El coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, parecía haber tenido un arrebato de dignidad ante las negociaciones entre Podemos y Sumar. Sin embargo, la iniciativa de pedir no ir en las listas y apartarse de las negociaciones no fue un gesto para facilitar las conversaciones entre el partido morado y el de Yolanda Díaz, sino una declaración de intenciones. El ministro de Consumo pretende presentarse como eurodiputado por Sumar en las elecciones de 2024, donde previsiblemente obtendrá una representación que le reportara unos 9.000 euros brutos al mes. Entretanto, Garzón quedará de año sabático con la pensión pertinente por haber sido ministro. El ministro no quería dejar la política, sino un destino menos estresante que el de ser diputado del Congreso.
Lo que negoció Garzón con Sumar fue simple: se apartaría de este embrollo de las negociaciones, dejaría que izquierda Unida se uniera a la formación de la vicepresidenta del Gobierno y a cambio la también ministra de Trabajo le asegura ir en las listas de Sumar en las elecciones europeas de 2024. El ministro de Consumo está algo sobrepasado. En Podemos no tienen una buena opinión de él. Son muchas las fuentes de alto nivel de la formación morada que han tachado al líder de Izquierda Unida de ser nada menos que un «traidor» por su comportamiento en 2019. Pero ahora el líder de IU quiere un destino mucho más relajado, tranquilo y bien remunerado para pelear por sus consignas. El Parlamento Europeo se ha convertido en una suerte de cementerio de elefantes bien pagados que Garzón quiere aprovechar de la mano de Yolanda Díaz. Que irá a Sumar lo tienen claro todas las fuentes de Podemos, pero antes se tomará un año sabático para rebajar la animadversión que despierta dentro de algunos sectores de la izquierda.
Era un secreto a voces que la vicepresidenta del Gobierno no quería (ni quiere) a ninguno de los altos dirigentes de Unidas Podemos. Ni Garzón, ni Irene Montero, ni Ione Belarra, ni Pablo Echenique y por supuesto ni Pablo Iglesias. Sin embargo, para Yolanda Díaz fue mucho más sencillo abordar la suma de Izquierda Unida cuando Garzón puso encima de la mesa su salida como eurodiputado. El ministro de Consumo no ha tenido un papel especialmente relevante durante esta legislatura, pero desde luego ha protagonizado fuertes polémicas como la del consumo de carne o la de la publicidad de las casas de apuestas que luego nunca desaparecía que han erosionado su imagen política. Por todo esto, el destino del Parlamento Europeo se ha erigido como una balsa de aceite para la carrera de Garzón.
Alberto Garzón sabía de antemano que Yolanda Díaz no le quería en su equipo. Se sabía desde incluso antes de que la vicepresidenta del Gobierno presentara de forma oficial Sumar. Por todo esto, Garzón se ha adelantado y ha propuesto ir a las elecciones europeas como candidato para facilitar la vida de todas las formaciones. Desde Unidas Podemos aseguran que Garzón no es una persona especialmente ambiciosa a la hora de negociar, como sí lo eran otros dirigentes de Podemos. El ministro de Consumo quiere un sueldo público y mantenerse otros cuatro o cinco años más en la política para intentar sobrevivir más tiempo lejos de la política nacional, donde sí ha asumido que está quemado y desgastado. La solución es sencilla y sobretodo ayuda a Garzón a dejar a un lado a todos esos perfiles de Podemos que tanta guerra han dado y tanto han criticado al ministro de Consumo por no obedecer a Pablo Iglesias en las negociaciones y empezar conversaciones por su cuenta. Ahora Garzón tiene un retiro dorado. Y todos lo celebran.