El conflicto Israel-Palestina se yergue como un poderoso símbolo de las tensiones tanto antiguas como contemporáneas que surgen cuando la territorialidad, la etnia y la religión convergen, fomentadas por complejas narrativas históricas y estratégicamente alimentadas por intereses externos. Su origen y evolución brindan un fascinante pero desafiante estudio de caso en geopolítica, donde cada parte tiene su versión de los hechos, forjados en años de lucha, sufrimiento, esperanza y desesperación.
La chispa inicial del conflicto puede atribuirse a finales del siglo XIX, con el nacimiento del sionismo, un movimiento que buscaba establecer un estado judío en la antigua patria bíblica de los judíos para contrarrestar siglos de persecución y pogromos en Europa. Esta visión chocó frontalmente con los deseos nacionales árabes y palestinos que ya estaban en desarrollo en la región.
El conflicto cobró mayor relevancia tras el desmembramiento del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial. La comunidad internacional, reunida en la Liga de Naciones, otorgó a Gran Bretaña el mandato sobre Palestina en 1922 con el propósito de crear un «hogar nacional para el pueblo judío», tal como se planteó en la Declaración Balfour de 1917, provocando protestas por parte de los árabes palestinos.
La Declaración Balfour es considerada una pieza esencial en este juego geopolítico, y se percibe tanto como la semilla de un floreciente estado judío como la génesis de un largo sufrimiento palestino, dependiendo de la óptica con la que se mire. Sus raíces se enredan en la fe y el miedo, la creencia y la traición; sugiere tanto esperanza como desesperación.
Las tensiones entre la población judía y árabe aumentaron en la década de 1940. Los judíos, principalmente sobrevivientes del Holocausto, llegaron en masa buscando refugio y un hogar estable. Por su parte, los árabes veían su hogar ancestral arbitrariamente repartido. Estas hostilidades culminaron en la guerra civil de 1947-1948, que estalló cuando la ONU aprobó el Plan de Partición. El plan recomendaba la división de Palestina en un estado árabe, uno judío y una zona internacional en Jerusalén, una ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes.
Israel se declaró estado independiente el 14 de mayo de 1948, y las naciones árabes vecinas declararon la guerra al día siguiente. La primera guerra árabe-israelí resultó en una victoria israelí, ampliando sus territorios más allá de lo propuesto por la ONU. Un flujo masivo de refugiados, en su mayoría palestinos, marcó este periodo, cuya solución sigue pendiente en la actualidad.
Los primeros años de este estado de lucha perpetua se caracterizaron por conflictos armados intermitentes, desplazamientos masivos, narraciones divergentes y promesas incumplidas. La Guerra de los Seis Días en 1967 y la Guerra de Yom Kipur en 1973 demostraron no solo la resiliencia de Israel frente a las amenazas, sino también la obstinada determinación árabe de resistir la ocupación.
Actualmente, en términos rudimentarios, Israel reclama el derecho a existir como un estado judío soberano y seguro, sujeta a amenazas constantes desde su mismo nacimiento. Por otro lado, Palestina reclama el derecho a la autodeterminación y el retorno de los refugiados palestinos, a quienes se les niega la entrada a las tierras que una vez consideraron su hogar.
El “problema Palestina-Israel” está lejos de resolver. A lo largo de siete décadas, el conflicto ha tomado múltiples formas -guerras abiertas, intifadas, negociaciones de paz, acuerdos de paz fallidos, construcción de asentamientos, muros de seguridad- y se ha entrelazado con otros conflictos más amplios en la región de Medio Oriente.
El relato demasiado simplista de una lucha binaria entre «árabes» y «judíos» tiende a ocultar la realidad más complicada de un conflicto marcado por luchas internas, actores externos y intereses económicos e ideológicos que van más allá del mero enfrentamiento apropiativo de territorios. Cada etapa de este conflicto ha dejado cicatrices indelebles y creado narrativas que han definido a generaciones de israelíes y palestinos.
La resolución de este conflicto requiere de un enfoque basado en el respeto del derecho internacional, la equidad, la justicia y la seguridad humanas fundamentales. Solo a través de la comprensión profunda de su compleja historia se puede esperar encontrar soluciones viables para un futuro pacífico en la región.
Como se crean las franjas de Gaza y Cisjordania
Hagamos memoria histórica para aclarar nuestros pensamientos y viajemos a fines del siglo XIX para explorar cómo las franjas de Gaza y Cisjordania, dos de los territorios más disputados en nuestro planeta, fueron creados y qué ha acontecido en sus territorios desde su cimentación.
