Se está haciendo fuerte. Mucho más que lo que fue Javier Ortega Smith, el candidato de Vox en Madrid. Jorge Buxadé, quien presume a nivel interno de ser de la «Falange auténtica» ante cualquier que le pregunte en un momento más animado de la cuenta, se ha hecho con el control del partido, ha enterrado al ala neoliberal de la formación y ha monopolizado las pocas negociaciones que quedan presentes. Esta realidad que inunda Vox está empezando a dejar entrever algunos resultados, como es el caso de Extremadura. Sin embargo, augura unas durísimas negociaciones con el Partido Popular tras las generales en caso de que consigan sumar para gobernar. Ya advierten que exigirán vicepresidencias y ministerios. Y Buxadé, de la «Falange auténtica», será uno de los que pida sentarse en el Consejo de Ministros.
Jorge Buxadé ha acabado con la influencia y el peso político de Iván Espinosa de los Monteros. El primero solo quiere que sus ideas políticas lleguen a buen puerto, pero más centradas en un nacionalcatolicismo notable que se ha apoderado de medio partido. El segundo solo quiere que le dejen disfrutar de la fortuna familiar con cierta libertad, con menos impuestos y con un Estado poco intervencionista en cuestiones recaudatorias, especialmente con las grandes fortunas como la suya. El ala de Buxadé ha cogido peso y ha encontrado un gran «aliado» o «simpatizante» que es el propio presidente de Vox, Santiago Abascal. Ahora mismo, quien lleva la voz cantante y a quien hay que acudir para ver en qué términos se puede negociar con el PP. El problema es que ya las cuestiones económicas no están encima de la mesa. No con tanta fuerza como cuando lideraba Espinosa de los Monteros.
Ortega Smith seguía un poco el estilo de Jorge Buxadé, pero con menos intensidad. El concejal estuvo siempre más preocupado porque Macarena Olona no le quitara protagonismo en los eventos públicos de Vox que en cuestiones políticas de base. Buxadé directamente prefiere estar en un segundo plano tomando decisiones clave sobre cuestiones políticas. Habla de la defensa de las fronteras, de la seguridad interior y de puntos más controvertidos como derogar las leyes de Irene Montero o todos los postulados de violencia de género, pero las cuestiones del IRPF que tanto preocupan a Espinosa de los Monteros se han quedado a un lado. Todo esto está complicando llegar a acuerdos concretos en algunas regiones como Extremadura, pero Vox se ha echado en manos de Jorge Buxadé para que sea él quien les lleve a mejor puerto.
Las negociaciones en Extremadura entre PP y Vox no han salido bien. Y todo por cuestiones ideológicas de base que han llevado a la elección personal de Teodoro García Egea, la candidata del PP en la región, a cerrarse en banda y a bloquear cualquier tipo de conversación con el partido de Buxadé. Los problemas son generalmente programáticos e ideológicos. Y esto preocupa en los dos partidos porque puede abocar a una repetición electoral incluso después de las elecciones generales. Aún así, Buxadé sigue aplicando las prioridades de la «Falange auténtica» en todo momento para presionar al PP a escorarse a la derecha.
La mala noticia de que Buxadé sea quien tiene el control de las negociaciones es para el Partido Popular. Para los de Alberto Núñez Feijoo era considerablemente más sencillo el hecho de negociar con Espinosa de los Monteros porque todos los puntos que se ponían sobre la mesa estaban relacionados con reducir el intervencionismo del Estado, evitar los impuestos de forma general (tanto a los más pudientes como a los menos) y en temas como la sostenibilidad del sistema de pensiones vía la mochila austríaca. Sin embargo, quien tiene delante el PP es un Jorge Buxadé que no quiere ceder ni a nivel ideológico ni en el tema de los asientos.