La relación personal entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal ha atravesado momentos duros, pero también dulces. El candidato del PP tomó las riendas del partido, pero tardó casi medio año en reunirse con el candidato de Vox para iniciar la primera toma de contacto. Antes de ello, los ataques entre ambas formaciones eran la constante, pese a gobernar juntos en varios municipios y Comunidades Autónomas, como Madrid o Andalucía.
Feijóo y Abascal sellaron la paz con la llegada del primero a lo más alto de la cúpula de los ‘populares’, pero las tensiones continúan, con ataques desmesurados en los diferentes mítines. Por un lado, el líder de los ‘populares’ se niega a dar entrada a Vox al Gobierno si entre ambos consiguen la mayoría suficiente para poder realizar la investidura.
En el PP no quieren cometer el error de pactar con los ‘populismos’, como ha ocurrido entre PSOE y Unidas Podemos, ya que divide al electorado, pero también aleja a los socios puntuales e históricos en los que se han apoyado tradicionalmente socialistas y ‘populares‘, como el PNV y Coalición Canaria, entre otros. «Abrir la puerta a Vox es cerrar con candado la posibilidad de un acuerdo puntual con los nacionalismos», señalan voces ‘populares’ a este medio.
EL PP NO OLVIDA LA TRAICIÓN DEL PNV
No obstante, aún colean los pactos y la traición del PNV y otros grupos parlamentarios que tradicionalmente favorecían al PP por la moción de censura a Mariano Rajoy, como los ocho del PDeCat. Coalición Canaria se abstuvo en aquella votación que ha permitido el Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Los nacionalistas vascos dejaron la puerta abierta a que Bildu fuera ahora un interlocutor autorizado, hasta el punto de ser la primera fuerza en el País Vasco.
Pese a que el acuerdo con Vox dejaría en la estacada a los nacionalistas, Feijóo tendría que dejar pasar a la ideología de los de Santiago Abascal, una bandera que iza Jorge Buxadé, dirigente del núcleo más duro de los conservadores. De hecho, las posibles migas hechas con Abascal se centran en la parte económica, donde Iván Espinosa de los Monteros tiene la voz y el altavoz en Vox. «La ideología de Vox se sale de la moderación y el centro», advierten las fuentes consultadas. Pero sin esta asignatura troncal no hay pacto posible.
Para limar asperezas, el núcleo más moderado de Vox aboga por un Gobierno en solitario del PP si no se llega a superar con creces el 10% de los asientos del Congreso, es decir, 35 escaños. Esta parte considera que sin una representación fuerte no se pueden exigir asientos en el Gobierno. La parte más dura de Vox, encarnada en Buxadé, por su parte, insiste únicamente en un diálogo y una investidura si hay acuerdo de Gobierno. En el PP no se entiende este ultimátum ya que derivaría en un posible bloqueo de Gobierno y daría la posibilidad de una reválida a Pedro Sánchez en una hipotética repetición de elecciones.
BUXADÉ, EL NEGOCIADOR A BATIR POR FEIJÓO
Los de Feijóo tratan así de poner freno a un desatado Buxadé, que ha exigido en cada uno de sus mítines entrar en el Gobierno y plantar una batalla ideológica desde las instituciones más altas del Estado. Por este motivo, tanto Vox como el PSOE esperan una «mayor confrontación en Cataluña», pero también en el País Vasco. El enfrentamiento entre dos bloques en vez del bipartidismo clásico en esta Democracia. En esta guerra abierta, el centro tiene todas las de perder, más ante una sociedad tan polarizada, donde las frases gruesas retumban cada vez con mayor fuerza.
Vox se ha entrenado para esta confrontación. Una muestra de ello ha ocurrido en esta misma campaña electoral, cuando el secretario general, Ignacio Garriga, se encaró con quienes protestaban contra Vox en un mitin en Badalona. Garriga, al cobijo de Buxadé, es otro de los rostros más reconocidos de la línea dura de Vox.
Será un chantaje, pero no se entendería un bloqueo de Vox QUE MANTENDRÍA Pedro Sánchez de La Moncloa
Esa imagen la protagonizó también Abascal en Vallecas en abril de 2021, cuando una horda de la extrema izquierda apedreó no sólo a los dirigentes de Vox, sino también a los simpatizantes. Los antidisturbios actuaron tarde en aquella batalla campal al no acordonar toda la zona. El líder de Vox se encaró hacia ellos, como hizo también Garriga.
BUXADÉ ESGRIME EL LOGRO DE EXTREMADURA, MIENTRAS BLOQUEA MURCIA Y ARAGÓN
Con estos expertos en la confrontación se las tendrá que ver Feijóo si decide finalmente darles cobijo en los Ministerios. De hecho, la apuesta de Buxadé por el bloqueo en Extremadura si el PP de María Guardiola no retrocedía es la seña de identidad en las negociaciones. «Será un chantaje, pero no se entendería un bloqueo de Vox que mantendría a Pedro Sánchez de La Moncloa», señalan las fuentes del PP consultadas.
Esta postura de Buxadé podría provocar un aislamiento de Vox en el Congreso de los Diputados y al mismo tiempo el propio Abascal tendría que explicar a sus electores por qué permite el bloqueo en vez de echar a Sánchez, objetivo primero y último de los votantes de la derecha en estas elecciones.
Feijóo y Abascal abordaron esta situación en Extremadura, sin luz ni taquígrafos, y Guardiola finalmente tuvo que dar marcha atrás y aceptar la entrada de Vox. No obstante, esta dura negociación no se ha trasladado ni a Murcia ni a Aragón, donde aún no hay formación de Gobierno por la acusación mutua entre conservadores y ‘populares’.
FEIJÓO, ENTRE EL NACIONALISMO Y LA LÍNEA DURA DE BUXADÉ
Buxadé ha acudido a todas ellas, pero el PP se desentiende completamente, al menos hasta pasados los comicios del próximo domingo. Cabe señalar que Feijóo ha dado carta blanca a las direcciones territoriales para negociar, a excepción de Extremadura, donde la palabra de Génova se ha impuesto tras la dimisión de la mano derecha de la primera presidenta extremeña por unos audios ofensivos contra Abascal.
Feijóo tendrá que medir muy bien los pasos porque si Vox desaparece o se descompone, como ha pasado con Unidas Podemos, tendrá difícil alcanzar acuerdos después con los nacionalismos, hasta ahora indispensables para poder ganar la investidura y sacar adelante los Presupuestos.