La movilización precoz debe valorarse en todos los pacientes con COVID-19 que llevan más de 48 horas con ventilación mecánica o más de 24 horas sin posición decúbito prono y/o relajación neuromuscular, según una guía de consenso que han elaborado la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
En ella, se plantea la necesidad de aplicar tratamientos de rehabilitación para las secuelas físicas que padece un número importante de pacientes críticos debido a la inmovilización; y con mayor trascendencia en los que aun están hospitalizados debido a la COVID-19.
Dichas secuelas físicas a medio y corto plazo están englobadas en el síndrome post-UCI y suelen ser principalmente respiratorias y neuromusculares. Se traducen en una importante pérdida muscular y déficits de funcionalidad que impactan de forma negativa en la calidad de vida de los pacientes, así como en la de sus familiares y cuidadores. «Las secuelas de una inmovilidad mantenida pueden ser muy duraderas, incluso después del alta hospitalaria, de ahí que recomendemos la movilidad precoz», explica la doctora Mònica Magret, intensivista del Hospital Universitario Joan XXIII (Tarragona).
Hay que añadir además las secuelas psiquiátricas. En el caso concreto de la COVID-19 se han descrito con frecuencia casos de ansiedad (34%), depresión (29%) y síndrome de estrés postraumático (22%), con riesgo de persistencia a largo plazo.
En el documento, ambas sociedades científicas subrayan que el tratamiento de Medicina Física y Rehabilitación en pacientes con COVID-19 en las UCI (posteriormente en la planta y también al alta hospitalaria) es crucial para lograr, más allá de la supervivencia, la restauración de las capacidades funcionales perdidas (función respiratoria y funcionalidad motora), así como recuperar la autonomía anterior a la enfermedad. De este modo, señalan como principales áreas de trabajo la rehabilitación respiratoria y la movilización precoz del enfermo crítico durante su hospitalización.
El documento también destaca la importancia de contar con un equipo sanitario «multidisciplinar, adecuado y formado específicamente» para el manejo de estos pacientes en UCI: médicos intensivistas, médicos rehabilitadores, enfermeras, y fisioterapeutas para facilitar la consecución de objetivos comunes y resultados.
«Que el intensivista forme parte de la rehabilitación post-UCI es importante por su visión integral de lo que ha ocurrido durante el ingreso. Conoce las posibles secuelas derivadas tanto del diagnóstico como de los procedimientos, así como los tratamientos aplicados», indica la doctora Gemma Rialp, intensivista del Hospital Universitario Son Llàtzer (Palma).
Para llevar a cabo la movilización precoz, SERMEF y SEMICYUC señalan que es importante, una vez el paciente pase la fase crítica y se encuentre estable, promover la respiración espontánea y la recuperación funcional rápida.
La movilización precoz consiste en ejercicios de Rehabilitación y Medicina Física que se realizan sobre el paciente que está, por su situación crítica, inmóvil en cama. El objetivo es generarle un estímulo motor y sensitivo de tal forma que mantenga o restablezca la fuerza y la función músculo-esquelética.
«Se ha demostrado que la rehabilitación reduce los días de ventilación mecánica, la estancia en la UCI, la aparición de delirium y la debilidad muscular. Es factible, efectiva, segura y eficiente», dice la doctora María Cruz Martín Delgado, jefa del servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Torrejón de Ardoz. Además, mejora el perfil de sedación y el pronóstico médico y físico-funcional del paciente.