La estanflación vuelve a resurgir tras el enfriamiento en la escalada de precios. Se trata del peor escenario económico conocido, de muy difícil solución y sin posibilidad de corregirse por sí mismo. La probabilidad de entrar en estanflación aumenta a pasos agigantados y un indicador clave, como la inflación subyacente, muestra esta cruda realidad.
En Europa, la inflación escala un 5,3% en julio y se suma al 5,5% de junio. Esta subida no está marcada por los precios energéticos, sino por los alimentos, el alcohol y el tabaco, que ascenderán al 10,8% en este mes, tras registrar un aumento del 11,6%. Es decir, el ritmo de subida de los alimentos se está moderando mínimamente a pesar de las medidas adoptadas, como eliminación del IVA en algunos productos o la solución ibérica para la energía. Y es que, el precio del euro se sitúa en el 4,25%, su nivel más alto desde agosto de 2001.
Este incremento de los precios se une al bajo rendimiento del crecimiento de la economía, especialmente de la española, a la cola de Europa desde el estallido de la pandemia, y con Alemania y Reino Unido coqueteando con la recesión. No obstante, este panorama no se ha activado aún en EE UU ni en varios países de la Eurozona, como España o Portugal.
LA ESTANFLACIÓN SE COMBINARÁ CON RECESIÓN
La recesión lleva sobrevolando la economía española desde hace más de un año, pero no termina de materializarse debido, entre otros factores, al empuje de la inflación. Y es que, el aumento de precios se traslada a la contabilidad nacional de forma directa, mientras las empresas incrementan la facturación contable, pero no por una subida del volumen de mercancías vendidas, sino por subir los precios.
La recesión lleva sobrevolando la economía española desde hace más de un año, mientras los precios no dan tregua
Es decir, ganan más vendiendo una menor cantidad de producto. Es la misma forma por la que el Ministerio de Hacienda ha mostrado un recaudación récord al no deflactar los tramos de los impuestos al nivel de la inflación. Todo ello, da un resultado artificial que tarde o temprano terminará por salir.
La estanflación es un escenario contemplado por los analistas y economistas desde el fuerte incremento de la inflación a mediados de 2021, año en el que los precios cerraron con una escalada del 6,5%, meses antes de la invasión de Rusia a Ucrania. La inflación continuó al alza con un mayor ritmo durante los meses posteriores a la acción belicista de Vladimir Putin, con tasas superiores al 10% en España durante los meses de verano pasado.
Por este motivo, los precios plegaron velas, dando una tregua parcial, pero ni mucho menos se ha trasladado al consumidor final, que continúa pagando la fiesta de todos. Como muestra sólo hay que ver los precios que se piden por un par de días en la costa española, más del doble que el pasado año en algunos casos y no es que haya habido récord de ocupación hotelera ni tampoco de turistas. De hecho, en Barcelona se dan por satisfechos con una ocupación del 85% en julio. Otra estadística importante es que han bajado el número de días de hospedaje por turista, hasta una media de tres. Y no, tampoco se dejan más dinero.
LAS EMPRESAS AJUSTAN CINTURONES Y LOS GOBIERNOS TENDRÁN QUE HACER RECORTES
Todo ello, con EE UU con un mínimo de vacantes para trabajar y casi el pleno empleo empleo en Alemania. Es decir, las empresas se están ajustando el cinturón de forma rápida, mientras los Gobiernos estudian soluciones, cuando no recortes, para contener una deuda récord, como en el caso de España. Estas tijeras se impondrán previsiblemente el próximo año.
En los últimos meses se ha anunciado una recesión que tarda en llegar, pero con las subidas de tipos de interés se producirá el temido enfriamiento económico. Los analistas consultados por MONCLOA apuntan que la «fiesta tendrá su fin a partir de este segundo semestre del año», cuando pase la temporada estival. Asimismo, este parón económico no será igual que en otras ocasiones. Las empresas continuarán generando ganancias, con buenos niveles de empleo, pero tan sólo hay que esperar a que los consumidores activen de nuevo el ahorro para dar el pistoletazo de salida a la contracción económica.
Por este motivo, el principal riesgo ya no es una recesión profunda, como la anunciada por el Gobierno de Reino Unido, sino una estanflación, con precios disparados y una economía en declive. La inflación subyacente en Occidente no retrocede con la misma intensidad con la que se han subido los tipos de interés y en caso de incrementarse, de cara a la campaña de Navidad y por el fin del acuerdo del grano en Ucrania, la situación será prácticamente insostenible.
LA INFLACIÓN, UN PROBLEMA DE DIFÍCIL SOLUCIÓN
En cuanto caiga la facturación, las empresas comenzarán a despedir y ya no habrá asistencia de liquidez ni tampoco consumidores con poder adquisitivo para comprar una vez se reduzcan los precios. Este escenario, provocado por los irresponsables bancos centrales, «es el peor conocido» y la solución no pasa por un helicóptero financiero ni por promesas de 20.000 euros a los ciudadanos.
La inflación ha venido para quedarse y el riesgo de acostumbrar a la población a precios cada vez más elevados podría tener serias consecuencias no sólo económicas, sino también sociales, con revueltas incluidas.