jueves, 12 diciembre 2024

Dato no mata relato

Por Rodolfo Tarraubella – presidente de Fundación EcoConciencia.

«Ante un relato falso, creemos firmemente que se le puede destruir demostrando con evidencia que el mismo es mentira. Pero lamentablemente no es así, el dato no mata al relato».

El relato es más fuerte, más grande y más robusto que el dato. El relato tiene la característica de ser resiliente, palabra que proviene de la física y que significa que un material ante cambios de temperatura, no cambia la estructura. El relato, ante cambios de la evidencia, no cambia su creencia.

El relato de la Revolución Francesa lleva a recordarla como un éxito total, sin embargo, fue efímera, duró tan solo 10 años. Los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, fueron derrotados por Napoleón en 1799, quien terminó imponiendo un imperio.

Otro concepto que moviliza es que una evidencia necesita de un relato para subsistir, pero un relato no necesita de una evidencia para sobrevivir en el tiempo. Y un relato puede llevar a la gente a reaccionar erróneamente ante evidencias influidas por dicho relato.

El caso más insólito fue la denuncia que realizó Nathan Zohner, de tan solo 14 años, denunciando y demostrando con “evidencias” que una sustancia denominada monóxido de dihidrógeno, que se encontraba en la vida cotidiana, era de alta peligrosidad, demostrando que tiene las siguientes características: esta sustancia contribuye de manera clave a la desertización y la erosión del suelo; cada año se registran varios cientos de muertes por inhalación; una exposición prolongada al monóxido de dihidrógeno en estado sólido puede producir quemaduras y necrosis agudas; se encuentra presente en muchos agroquímicos venenosos; en contacto con el hierro lo corroe en poco tiempo pudiendo producir el desmoronamiento de edificios. Convenció a los alumnos de una escuela y posteriormente a miles de ciudadanos que lo mejor es pedir la prohibición del uso del monóxido de dihidrógeno. O sea, la población pedía que se prohíba el uso de agua, porque monóxido de dihidrógeno es H₂O, agua.

En 1998, un diputado australiano lanzó una propuesta legislativa para prohibirlo en todo el país. En 2002, se acusó a la empresa de aguas de Atlanta de que el sistema contenía el sospechoso monóxido de dihidrógeno, pero los responsables de la compañía explicaron a los medios que el agua de la ciudad no tenía más monóxido del que permitía la ley.

Este ha sido un ejemplo de cómo un relato puede llevar a tomar decisiones erróneas.

Los relatos de las religiones nunca han tenido una evidencia científica de la existencia de un dios, pero sobreviven miles de años. En cambio, un descubrimiento científico, si no tiene aprobación social quedará olvidado en la historia, necesitará de un relato que lo sostenga. La evidencia tiene relación de dependencia con el relato, en cambio, el relato es independiente.

Pero, entonces, ¿cómo responder ante un relato erróneo que la gente cree como verdad? El anticuerpo de un relato será la creación de otro relato. Un relato más robusto que permita inocular dudas sobre el primero. La inoculación de dudas actúa como un anticuerpo acumulativo, que va corroyendo la credibilidad del primer relato.

Las personas son emociones caminando, y la verdad casi siempre navega sola, aislada de relatos que la sostengan, pero plagada de historias que la fagocitan en cámara lenta. Por allí, entre tinieblas, se pueden encontrar verdades errantes, famélicas y buscadoras solitarias de compañías inexistentes.

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