El conflicto que hoy observamos hunde sus raíces en los anales del colonialismo y la aspiración sionista de erigir un hogar para los judíos en Palestina. Dicha pretensión se enfrentó directamente con los deseos de emancipación nacional de los árabes que habitaban la región desde hacía siglos.
El desplome del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial trajó consigo un nuevo orden geopolítico. En 1922, la Sociedad de Naciones otorgó a Gran Bretaña el Mandato de Palestina, conferiéndole responsabilidad administrativa y la tarea de instaurar un «hogar nacional para los judíos» según declaraba la Declaración Balfour de 1917.
Este periodo, marcado por las migraciones masivas de judíos predominantes del Holocausto buscando refugio, suscitó tensiones crecientes entre judíos y árabes. La negativa árabe a ceder su tierra a los forasteros y la creciente hostilidad desembocó en la guerra civil de 1947-1948, que estalló tras la adopción por parte de la ONU del Plan de Partición.
El amanecer del 14 de mayo de 1948 vio nacer al recién proclamado Estado de Israel. La respuesta inmediata fue la declaración de guerra por parte de las naciones árabes vecinas. El resultado fue la extensión del territorio israelí más allá de todo pronóstico y se produjo una migración masiva de palestinos que habitan las tierras en disputa hasta el día de hoy.
El conflicto entre Israel y Palestina se intensificó en los años posteriores a la creación del estado judío. Las guerras árabe-israelíes de 1967 y 1973, conocidas respectivamente como la Guerra de los Seis Días y la Guerra de Yom Kipur, cambiaron sustancialmente el mapa de la región. Israel se hizo con el control de Gaza y Cisjordania, lugares de población predominantemente árabe y palestina.
Gaza y Cisjordania pasaron a ser los escenarios de destacadas luchas de resistencia, manifestaciones violentas y tensiones diplomáticas en las siguientes décadas. La Autoridad Nacional Palestina reclama ambos territorios y ha hecho intentos varios por establecer un estado palestino soberano que incluya Gaza y Cisjordania, pero Israel se ha mantenido firme en su reclamo sobre Cisjordania y sobre partes estratégicas de Gaza.
A día de hoy, la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania está lejos de estar resuelta. Cada parte tiene sus reivindicaciones: seguridad, soberanía y derecho a existir para Israel; autodeterminación, retorno de los refugiados palestinos y reconocimiento de un estado independiente para los palestinos.
La confluencia de legados históricos, religiosos, socioeconómicos y políticos ha tornado el conflicto Israel-Palestina en un complejo mosaico de narrativas rivales y vidas interconectadas. Cada episodio de este conflicto ha dejado cicatrices profundas y ha engendrado narrativas que han moldeado a generaciones de israelíes y palestinos.
Contemplar el pasado no ha de ser un ejercicio de nostalgia, sino una herramienta para entender la dificultad del presente y asumir el reto del futuro. La resolución del conflicto Israel-Palestina, una verdadera sinécdoque de los males mundiales, requerirá de esfuerzos concertados basados en justicia y equidad, respeto al derecho internacional, reconocimiento mutuo y voluntad política para alcanzar una solución inclusiva y duradera.
¿Quién manda en Palestina: Hamas o la Autoridad Nacional Palestina?
El pulso político dentro de Palestina no se limita a una lucha entre palestinos e israelíes. Existe un frente interno igualmente crucial y desafiante. ¿Quién forma el liderazgo palestino? Dos actores clave se destacan en el escenario: la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Hamas.
Recorramos este camino, deteniéndonos en el año 1993. Los Acuerdos de Oslo resultaron en el nacimiento de la Autoridad Nacional Palestina, un organismo interino de autogobierno para gestionar el bienestar de los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza. Inicialmente liderada por Yasser Arafat, histórico líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la ANP adquirió más presencia internacional en las negociaciones diplomáticas y coordinó la cooperación de la seguridad con Israel.
Por otra parte, hallamos a Hamas, un grupo islamista fundado en 1987, durante la Primera Intifada. El extremismo de su política y su resistencia contra Israel lo ha configurado como un contrapeso al secularismo de la ANP. Hamas adoptó una postura más militante y rechazó abiertamente el proceso de paz de Oslo.
Durante los primeros años, la Autoridad Nacional Palestina tuvo que sortear numerosos obstáculos. Además de la presión por parte de Israel y otros actores internacionales, las facciones internas luchaban por el control y el poder, provocando un semillero de tensiones latentes. En la otra esquina, Hamas, aunque considerada una organización terrorista por gran parte de la comunidad internacional, ganó popularidad entre algunas facciones de la población palestina debido a su enfoque de resistencia frente a Israel y sus labores asistenciales.
