El cálido abrazo del sol, el suave susurro de las olas y la brisa salada en el aire: el verano está en pleno apogeo en España. Pero, ¿quién dice que para disfrutar de la costa española tienes que luchar por un hueco en una playa abarrotada? Después de un invierno inusualmente cálido, el calor promete ser implacable este verano, y la solución parece clara: escapar a la orilla del mar. Es cierto, las playas galardonadas con banderas azules son hermosas y populares por una razón, pero a menudo la multitud y el bullicio pueden eclipsar la experiencia que todos buscamos: conectarnos con la naturaleza y relajarnos en un entorno tranquilo.
Sombrillas pegadas, mesas repletas, sillas alineadas, neveras que rivalizan con los rascacielos… Un auténtico laberinto que desafía incluso a los ermitaños más comprometidos. Pero no perdamos la esperanza, porque en las costas de España, que se extienden a lo largo de casi 8.000 kilómetros, existen tesoros ocultos que aguardan ser descubiertos. Calas escondidas, playas de encanto sin descubrir y tramos de costa casi vírgenes ofrecen la oportunidad de sumergirse en la naturaleza de manera serena y enriquecedora.
1La Joya Salvaje de La Graciosa: Playa de Las Conchas, un Refugio Natural en Islas Canarias
Anclada en el corazón del Archipiélago Canario, la playa de Las Conchas se erige como una de las gemas más deslumbrantes y vírgenes de las Islas Canarias. Su refugio se encuentra en el islote de La Graciosa, a una travesía en ferry de aproximadamente 25 minutos desde la isla de Lanzarote. Esta playa deslumbra con su belleza natural e indomable. El acceso a Las Conchas comienza en el puerto de La Graciosa, en la pintoresca Caleta de Sebo, extendiéndose hasta el extremo opuesto del islote.
Para recorrer los 6 km de sendero terroso, la bicicleta se convierte en tu aliada ideal, ofreciendo una perspectiva única de la travesía. Alquilar una bicicleta en Caleta de Sebo por cerca de 8 euros para todo el día te brinda la libertad de explorar a tu propio ritmo. La arena dorada de Las Conchas y sus pequeñas dunas establecen un contraste sorprendente con la colina de tonalidad rojiza que custodia esta playa remota. El azul profundo del Atlántico completa este cuadro de belleza natural inigualable.