Vox celebrará el próximo mes de diciembre su décimo aniversario con el ánimo por los suelos a pesar d de haber tocado poder en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, Castilla y León, Baleares, Región de Murcia y más de un centenar de ayuntamientos.
Pero los de Santiago Abascal tienen el autoestima por los suelos tras el revés del 23J, fecha en la que se dejaron 19 escaños y casi 700.000 votos, contribuyendo así a que Pedro Sánchez se mantenga en La Moncloa, y porque la dimisión de Iván Espinosa de los Monteros evidenció la bunkerización de Abascal, la eliminación del sector liberal y la falta de democracia interna.
El shock de las elecciones andaluzas, la dolorosa marcha de Macarena Olona, las guerras del partido contra Federico Jiménez Losantos y la incapacidad de Abascal en el último año para marcar agenda, quizá por su pacto subterráneo con Núñez Feijóo, les deja en la lona.
En parte porque desde amplios sectores conservadores se les ha dejado de advertir como un sujeto útil para que España gire a la derecha, ya que su vehemencia antifeminista, antiecologista o antiinmigración ahuyenta a sectores templados de la sociedad.
Esta debacle anímica llega paradójicamente en un momento en el que se ha evidenciado que la UE tolera que la ultraderecha se haga fuerte en la Europa occidental, véase la presidencia de Giorgia Meloni en Italia.
«ASÍ EMPEZÓ CIUDADANOS»
El fundador y primer líder de Vox, Alejo Vidal-Quadras, ha lamentado la deriva de Vox y afirma que «la retirada de Iván Espinosa de los Monteros es una pérdida sensible. Espinosa es un hombre con buena formación, con experiencia internacional, con gran capacidad dialéctica… Combina muy bien la dureza de la oposición con la elegancia en las formas».
«Para un partido como Vox, que está sometido a tantos ataques descalificadores sobre sus políticas y sobre su imagen, su salida es, sin duda, un golpe duro. Decir que está tocado de muerte sería exagerar, pero una pérdida significativa, sin duda lo es», añade.
Vidal-Quadras recuerda sobre la fuerza interna de Jorge Buxadé que «en su origen, Vox fue concebido como un partido liberal-conservador que defendía unos principios por parte del liberalismo y, por otro lado, del sano conservadurismo. Es lo que no hacía el Partido Popular de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría».
«Es decir, ante un PP burocrático, sin garra y ambiguo; en el manifiesto fundacional de Vox dibujamos el perfil de partido liberal-conservador muy serio, identificable y firme. Leyendo el manifiesto fundacional y comparándolo con el Vox actual, se advierten diferencias», explica.
El exlíder del PP catalán afirma que «Vox ha tenido una serie de pérdidas y de decepciones que le van a hacer daño al partido. Un caso muy notable es el de Macarena Olona, que hacía un gran papel en el Congreso de los Diputados y tenía un club de fans muy extenso en España. También está el caso de Rubén Manso, de Víctor Sánchez del Real, el de Mireia Borrás y ahora el de Iván Espinosa de los Monteros».
Y remata a Abascal en declaraciones a El Plural: «Vox tiene que ir con mucho cuidado. Así empezó Ciudadanos con el declive. Esta percepción de que Vox es un espacio del que la gente se va, es una imagen muy negativa. Deberían procurar corregirlo».
SOPOR
Vox solo parece salir del sopor que se advierte a nivel interno para denunciar un desafortunado cartel que ha aparecido en Bilbao en el que se dibuja a Abascal atravesado por una bala. «La difusión del cartel e incluso la celebración del acto, fomenta la violencia, justifica su uso por causa de diferencias y motivos ideológicos, y por tanto, se encuadra en un acto ilegal», recuerda el partido.
El partido dice que «la utilización de un cartel anuncio de una celebración lúdico-festiva por parte de los organizadores no puede ampararse en la libertad de expresión, pues ha superado todos los límites, ni encubrirse bajo algo neutro y de expresión festiva, pues con él, se ha superado los límites de expresión permitidos, pues todos los ciudadanos, y con mayor motivo los ciudadanos de Bilbao y Vizcaya, identifican el señalamiento de las personas con su fotografía y un tiro, o una diana, como se fueron realizando durante muchos años, con la amenaza real y certera de su próximo asesinato».
«Además, la incitación de odio, hasta el alcance de instar a su asesinato, como es pegar un tiro en la cabeza a una persona, es un delito de riesgo y peligro, al exaltar una acción violenta de tal gravedad que provoca además de sentimientos de incitación a la violencia, discriminación y odio, la realización efectiva de la acción descrita», añaden.