Vox ha iniciado una purga de todo lo que huela a moderado dentro del partido. El instigador es Jorge Buxadé, ese que presume de ser «de la falange auténtica», siguiendo los edictos de Javier Ortega Smith. El plan del secretario general de Vox es acabar con esa doble condición ideológica del partido para que se imponga el ala dura, especialmente de cara a las negociaciones. Iván Espinosa de los Monteros, ultraliberal defensor de tesis más ligadas al economista Juan Ramón Rallo que a otros, está en el punto de mira por ser el representante de ese ala elitista económica que busca imponer medidas económicas «poco invasivas» para los más pudientes. Con la excusa de los pactos y las elecciones, están tomando la iniciativa para purgar algunos nombres. Especialmente de los más moderados.
La «falange auténtica» quiere imponerse sobretodo por las elecciones generales que vienen. El Partido Popular está al límite. Sabe que si quiere gobernar necesitará el apoyo de Vox porque así lo dicen todas las encuestas electorales. Sin embargo, hay un punto de discordia interno que tiene que ver con qué se priorizará para estas negociaciones, es decir, qué medidas se pondrán encima de la mesa para llegar a ese acuerdo entre el PP y Vox que daría la presidencia del Gobierno a Alberto Núñez Feijoo. La vicepresidencia de Santiago Abascal es indiscutible. Pero el pacto programático despierta fricciones internas que han llevado a Buxadé a empezar a purgar a ese ala ultraliberal que solo quiere que se impongan medidas económicas que lleven a los que más tienen a reducir la presión impositiva que pesa sobre ellos.
Vox ha empezado los movimientos con cierta discreción. Pero son más que evidentes dado que todos los que vienen de la escuela de Espinosa de los Monteros han sido apartados. La idea de Buxadé es imponer en las negociaciones puntos programáticos como la defensa de las fronteras, la política exterior e interior u otros asuntos que poco tienen que ver con la economía frente a un Espinosa de los Monteros que lo primero que querría valorar serían cuestiones de índole económico y laboral. Facilitar la vida a los empresarios (especialmente a los más pudientes) es una de las obsesiones del ala moderada de Vox. Quieren tratarlo a través de una rebaja importante del IRPF y tratar otros asuntos como el sistema de pensiones y la mochila austríaca… pero lo cierto es que este grupo de Vox se ha visto mermado desde que Buxadé tomó el control del partido político.
Santiago Abascal se ha puesto de perfil. Hay voces en Vox que le ubican dentro de la dinámica de Jorge Buxadé, pero lo cierto es que cuando Iván Espinosa de los Monteros estaba fuerte en el partido también le asociaron con él. Sea como sea, en lo que sí coinciden en Vox es en que Abascal no tiene una afinidad ideológica definida en cuanto a estos dos bloques se refiere y que lo único que espera el presidente del partido es llegar a su destino sin pronunciarse más de la cuenta, ni por Buxadé ni por Espinosa de los Monteros. Pero lo que sí que queda claro es que Abascal está dejando a su secretario general tomar las decisiones que considere, incluso en cuanto a la gestión interna se refiere.
La mala noticia es que Vox se desinfla y en la crisis no les está importando dejar a un lado a conocidos políticos de la formación conservadora. Solo habrá que ver si a Buxadé no se le va la mano con los ayuntamientos que no hayan tomado decisiones lo suficientemente radicales como para agradar su sentido del deber.