«En el torbellino de una epidemia con efectos impactantes e inesperados la presencia del personal médico fue un punto de referencia seguro antes todo para los enfermos, pero de una manera muy especial para los miembros de la familia, que en este caso no tenían oportunidad de visitar a sus seres queridos», ha señalado el Pontífice durante una recepción a representantes de los trabajadores sanitarios de Lombardía, la región más afectada de Italia por el coronavirus.
De este modo, ha destacado los pacientes a menudo sentían que tenían «ángeles» a su lado, que les ayudaban a recuperar la salud y, al mismo tiempo, les consolaban y les apoyaba incluso con el teléfono móvil, «para conectar a la persona mayor que estaba a punto de morir con su hijo, con su hija, para despedirlos, verlos por última vez».
«¿Cuántos, médicos y paramédicos, enfermeras, no pudieron ir a casa y durmieron allí, donde pudieron porque no había camas en el hospital? Y esto genera esperanza», se ha preguntado el Pontífice.