El empresario catalán Bosco Fonts ha sido una de las personas que más tiempo ha estado en la UCI por Covid-19 en España: ha pasado 90 días ingresado en el hospital –primero en Quirón y luego en el Clínic de Barcelona–, y 67 de ellos en coma inducido: «Me siento tremendamente afortunado. Sé que me he salvado de una buena».
Fonts está desde el 28 de mayo en casa, en Sant Andreu de Llavaneres (Barcelona), donde se recupera de las secuelas físicas de tres meses de enfermedad e inactividad, y acompañado de su mujer, Rosa, sus hijas, Anna y María, y los muchos amigos y familiares que lo visitan: «La familia es fundamental. Ha sido llegar a casa y empezar a mejorar».
El coma ha dejado a Fonts con 15 kilos menos, problemas de riñón que le obligan a hacer diálisis, una traqueotomía que está cicatrizando y mucha musculatura que recuperar; pero tiene el espíritu intacto y los pulmones recuperados: «Cuando me indujeron el coma yo estaba en un 50 ó 60% de capacidad pulmonar, que es poquísimo; ahora ya estoy al 99 ó 98».
Cada día hace ejercicio y fisioterapia y, apenas una semana después de llegar a casa en silla de ruedas, ya camina con ayuda de un andador o con algún familiar: «Estoy convencido de que en julio caminaré sin ayuda y de que el 1 de septiembre estaré totalmente recuperado».
UNA ENFERMEDAD DESCONOCIDA
A día de hoy, Fonts aún no sabe cómo pudo contraer el coronavirus: no había estado en China ni Italia, aunque una semana antes de notar los primeros síntomas estuvo en Pamplona y con otras personas de Madrid, donde se produjeron los principales brotes de la infección.
Recuerda los primeros síntomas sobre el 5 de marzo: «Ni se me pasó por la cabeza que fuera el Covid. Tenía un poco de fiebre, pero me tomaba un paracetamol y paraba, aunque enseguida volvía, así que el médico me dijo que me fuera a hacer un análisis de sangre a Quirón. Y ya no salí».
«Me hicieron la prueba del coronavirus dos veces, y saló negativa dos veces, pero el doctor [Joaquim] Puig, una eminencia, dijo que no, que los síntomas eran de coronavirus y que yo tenía la enfermedad. Y acertó», ha recordado Fonts, convencido de que la decisión del médico le salvó la vida.
El 15 de marzo, el día que comenzó el estado de alarma en España, había empeorado y entró en coma inducido; durante los siguientes 67 días permaneció intubado en la cama del hospital, sin visitas de su familia –que recibía cada día un parte por teléfono– y profundamente dormido, mientras se superaban los dos meses de confinamiento y crecían día a día las cifras de infectados y muertos.
MÁS DE 5.000 MENSAJES
«Cuando me desperté, no tenía ni idea de lo que había pasado ni de que había estado tanto tiempo dormido. No me dolía nada y estaba tranquilo, pero no me podía mover y, cuando quise ponerme bien la almohada, noté que me fallaban los brazos: estaba completamente inválido», ha explicado.
Al abrir los ojos, se encontró con más de 5.000 mensajes de Whatsapp en los que amigos y desconocidos le mandaban ánimos aunque sabían que él no podía leerlos; también pudo reencontrarse con sus hijas y su mujer, y con el equipo de sanitarios que lo atendió durante los más de dos meses de coma.
«Hasta ahora no era consciente de lo que son las enfermeras, la importancia y talento que tienen», ha declarado Font, que está agradecido al equipo médico que lo atendió en ambos hospitales, y destaca la importancia y competencia del sistema sanitario, al cual le gustaría corresponder; por ejemplo, colaborando como voluntario.