Francisco de Quevedo (1580-1645) fue una destacada figura del Siglo de Oro de la literatura española. No solamente fue un autor relevante, sino también un pensador brillante cuyas penetrantes reflexiones persisten hasta la fecha. Una de esas famosas frases que nos dejó se puede resumir en los términos coloquiales actuales: “hay más tontos que botellines”, una expresión que no hace más que confirmar su aseveración de que “Todos los que parecen estúpidos, lo son y además lo son la mitad de los que no lo parecen”.
Pero si desglosamos esta frase y la aplicamos a la función pública, se puede decir que no solo se confirma, sino que se magnifica. El desempeño de la función pública ha disminuido drásticamente en los últimos años, dejando a la vista un incremento notorio en la incompetencia entre los cargos públicos.
Este pasado domingo, la ciudad de Madrid experimentó un lamentable ejemplo de tal incompetencia. Los encargados de gestionar y resolver los problemas de la ciudad parecen ser más una molestia que una ayuda. Dos de estos ineptos, llamémoslos así para suavizar el lenguaje, demostraron ser no solo incapaces de cumplir adecuadamente su trabajo, sino que también parecían capaces de complicar aún más la vida de los madrileños sin ningún remordimiento.
Francisco Martín, delegado del gobierno en la capital, es un claro ejemplo de lo mencionado. Y no hablamos en esta ocasión a sus patéticos y polémicos elogios a Bildu, tras los que ni siquiera tuvo la dignidad de dimitir. Este personaje ha demostrado una capacidad nula para ejercer su cargo, llegando a autorizar una manifestación en las cercanías del Wizink Center en la misma franja horaria en la que se celebraba un partido de baloncesto entre Real Madrid y Casademont Zaragoza. Esta pésima gestión derivó en un caos de tráfico monumental, provocando situaciones insostenibles para muchos ciudadanos que esperaban, simple y llanamente, disfrutar de su domingo.
Martín, cuyas decisiones profesionales hacen que su mediocre currículum parezca destacado en comparación, ha sido objeto de las críticas de Isabel Díaz Ayuso, quien hace poco solicitó su dimisión. A pesar de las expectativas del público y de su propio partido, Martín ha demostrado ser incapaz de mantener la coherencia y de tomar decisiones acertadas que respeten a los ciudadanos y su tiempo libre.
Por otro lado, tenemos a Pablo Enrique Rodríguez Pérez, jefe de la policía municipal de Madrid. A pesar de su experiencia en el cuerpo, con un ascenso al rango de Comisario y el cargo de Director General del Cuerpo desde 2019, la mala gestión durante la manifestación del domingo, de la que es corresponsable, resultó en una situación caótica.
De hecho, la policía no solo proporcionó información incorrecta al Real Madrid sobre los accesos al estadio causando un caos en los traslados al partido, sino que trató de manera inapropiada y prepotente tanto a los asistentes al partido de baloncesto como a los manifestantes. El hecho pone en evidencia las deficiencias en la imagen y en el rendimiento de la policía municipal, que se contrasta con la apreciación positiva que la sociedad civil tiene hacia la policía nacional y la guardia civil.
Este lamentable episodio en Madrid es consecuencia directa de la mala gestión de Francisco Martín y Pablo Enrique Rodríguez Pérez. Los incidentes como este ponen de relieve la necesidad de una reforma en la función pública y un mejor comportamiento de los servidores públicos para evitar futuros conflictos.»