Vox tiene muy complicada la negociación con el PP de Alberto Núñez Feijóo. La caída en las encuestas es un hecho, pero aún se desconoce el suelo. Para los conservadores de Santiago Abascal, el número mágico se sitúa en la frontera de los 35 escaños, una cifra que les daría la posición para poder apoyar al PP sin depender de terceros.
Las encuestas publicadas hasta ahora arrojan muy buenas perspectivas para los de Feijóo, entre 144 y 150 escaños, aunque puede haber sorpresas y alcanzar más de 160 diputados si la opción de «echar a Pedro Sánchez y acabar de fulminar al PSOE» se abre paso a la hora de la verdad. Esta concentración del voto en torno al PP no ayudaría en nada a Vox, que se encomienda al duro Buxadé para arrancar un acuerdo y entrar en el Gobierno.
Los votantes sólo están en echar a Pedro Sánchez y acabar de fulminar al PSOE; además de las hipotecas, los precios y las vacaciones
Con esos 35 de Vox, ambas formaciones obtendrían la mayoría absoluta para alcanzar un acuerdo de investidura, tradicionalmente utilizado para repartir algunos asientos en la Cámara Baja y amarrar algunos puntos del programa electoral, pero no para formar un Gobierno de coalición. Este escenario sólo se activaría en caso de que Vox sea tercera fuerza y supere el umbral con cierta holgura, un objetivo prácticamente imposible a tenor de los sondeos.
EL NÚCLEO DURO DE VOX BUSCA EL CAMPANAZO COMO EN EXTREMADURA
En el círculo más duro de Vox, por su parte, exigirá asientos y se encomiendan a la labor de Jorge Buxadé. El papel del eurodiputado y vicepresidente de Vox ha sido crucial para cambiar el paso a María Guardiola en Extremadura, pero no ha logrado el cambio en Murcia, con un enrocado Fernando López Miras, más predispuesto a frenar a Vox y abocar a la Región a una repetición electoral. Y es que, los de Buxadé exigen entrar en el Ejecutivo, con su programa ideológico y algunos puestos relevantes.
En Vox temen que el «voto útil» para acabar con el denominado ‘sanchismo’ y las políticas que han dado alas a los independentistas del País Vasco y Cataluña. La estrategia del PSOE se ha centrado en abrir al independentismo y diferenciarlo entre izquierdas y derechas, confrontando así a los españoles.
Los socialistas, siguiendo los pasos de Salvador Illa, han anulado su veto a ERC por segunda vez en Democracia, al ponerles como un portavoz autorizado para negociar con el PSOE. Lo mismo ha pasado con Bildu. De esta forma, el voto útil para negociar con Madrid ya no se concentra ni en el PNV ni en CiU o ahora Junts o EspaiCiU-PDeCat. Hay más posibilidades para poder alcanzar acuerdos y negociar gobiernos o mociones de censura.
EL PP, NO VOX, AGLUTINA EL VOTO ÚTIL ANTE LOS DESMADRES DEL PSOE
Este proceder ha traspasado todas las líneas rojas de los socialistas tradicionales y los que votaban a Felipe González. Para éstos, el PSOE ha acabado siendo uno más de la extrema izquierda, una formación alejada del centro y donde las voces críticas han desaparecido por completo tras las grandes purgas de 2016 y 2019.
Contra este movimiento, el PP atrae a los descontentos del PSOE, mientras los socialistas acogen a los moderados de ERC. Se estima un fuerte traspaso de los independentistas al PSC, pero no será suficiente para cubrir la brecha en Andalucía, las dos Castillas y Extremadura. De hecho, se estima que cerca de un millón de votos del PSOE irá a parar al PP de Feijóo. Los cálculos de Illa se basaban en mantener estable al resto de Comunidades, pero ni mucho menos se dará ese escenario.
Los votantes más moderados de Vox, además, irán al PP. En numerosas diputaciones, la presencia de Vox en el Congreso depende de unos pocos miles de votos, una fuga supondría perder escaños de forma acelerada, como ocurrió con Ciudadanos en 2019 en los seis meses fatídicos a pesar de la premonición de Albert Rivera, quien tenía razón en cada punto de su discurso. El PSOE se echó al monte con Pablo Iglesias y Unidas Podemos, abrazó al independentismo y a los herederos políticos de ETA, dividió a los españoles y ahora recoge el fruto de la cosecha.
EL NÚCLEO DURO DE VOX EXIGIRÁ EL PAGO POR SU VOTOS
Estas elecciones pondrían fin a Pedro Sánchez al frente del partido, siempre y cuando hubiera una crítica interna en el seno de la formación. Los socialistas de Salvador Illa se movilizan para tener una fuerte presencia y mantener su estatus, tanto en Cataluña, a la que aspiran gobernar; como en Ferraz y en el Congreso.
En este escenario están los españoles y Vox no forma parte de la ecuación, al menos desde el Gobierno, pero Buxadé y su tozudez podrían hacer cambiar de opinión a Feijóo. Eso sí, la fuerza del ultimátum, el de lo tomas o lo dejas, es muy débil. Los votantes del bloque de la derecha piden el fin del ‘sanchismo’ y no entenderían que la formación conservadora no facilitaran esta preferencia. «Vox no puede poner encima de la mesa un ultimátum. No tiene la legitimidad necesaria», admiten, pero señalan que el vicepresidente «hará valer sus votos».