La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, emula a José Luis Escrivá, ministro de la Seguridad Social, para endulzar el rejón fiscal a los trabajadores. Los asalariados han visto como sus nóminas han aumentado en los últimos meses, especialmente desde febrero. No obstante, no se debe a un aumento de los salarios, ni tampoco a un regalo extra de la empresa. Se trata de un engaño visual de Montero.
Por norma general, los asalariados sólo comprueban la nómina en su cuenta corriente, entre finales de mes o principios, dependiendo de cada empresa. Es ingreso a cuenta es el efectivo, que ha aumentado de forma sustancial este año respecto al anterior. Los nuevos trabajadores, por su parte, no han podido comparar dicha subida, pero su salario neto dista respecto al firmado en el contrato.
El ‘milagro’ de Montero se plasma en las nóminas inferiores a los 35.199 euros, es decir, a la inmensa mayoría de asalariados en este país, incluyendo cargos directivos de empresas. El sueldo no asciende por obra y gracia del directivo de turno, sino por los cambios realizados por María Jesús Montero en las retenciones de las nóminas.
EL ENGAÑO DE MONTERO EN LA NÓMINA
Las nóminas se componen de varios aspectos, como cotizaciones sociales, complementos, salario base y las retenciones en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Estas últimas consiste en destinar una parte de la nómina directamente a la Agencia Tributaria, una operación que realiza la empresa. Después en la Campaña de la Renta del siguiente año se ajustan las cuentas con el fisco. Si la empresa retiene la parte correspondiente y no hay más bienes, el trabajador quedaría en paz por la parte del rendimiento del trabajo. En caso contrario, se abonaría la diferencia -a pagar-; o bien, la Agencia Tributaria suple la diferencia -a devolver-. También está la posibilidad de una devolución menor por este hecho.
Por norma general, las retenciones en las nóminas suelen ser motivo de cierta polémica en las empresas. Y es que, una menor retención respecto al salario podría provocar un efecto indeseado en la Declaración de la Renta 2023. En este sentido, Montero ha permitido este hecho en las nóminas de este año. El efecto a corto plazo es palpable. Los trabajadores tienen más dinero en su cuenta corriente, especialmente para quienes cobran entre 20.200 y 35.199 euros. La diferencia por la menor retención en la nómina puede alcanzar los 1.000 euros respecto a lo que debería registrarse para evitar sustos el próximo mes de junio.
Montero se niega así a rebajar el IRPF a su justa medida
En este sentido, el contribuyente se encontrará con la desagradable sorpresa de cara a su próxima Declaración de la Renta 2023. Y es que, los tipos en este impuesto, cuya recaudación se encuentra en máximos históricos, no se han modificado ni hay prevista reforma alguna en ese sentido. No se descarta, por otro lado, que el Ministerio de Hacienda busque nuevas fórmulas para incrementar aún más la caja de caudales públicos, pero tampoco una nueva subida en el IRPF.
MONTERO Y EL REJÓN AL TRABAJADOR EN EL IRPF
No es la única artimaña realizada por Montero para beneficiarse del sudor ajeno. La ministra de Hacienda desoye de forma sistemática las peticiones para deflactar el IRPF, es decir, reflejar la inflación en los tramos del tributo. La medida evitaría un beneficio caído del cielo para las arcas públicas y mantendría en cierta medida un mayor poder adquisitivo para los asalariados frente a la pérdida registrada por la subida galopante de los precios.
El escenario al que se enfrenta España tiene un nombre que hace temblar a los economistas: estanflación. Se trata de una subida de precios muy superior al crecimiento económico. Una situación que hace perder competitividad a la economía y obliga a las empresas subir los precios por encima del aumento de salarios. Montero se niega así a rebajar el IRPF a su justa medida. No se trata de una lucha contra la inflación sino evitar que el Estado asuma la pérdida por el contribuyente, dejando más dinero en el bolsillo de familias y empresas.
Pero no, Montero no está por la labor y asegura que esta medida responde a los intereses de los más poderosos, pese a que éstos guardan sus fortunas fuera de las fronteras o en Madrid, el oasis español ante el infierno fiscal.
LA RECAUDACIÓN FISCAL, EN MÁXIMOS CON MONTERO
En vez de ello, el Gobierno engrosa las cuentas además con impuestos a grandes energéticas, banca y grandes patrimonios, pese a la más que evidente invasión de competencias y doble tributación. Un tributo que abonan ahora pero que podrían recuperar después con los intereses de demora, es decir, una nueva carga para los contribuyentes.
Precisamente, la medida de deflactar el IRPF afectaría especialmente y para bien a las nóminas inferiores a 40.000 euros, las mismas que ahora obtienen una mayor cuantía en nómina pero que Hacienda les ajustará el próximo año con la Renta.
En definitiva, una trampa donde el contribuyente debe pedir a la empresa incrementar la retención para evitar mayores sustos de cara al próximo ejercicio fiscal. De no hacerlo, el hachazo vendrá en plena temporada estival del próximo año. «Si se deflactan los tramos inferiores también repercute en la renta más altas del país», aseguró Montero, mientras la recaudación fiscal va viento en popa y sin visos de tocar techo.