El Ministerio de Defensa ha concedido, a propuesta del Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, al cabo primero Fernando Eugenio Martín Pozueco la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco por su actuación en Villamanta (Madrid) durante las inundaciones de principios de septiembre.
En concreto, con motivo de la situación de emergencia se produjo por las lluvias torrenciales que cayeron sobre la zona en la noche del 3 al 4 de septiembre, Pozueco, del Regimiento de Guerra Electrónica número 31, puso a salvo a varios de sus vecinos de urbanización.
Según destaca Defensa en un comunicado, el «excelente militar de tropa» contribuyó «de forma fehaciente» a salvar al menos la vida de una anciana aislada (según informó la Guardia Civil) y a poner fuera de peligro a otras personas que recurrieron a él para ser auxiliados.
El militar, calificado por sus superiores como «trabajador abnegado» y «decidido» en sus acciones -siendo estas algunas de las cualidades que exhibió ayudando a sus vecinos de localidad-, se encontraba en su domicilio acompañado por su madre y su hija cuando, al observar la intensidad de la lluvia que caía en ese momento, decidió salir al exterior para comprobar la gravedad de la situación, temiendo por la seguridad del vecindario.
Después de poner a su familia a salvo en la segunda planta de la vivienda y arrancar los sumideros del patio, el militar se dirigió a la zona del pozo, por donde pasa el río, y comprobó que el agua ya había inundado el aparcamiento y estaba a punto de alcanzar la zona habitada y los cuadros eléctricos de la urbanización.
En aquel momento, el cabo primero dio la alarma a sus vecinos para que se pusieran a salvo y, cuando una ola e llevaba por delante todos los vehículos, incluido el suyo, decidió volver a la calle para ayudar a sus vecinos, que gritaban pidiendo auxilio.
Sin luz y venciendo la resistencia de la fuerte corriente de agua que lo arrastraba, Pozueco fue saltando las vallas de cada chalet y comprobando, uno a uno, cómo se encontraban sus habitantes. Más tarde trepó a un terraplén hasta tres veces para alcanzar una valla y permitir la entrada a tres bomberos, con los que formó una cadena humana y logró atravesar la calle principal de la urbanización, por donde discurría la corriente, para intentar llegar a los chalets del fondo, que se encontraban en peligro por su proximidad al río.
Los tres bomberos y el militar realizaron un triaje rápido de las personas que encontraron en cada vivienda. Uno de ellos, un hombre de 83 años, desapareció en la parte externa de su casa durante la inundación, al soltarse de la mano de su esposa, que había logrado aferrarse a la verja de una venta y que pudo ser rescatada por el cabo primero, que la puso a salvo en la vivienda de enfrente.
Entre las personas que estaban en peligro, además de varias familias con hijos -de las que algunas se habían subido al tejado-, también se encontraba un bombero que resultó herido con cortes en la mano, y un hombre de 90 años que se había refugiado en la planta superior de su casa y al que también lograron poner a salvo.
El cabo primero, que también resultó herido leve con cortes y golpes de diversa consideración en piernas y manos durante las tareas de salvamento, estuvo trabajando sin descanso durante horas, toda la madrugada y hasta el mediodía, volviendo repetidas veces a las viviendas para comprobar cómo se encontraban sus vecinos y hacer un recuento, sobre todo a la primera vivienda para tratar de hallar a su vecino desaparecido.
Además, estuvo ayudando a los efectivos de Protección Civil y de la Guardia Civil que se personaron en la urbanización para apoyar en las tareas de rescate.