El vecino de Valladolid que a finales de mayo de 2019 provocó un aborto a su pareja tras propinarle una paliza, y que incluso la obligó a maquillarse antes de acudir al hospital para enmascarar la agresión, se ha conformado con una condena de diez años y medio de cárcel, en lugar de los 22 que inicialmente pedía para él la acusación pública, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
El juicio está previsto para mañana en la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia de Valladolid, si bien tanto el fiscal del caso como la defensa, ejercida por el letrado Jesús Sebal, han logrado cerrar este miércoles un pacto en vitud del cual el acusado asumirá penas que suman diez años y medio de privación de libertad.
Se reconoce así autor de un delito de aborto–siete años–en concurso ideal con otro de lesiones en el ámbito familiar–veinte meses–, otro de maltrato habitual–21 meses–y un delito de amenazas, por el que cumplirá 80 días en beneficio de la comunidad, mientras que en concepto de responsabilidad civil deberá indemnizar a su expareja con la cantidad de 24.668 euros.
LA VÍCTIMA ESTÁ ILOCALIZABLE
Lo llamativo del caso es que su exnovia figura en la causa como acusación particular y no ha podido ser localizada, ya que vive en Sevilla, por lo que su representante legal, que no ha podido contactar con ella para conocer si refrenda también la conformidad, se verá obligado a acudir a la sala para mantener su petición de 21 años de cárcel y una indemnización de 51.696 euros, si bien el tribunal dará por bueno el pacto entre la acusación pública y la defensa.
Los hechos, por los que el detenido continúa ingresado en la prisión salmantina de Topas ya que el juez le impuso situación de prisión provisional comunicada y sin fianza, se produjeron en la tarde del 29 de mayo del pasado año, cuando la gestante, de 31 años, ingresó en el Hospital Clínico Universitario, donde fue atendida al sufrir un aborto.
A posteriori, sobre las 19.15 horas, fue cuando el Juzgado de Guardia, a instancia de los facultativos, dio aviso a la Policía Nacional de que dicho aborto podría estar motivado por las lesiones y hematomas que presentaba la mujer.
CONTRADICCIONES ENTRE LA PAREJA
Ante ello, agentes de la policía acudieron al centro, donde estaba presente el supuesto agresor, y ante los indicios y las declaraciones del personal médico y las contradicciones habidas entre la propia pareja se procedió a la detención a J.B.C, novio de la víctima desde hace dos años.
Al día siguiente se trasladó al agresor al domicilio conyugal para realizar un registro en la calle Corpus Christi.
La víctima, tanto primero en el hospital como luego a preguntas del juez, mantuvo su versión de que lo que en realidad había sucedido era que se había caído en la ducha por una enfermedad que sufriría en las piernas, si bien a posteriori se ha personado como acusación particular tras modificar su versión y reconocer que las lesiones no fueron accidentales y denunciar que su pareja venía agrediéndola de forma continua.
En su relato de hechos, las acusaciones sostienen que el 28 de mayo y en el domicilio familiar, el acusado, alegando que su pareja había mirado a otro hombre en la calle esa tarde, comenzó a increparla con calificativos de «puta» y «zorra», al tiempo que la amenazó de muerte y la propinó golpes por todo el cuerpo.
La víctima se quedó dormida en el sofá, pero se despertó en las primeras horas del día 29 cuando, supuestamente, su pareja volvió a cebarse con ella. Así, le propinó una fuerte patada en el lado derecho del abdomen, y ello a pesar de que se encontraba embarazada y a punto de dar a luz.
MAQUILLAJE PARA OCULTAR LOS GOLPES
La mujer comenzó a sentir fuerte dolores en la parte abdominal y a la mañana siguiente, cuando acudió al baño, vio que había roto aguas, momento en el que su supuesto agresor la trasladó en su vehículo al hospital–el feto ya había fallecido por desprendimiento de placenta–, no si antes indicarla que se maquillara al objeto de disimular las múltiples marcas que presentaba en el rostro y otras partes visibles del cuerpo.
En fechas anteriores que las acusaciones sitúan en el 12 de diciembre de 2018, el ahora encausado ya había sufrido otro ataque de celos en cuyo transcurso, presuntamente, increpó de forma despectiva a la víctima y amenazó con quitarle la vida con sus puños, hasta finalmente propinarle un fuerte empujón que le hizo caer al suelo, provocándole la fractura del brazo derecho.
Pese a la gravedad de la lesión, la mujer optó por no acudir al médico en ese momento y fue el propio acusado el que le colocó un vendaje tratando de evitar la asistencia médica y tener que dar explicaciones de lo sucedido.
No fue hasta dos días después, debido a los fuertes dolores que padecía la agredida, cuando el investigado decidió llevarla al hospital, pero asegurándose de que en ningún momento se quedaba sola para evitar así que ella le delatara. La víctima dijo entonces que había sido fruto de una caída accidental, como ocurrió el día que ingresó en el hospital con el feto ya muerto en sus entrañas.