En 2006, en elecciones generales desgarradoras, Hamas sorprendió al mundo al ganar la mayoría en el Consejo Legislativo Palestino, arrebataron el control de la Franja de Gaza a la Fatah, el partido de Arafat. Este suceso provocó una creciente tensión con la ANP y una violenta guerra interna entre ambas partes en 2007.
A día de hoy, la ANP y Hamas continúan pululando en un tira y afloja constante por la supremacía en Palestina, dejando a los palestinos en una situación internamente dividida. Mientras la ANP administra partes de Cisjordania, Hamas controla la Franja de Gaza. Ambos grupos abogan por el reconocimiento y la soberanía del Estado Palestino, aunque sus enfoques son diametralmente diferentes.
La ANP, ahora liderada por el sucesor de Arafat, Mahmoud Abbas, persigue una solución diplomática, deseando la existencia de un Estado Palestino independiente a lado de Israel, conocida como «solución de dos estados». En contraste, Hamas sostiene una postura más militante, resistiendo a la ocupación israelí y luchando por la creación de un solo estado en toda la histórica Palestina.
El futuro de Palestina, en múltiples facetas, está en un tenso equilibrio entre estos dos grupos. Reconciliar a estos dos actores, con sus propias agendas y su propio seguimiento, es esencial para el progreso. En vista de los enredos políticos internos e internacionales, se hace evidente que el corazón de la cuestión palestina rebosa de complejidades y contradicciones.
La lucha de poder entre la ANP y Hamas, junto con el conflicto israelo-palestino más amplio, evidencia la urgencia de soluciones pacíficas que velen por la seguridad, la dignidad y los derechos de todos los involucrados. Está claro que, sin un liderazgo unificado que articule una visión coherente y abogada por la paz y la justicia, la perspectiva de una solución viable sigue siendo sombría.
¿Quién es Hamas? Cual es la relación de Palestina con el terrorismo
Israel conquistó los territorios de Cisjordania y Gaza durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Desde entonces, la situación de Palestina ha sido una de resistencia interminable, tanto violenta como pacífica, a la ocupación israelí.
Pero, ¿por qué se asocia frecuentemente a Palestina con el terrorismo? ¿Y cómo se relaciona este fenómeno con entidades como Hamas?
Ciertamente, ha habido importante actividad terrorista vinculada a palestinos, especialmente durante las dos Intifadas (1987-1993 y 2000-2005). La resistencia palestina adoptó la forma de un levantamiento popular contra la ocupación israelí, caracterizado por enfrentamientos armados, piedrazos, protestas, huelgas y actos de terrorismo. Muchos de los ataques terroristas contra civiles israelíes fueron llevados a cabo por grupos militantes palestinos.
Hamas, fundada durante la primera Intifada, es uno de los actores clave asociados al terrorismo en Palestina. La táctica de los atentados suicidas convirtió a Hamas en un temido actor. Aunque la percepción pública y las narrativas simplistas pueden pintar a Hamas solo como una organización terrorista, su papel en la sociedad palestina es mucho más complejo. La facción se ha caracterizado, además de por sus ataques a Israel, por proporcionar servicios sociales y de salud a los palestinos dentro de un sistema de bienestar en colapso.
Estas acciones le han granjeado a Hamas un considerable apoyo entre ciertos segmentos de la población palestina. Sin embargo, su resistencia armada y la negación del derecho a existir a Israel han atraído la condena de gran parte de la comunidad internacional.
La aparición de Hamas y su aproximación a la resistencia debe entenderse en el contexto de décadas de ocupación, la falta de avances hacia una solución pacífica y la creciente desesperación de los palestinos. Por otro lado, el uso de la violencia por parte de Hamas y otros grupos ha proporcionado a Israel el pretexto para respuestas militares a menudo desproporcionadas y ha empañado la imagen de la causa palestina a nivel internacional.
En la actualidad, la relación entre Palestina e Israel se mantiene tensa y compleja. Ambos lados exhiben extremos de violencia y terrorismo, y ambos han argumentado la autodefensa para justificar sus acciones. La historia de esta región está llena de política, fe, violencia y sufrimiento humano.
Por lo tanto, la relación de Palestina con el terrorismo es una cuestión espinosa y compleja, arraigada en una amarga lucha por la autodeterminación y la supervivencia. Mientras Hamas y otros grupos militantes continúen empleando tácticas violentas, y mientras la ocupación y represión israelí persistan, el ciclo de violencia probablemente continuará en esta tierra de historias entrelazadas y promesas incumplidas.