una pareja estable y formal. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, ha habido un término que no ha hecho más que crecer en nuestra sociedad: el de follamigo. Pero, ¿qué es exactamente este concepto? Para entenderlo, debemos también conocer qué conlleva y cómo nos debemos comportar si nos decantamos por esta opción tan válida.
Lo cierto es que, cuando una pareja de amigos deciden dar el paso y convertirse en amigos con derechos, no todo termina de fluir como ocurre en las series o películas que vemos en el cine. Por tanto, hay que tener claro qué tipo de relación queremos y cómo la vamos a llevar a cabo. Debe ser un acuerdo mutuo, para que ninguna de las dos partes sufra las consecuencias que puede acarrear el «pasar a mayores» en términos sexuales.
Si alguna vez te has planteado cómo sería vivir esta experiencia, descubre los derechos y deberes de un follamigo.
Cuando tenemos un follamigo, llega la complejidad emocional
Tener un follamigo parece que solo tiene ventajas. Mantienes una relación de amistad buena mientras disfrutas de los placeres del sexo. Sin embargo, tenemos el derecho y el deber de saber gestionar bien nuestras emociones para que la relación no se complique y termine derivando en un desastre. Además, cuando elegimos esta opción, estamos alejándonos de los inconvenientes de otro tipo de relación, como la implicación o el estar presente en la vida de la otra persona de forma constante.
El problema aquí viene cuando no sabemos separar el sexo de lo demás. En el caso de que seamos personas celosas o nos autoengañemos y en realidad busquemos una relación seria, debemos huir del término de follamigo, pues no lograremos otra cosa más que pasarlo mal.
Este tipo de relaciones son muy independientes, por lo que se basan en respetar en todo momento tanto el estilo de vida como los pensamientos y elecciones de la otra persona. Hay que recordar en todo momento que no sois novios formales, por lo que no tiene cabida el decidir qué puede hacer con otra persona o no. Si uno de los dos decide empezar algo serie con otro, no hay ningún motivo para enfadarse.
La primera regla: dejar las cosas claras
Para que ambos gocéis de los mismos derechos y deberes, lo primero que se debe hacer si decidimos dar el salto e intentar pasar de la amistad a la follamistad es dejarlo bien claro. Es decir, tenemos que conocer a fondo qué le gusta a la otra persona. Hay amigos que solo quedan para tener sexo y luego cada uno se va a su casa. Otros, en cambio, hacen muchos planes juntos y el sexo solo es un valor añadido más a la relación. Esto hay que especificarlo para que no haya malentendidos.
Cuando estamos en desacuerdo constante con la otra persona, la relación empezará a deteriorarse. Puede, incluso, llegar un momento en el que se convierta la relación de un matrimonio longevo. En ese momento, el concepto original se habrá ido perdiendo con el paso del tiempo y alguno de los dos está saltándose la regla no escrita de no implicarse de forma emocional con el otro.
Sin embargo, no existen demasiadas reglas. Lo principal es conocer cómo mantener una relación saludable con otra persona y poner en práctica dichos valores. Es decir, debemos hablar y preocuparnos por el otro, pues sigue siendo nuestro amigo. En el caso de que los pensamientos y sentimientos cambien en algún momento, habrá que ser sinceros y explicar qué está ocurriendo.
No te impliques con un follamigo si quieres algo más con él
Esta es la segunda regla que hay que tener clara. En el caso de que desees tener una relación seria con esa persona, no lo conviertas en tu follamigo para poner un parche. A la larga, terminarás sufriendo y será mucho peor que no haberlo intentado nunca. Sé siempre sincero contigo mismo y no te conformes nunca con nada que no sea suficiente para ti. Lo mismo ocurre con la otra persona: no te impliques si él o ella tienen sentimientos más fuertes hacia ti.
Una vez dicho esto, el acuerdo debe estar siempre bien presente. Lo importante es sentirse cómodos sobre qué temas podemos o no tocar. Por ejemplo, poder conocer de forma abierta la vida sexual de la otra persona será interesante a la hora de sentirnos seguros y mantener en el tiempo nuestra relación de amistad.
Algo que nunca debemos confundir es un rollo con un follamigo. En el caso de estos últimos, son dos personas que ya cuentan con una amistad y, un día, deciden probar a disfrutar también en la cama. Sin embargo, un rollo es una persona con la que solo tienes sexo de forma puntual y sin ningún compromiso.
El respeto es el valor principal
Este valor es también la base de una relación con un follamigo, al igual que en cualquier otro caso. Tener este tipo de amigo significa saber gestionar las cosas con el mismo respeto, confianza y empatía que con cualquier otra pareja usual. Eso sí, hay que tener claro que las normas serán menos y también las complicaciones serán menores.
Una follamistad es parecida a una relación convencional. Por ello, si no queremos dar un paso más, los límites son primordiales. Además, debemos saber colocar en todo momento la amista sobre el ser follamigos. Siempre debemos tener claro que, ante todo, sois amigos. Lo único que cambia es que, desde hace un tiempo, mantenéis relaciones sexuales. Una pelea o discusión no puede terminar con esta amistad. Los amigos no se dejan de la misma forma que lo hacemos como una pareja. Por tanto, si la situación se complica, hay que preferir mantener la relación de amistad y dejar el sexo de lado.
Para poder llevar a cabo este deber, podemos pasar mucho tiempo juntos sin necesidad de que el sexo esté siempre presente. Es decir, hacer los mismos planes que hacen el resto de amigos. En ocasiones, convertimos el hecho de tener un follamigo en algo que funciona como un recurso sexual cuando no sabemos a quién acudir. Como cualquier relación, esta también hay que cuidarla y saber darle el lugar que se merece.