La de Londres es la red de Metro más antigua del mundo: se abrió al público en 1863 y fue todo un avance de construcción para la época. Las obras de creación tardaron en realizarse tres años. Cuando el primer día subieron las primeras 38.000 personas en aquellos vagones todavía iban tirados por locomotoras de vapor.
Eso suponía el aguantar insoportables humos, al tiempo que la iluminación de los pasillos y estaciones era todavía de lámparas de gas. El método de construcción fue el llamado cavar y cubrir. Es decir, cavaron un gran hueco en la calzada a cielo abierto, para construir con ladrillos el arco del falso túnel y finalmente cubrir el resto con el material previamente excavado. Esto hizo que las primeras líneas no fueran demasiado profundas, algo que puede comprobarse en las líneas más antiguas de las principales ciudades.
En su apertura se inauguraron unas pocas estaciones a lo largo de 4 millas; hoy en día son 270 estaciones en más de 400 kilómetros. El metro lo usan 5 millones de personas al día.
